La esposa del general

¿De quién eres?

Haona Kekoa

 

—Asi que la dulce y sexi Aine es una mujer casada y el mundo es tan pequeño que precisamente es con mi general —ella no dice nada, asi que la aprieto acercándola mientras deslizo una de mis manos por su espalda hasta llegar a su muy bien formado trasero y como un sonido sublimen ella jadea encendiendo hasta la vibra más pequeña en mí ser.

 

—Yo creo que debo irme…

 

—No lo creo belleza, pues yo no soy un hombre de aventuras, usted me gusta más de lo que debería y es la mujer que quiero todas las noches en mi cama, asi que vaya haciéndose la idea usted es (ka´u wahine)… —traducido al español, eso quiere decir mi mujer, pero dejaré que ella lo investigue por sí misma.

 

—No me gusta que hablen en otro idioma en mi presencia —exclama tratando de zafarse de mi fuerte agarre, cosa que es imposible, pero la dejo pensar que sí.

—Lo siento mi nani loa —ella rueda los ojos y sonrió, reflexiono en la posibilidad de tenerla asi en mi habitación y son muchas.

 

Desde que la conocí ella despertó algo en mí, sin embargo, no logre conectar con ella hasta la última noche, pues al otro día se marchó.

 

Tenía ya más de tres años sin tener intimidad y eso no es algo que me molesto desde muy joven, supuse y creía que era impotente, luego de los 18 años fui al especialista porque se lo confesé a mi madre y esta se preocupó mucho el hecho de que al no tener padre no se diera cuenta a tiempo.

 

Después de muchos estudios no parecía tener ninguna condición médica y me refirieron donde un terapeuta, tras varias averiguaciones del pasado mi mamá menciono que de pequeño si tenía erecciones involuntarias cuando ella me bañaba y cosas similares por lo que no entendía por qué ahora no, después de casi tres meses la conclusión del terapeuta fue diagnosticada, pero me dijo que no me la diría, pues mi mente podría confundirse me dio el alta y me dijo que yo mismo la descubriría, y en realidad asi fue, conocí una chica que se hizo mi amiga y a los pocos meses ya teníamos una conexión tal que logre experimentar mi primera vez; sin embargo, ella recibió una gran oportunidad de estudio y me dejo, después de eso volví con el terapeuta y me mostró lo que él, ya sabia, soy demisexual, no puedo tener intimidad con alguien con el cual no tenga una conexión emocional y aunque esto es bueno en cuestión de fidelidad también es un martirio.

 

Mi segunda novia fue ya estando en la milicia una cadete hermosa que me dejo locamente enamorado, 10 años de relación y un compromiso a la puerta, pero ella se fue de vacaciones y cuando quise darle la sorpresa me dijo descaradamente que no podía estar conmigo, pues no me amaba lo sufciiente, lo curioso es que mi madre nunca la quiso ni le permitió entrar en su casa, mi madre es una mujer algo especial y según ella siente las auras de las personas si le caes mal ella te lo dirá.

 

—Haona suéltame podrían… —me apodero de su boca, ella es mia y no me importa lo agradecido que estoy con el general, él a pesar de solo llevarme 16 años se ha convertido en un padre para mí, sus consejos han hecho que no cometa algunos errores.

 

—Esto está mal —ella jadea cuando nos separamos sus labios están rojos e hinchados por mis besos y no me detengo recorro su cintura con mis manos mientras mi boca baja a sus pechos, no son grandes, pero para mí son perfectos, naturales y jugosos, no están derechos ni elevados, pero santa gravedad que los tiene donde deben estar.

 

—Yo, Milton…

 

—No me importa el general, eres mia y ahora mismo te lo demostraré —la tomo de la cintura y la llevo al baño.

 

—¿De quién eres? —cuestiono viéndola sobre el lavado sin ropa, su rostro está colorado, sus labios hinchados y su pecho sube y baja descontrolado.

 

¡PERFECTA!

 

—Tuya, soy tuya —y solo esas palabras bastan para hacerla mía toda la noche sin importarme las consecuencias del mañana…

 

 

 

 




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