La esposa del general

Hawaiano sexi

Aine Bosse es una mujer pasada de los 30 años, es alegre, tímida y soñadora, casada con un hombre 25 años mayor que fue el mejor amigo de su padre y también un general del ejército, desposarse con aquel hombre le dio el apodo o mote de LA ESPOSA DEL GENERAL, muchas la envidiaban u otros la odiaban, pues era una mujer muy influyente y con dinero, pero nadie se imaginaba como era en realidad su vida.

 

Se casó joven con su novio de la secundaria al quedar embarazada y a los 19 años portaba un bebe en brazos, a los 21 tenía el segundo y unos años después enviudo quedándose sola y con dos niños pequeños a cargo.

La vida se puso difícil cuando tuvo que volver a casa de su padre y este ya no tenía dinero por no saberlo administrar, su progenitor había estado en el ejército y fue dado de baja por una lección menor.

 

Era un buen hombre aunque despilfarrador, Aine y sus hijos Samuel y Samir querían al abuelo, lo cuidaban y estaban a su lado; sin embargo, este al verse cerca de la muerte y sabiendo la necesidad de su amigo, el general, de salir de aquel lugar que puede ser bueno, pero te llena de heridas imborrables le propuso un plan que lo ayudaría a irse en paz y a que su hija quedara en buenas manos.

 

Aine caminaba acompañada de sus hijos por un parque, los había llevado a comprar ropa, pues cada día estaban más grandes, y sus antiguas tallas le quedaban chicas, ellos se pusieron a jugar a su en el parque infantil mientras ella miraba a su alrededor.

 

De repente observo una chica muy joven que parecía embarazada, caminaba con lentitud y sus ojos reflejaban un inmenso y profundo dolor.

 

—¿Que tienes niña? — se le acerca haciéndole la pregunta y la chica le extiende su mano con una súplica dibujada en su rostro.

 

—Por favor ayúdame, no permitas que se muera mi bebe —Aine vio como se desmayaba y grito pidiendo ayuda, tomo el pequeño bolso en el cual solo había algunos papeles y cosas sin sentido, excepto un nombre y número de teléfono.

 Ese encuentro marcó un antes y un después en ambas mujeres, pues, se hicieron íntimas, Aine necesitaba una amiga y Luna mucha ayuda y comprensión.

 

Años después

 

Aine miro su reflejo en el espejo de la habitación de hotel donde estaba y suspiro, a su edad se sentía un poco avergonzada por su figura curvilínea, sabia que no era fea, pero no se sentía totalmente segura de su atractivo.

 

Se puso un pareo y salió directo a la playa, sus hijos estaban feliz en su campamento, ella deseaba poder salir y disfrutar un poco de aquel hermoso lugar, sus amigas a pesar de acompañarla, cada cual hacía lo que le apetecía en el día y por las noches se juntaban a tomar y pasarla rico.

 

Camino por la orilla había varias familias, niños y parejas pasando el rato, se colocó bloqueador, se recostó, cerro los ojos y se dedicó a disfrutar del sol, la brisa y el calor delicioso que le proporcionaba el día.

 

—Si sigues asi te vas a tostar para que funcione adecuadamente, debes aplicarlo cada dos horas y tienes un poco más de eso sin colocarlo—Aine sé bajo los lentes y lo miro de arriba abajo.

 

Era bello, 1.90 metros, fuerte piel blanca, corte estilo militar, unos cuarenta años y sumamente sexi, sonrió coqueta y penso en lo que le había dicho.

 

—Y tú, ¿eres un acosador y violador de Hawáii? —expuso haciéndolo reír.

 

—Para nada soy doctor, mi nombre es Haona Kekoa, no me mires asi, mi madre es de acá, aunque mi padre era un europeo rubio y de ojos claros, por eso mi piel más clara —Aine sonrió algo en ella se removió extrañamente cuando lo escucho hablar, su sonrisa era genuinamente hermosa e hizo que su zona sur se inquietara.

 

—Yo soy Aine y soy de Filadelfia, mis padres fueron normales —sonrió y él frunció el ceño.

 

—Oh, no sabía que los míos no, bueno ella, porque él fue in hijo de la… en fin ¿te ayudo? —cuando vio que ella no comprendió a que se refería, señalo el protector solar y ella sonrió asintiendo.

 

Desde que Haona la vio sentarse sintió como algo en su interior que no sabía ni como describirlo, por su situacion en particular tener una relación había sido imposible, pues conectar con las personas era complicado para una persona demisexual como era, tenía 42 años y no se había casado, la mujer con la que permaneció 10 años y la cual estaba a punto de convertir en la señora Kekoa lo engaño cuando estaba en servicio.

 

Aine lo observo cuando tomo el envase y se colocó detrás de ella, colocó en sus palmas una pequeña porción y cuando sus manos hicieron contacto con su piel sintió un escalofrío, en realidad ambos lo sintieron.

 

Cuando hubo terminado y esta se giró supieron que las cosas se volverían interesantes.

 

 

Aine miraba el hombre en su cama y sonrió, hacía exactamente siete días que lo conocía y le oculto su vida con miedo que este no quisiera tener una aventura con ella sabiéndola casada y con hijos, era una tontería, pero lo hizo, lo mejor de todo es que los primeros días solo pasaban tiempo juntos sin sexo de por medio y ella pensaba que no estaba atraído por ella, sin embargo, la noche anterior había sido mágica para ambos.

 

Él sintió esa conexión tan necesaria para él y ella vio fuegos artificiales con las caricias y atenciones de hawaiano.

 Aine sabía que debía marcharse sin que este se diera cuenta y asi lo hizo, escribió una nota deseándole buena vida y que esperaba fuera feliz, también agradeció su compañía y tomando sus cosas desapareció.

 

—Amor, hoy tengo visita de dos de mis chicos más queridos, entraron unos años después que yo y los tome bajo mis alas, uno estará cerca de mí, pues sucedió algo en su vida que no sé con exactitud, pero pidió estar en las oficinas y por su arduo trabajo y entrega se le concedió —Aine escucho al general y asintió.




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