La esposa imperfecta del magnate

capítulo 25

Maximiliano: te cuido porque eres la mujer que amo. Además, quiero a nuestros hijos y tu sabes que siempre lo he hecho y Leonardo adora a su hermana.

Regina: es que así tenía que ser. Ellos se quieren como los buenos hermanos que siempre han sido, ya que nosotros les enseñamos que lo hicieran.

Maximiliano: cuando no estamos al lado de Helena él se encargaba de protegerla. Eso jamás cambiará y seguramente nuestra hija no debe de tardar en bajar.

Ellos guardan silencio cuando la ven bajar por las escaleras y su hermano también llega casi al mismo tiempo. Ellos los saludan para después tomar asiento.

Helena: espero que mi felicidad dure todo el tiempo. Además, no creo que se atreva a desilusionarme otra vez, pero si eso llegara a pasar mi padre se encargará de hacer algo.

Maximiliano: primero vamos a ver como pasan las cosas y esta vez lo haré pagar si vuelve hacerte sufrir. Porque él menos que nadie tendrá ningún derecho de hacerlo y así que lo vigilare.

Leonardo: nuestro padre no es de las personas que olvidan fácilmente. Él debió de tener mucho cuidado contigo y sobre todo no sabe ni lo que le espera.

Regina: deben dejar de hablar de esto. Saben que no es una buena idea que alguien los escuche y deben de medirse para hablar de este tema.

Helena: tiene razón, mi madre. Además, tengo que vivir mi vida y si me equivoco será por mi propia decisión y aprenderé de ese error.

Maximiliano: dejaremos que te cases porque estás enamorada. Pero estoy seguro de que no existe otro motivo para que aceptemos tu boda.

Helena: no existe otro motivo. Porque él nunca me vio de otra manera y yo jamás hubiera permitido que algo más pasara, ya que pensaba que no me quería.

Leonardo: siempre cuide a mi hermana, padre. Eso significa que entre ellos no ha pasado absolutamente nada y los guardaespaldas que tiene también la cuidaban.

Ellos dejan de conversar cuando ven al prometido de su hija entrar con sus padres. Ellos los saludan y después de que lo hacen toman asiento.

Damián: como al fin estamos aquí llegó el momento de pedir formalmente la mano en matrimonio de Helena. Además, he venido con mis padres para hacerlo oficial.

Helena: entonces lo único que harás será darme mi anillo de compromiso. Solamente espero que sea hermoso y que lo hayas elegido tu.

Damián: el anillo lo tuve que elegir bien. Este será un símbolo que le dirá a los demás que muy pronto serás mi esposa y ahora mismo te lo pondré.

Helena: estás demasiado impaciente. Además, para que las cosas salgan bien necesitas ser paciente y te recuerdo que debes hacerlo.

Damián: está bien. Pero necesito darme tu anillo, porque eso es a lo que vino y quiero que cuando te lo pongas me des un beso en la mejilla.

Ella se sonroja ante su petición y él nunca debió pedirle eso delante de sus familiares. Ella sabía que tenía que hacerlo al ser un beso en la mejilla y él sonríe al verla, él se levanta de su asiento y se acerca a ella para sacar la pequeña caja donde se encontraba su anillo. Damián saca el anillo y al hacerlo se lo pone en su dedo, Helena se acerca y besa su mejilla para después alejarse de él.




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