La Esposa oculta

Capítulo 1

Este el último día de mi escuela secundaria, en unos cuantos días cumplo dieciocho años, el tiempo ha pasado pasado volando.  


—Buen día Don Alessandro, saludo al entrar a su habitación—¿Como se siente hoy? — 


—Buen día Ana, mejor mi niña, mejor—  


—Aquí estan sus medicamentos, pero primero necesita comer algo— tomo la cuchara y empiezo a darle la crema, que mi madre le preparo para desayunar— Hoy es mi último día en la escuela, empiezo a contarle— 


—Sí, lo sé Ana— y también sé que en un par de días cumplirás dieciocho años, mi niña— 


—Sí, ya pronto seré toda una adulta con responsabilidades y derechos— contesto— 


—¿y ya sabes que vas a estudiar en la Universidad?— Me pregunta don Alessandro— Recuerda que te pedí, que averiguaras y me dieras los costos, ese será mi regalo de cumpleaños para ti Ana, pagarte la universidad— 


—No es correcto Don Alessandro, ya le dije que si llego a ir a la universidad, será por mis propios recursos— respondo seria— 


—Que terca, eres niña— responde don Alessandro— 


—Pues si ya sabe como soy, para que insiste, don Alessandro— ya hemos hablado de esto antes y como ya le he mencionado, no quiero darle más motivos a su hijo  Ricardo, para seguir llamándome, arribista o aprovechada, sabe que si mi mamá y yo seguimos aquí, es solo por el cariño que le tenemos, de otra manera no permaneceríamos en este lugar, aguantando los insultos de su hijo y su nuera— Digo en tono triste— 


—Si tú y tu madre, no estuvieran aquí Ana, seguramente yo viviría solo y olvidado, porque los únicos que me visitan son mis nietos, ya que el parásito de mi hijo, solo viene aquí cuando necesita dinero para sus estúpida y alocadas inversiones, que terminan en fracaso—  


—Pues alégrese, porque Maya y Arturo llegarán pronto— Digo intentando animarlo— 


—Mi nieto, solo estará un par de días— Con el tema de la universidad ya no puede quedarse tanto como antes—  responde— 


—Sí, algo me comento Maya, cuando hablamos hace unos días—También escuché que tiene novia— Digo tratando de ocultar la tristeza en mi voz— 


—Ustedes parecían enamorados, alguna vez pensé que se casarían. Y me darían hermosos bisnietos— Dice sonriendo— 


Puedo sentir, el rubor invadiendo mi rostro. 


—No se a que se refiere, Don Alessandro— Arturo y yo,  solo hemos sido amigos todos estos años—Contesto sin mirarlo— 


—Yo si sé mi niña, pero descuida. Tal vez solo sean cosas de viejos— Dice serio— 


Tomo sus  medicamentos y se los entrego y me cercioro que los tome, en los últimos meses la salud de don Alessandro, se ha ido deteriorando, ya el médico nos ha informado que su corazón se ha ido debilitando paulatinamente, por lo que solo es cuestión de tiempo, mientras lo medicamentos funcionen seguirán alargando sus días, pero llegará el momento que eso ya no pase. 


—Apenas regrese, vendre a verlo— Pórtese bien y no se sobre esfuerce— Digo dándole un beso en la mejilla, para luego salir de la habitación— 


—¿Como amaneció hoy? — pregunta mi madre— 


—Bien, igual de terco que siempre, supongo que eso es bueno— Digo algo triste, sabiendo que cada día en vez de ser uno más es uno menos para Don Alessandro— 


Siento el abrazo de mi madre, intentando reconfortarme, Don Alessandro es lo más cercano a un padre que yo he podidi conocer, cuando llegue aquí, era solo una niña y él se encargo de darme ese afecto paternal del que yo adolecía.  


—Cuando él ya no esté, nos iremos madre— Digo refugiándome en su abrazo— 


—Si, mi niña —así será— contesta ella— 


En horas de la tarde, regreso de la escuela y voy directo a la cocina para ayudar  mi mamá, una risa inconfundible inunda la casa al entrar al lobby, es Maya, reconocería sus carcajadas en cualquier lugar. 


—¡Ana!, la escucho gritar como loca— llegue amiga— Dice desde la sala— 


camino desde la cocina hasta su encuentro, Maya me ve y corre hacía a mi a abrazarme, siempre ha tenido esa personalidad arrolladora y segura. 


—Hola, respondo felíz— ¿Llegaste antes? — Digo emocionada 


—Sí, supimos que mi abuelo no esta bien y vinimos apenas se pudo—contesta— 


—¿y Arturo? — pregunto intrigada. 


—Arturo esta afuera, hablando por teléfono con su novia— contesta Maya con su mirada clavada en mí— 


Intento disimular cuanto me afectan sus palabras y esbozo una pequeña sonrisa. 


—Nunca te atreviste a decirle nada, llego otra y se te adelanto— Dice Maya molesta— 


—Y que querías que le dijera, Maya— Hola Arturo, soy la hija de la cocinera y estoy enamorada de ti, sé mi novio— tan ilusa crees que soy, una cosa es que ustedes me traten bien y otra cosa es que seamos iguales, seguramente su novia es una chica de su misma clase social, a quien tus padres aceptan y estiman— 


—No insistiré, con ustedes eso es caso perdido— 


—¿Ustedes? —¿Acaso haz hablado de este tema con  tu hermano?—Digo molesta— 


—¿De que tema se supone que debe hablar conmigo? — Digo entrando a la sala— 


—Sus palabras me deja muda y su apariencia también, Arturo ya no es el chico que conocí hace unos años atrás, ahora es todo un hombre, la ropa que usa, ese estilo tan peculiar que es elegante pero a la vez sexy, su cabello castaño ahora lo usa algo más largo y de manera un poco descuidada, sus hermosos ojos azules parecen más intensos y esa sonrisa coqueta con la que muchas noches he soñado, continúa causando estragos en mí— 


—Hola Ana, dice mientras se acerca a besarme la mejilla— 
—El roce de su boca en mi piel, hace que mi cuerpo se erice por completo, la respiración se me agita y solo en un hilo de voz alcanzo a decir—Hola, Arturo— 
Maya, solo observa divertida la escena.  




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