—Hola abuelo— Digo al entrar a su habitación—
—Hola Arturo— Que bueno que llegaste hijo, digo mientras lo abrazo—
—Quería verte abuelo y aunque sean pocos días compartir contigo— Digo contento—
—Gracias hijo, si no fuera por Ana, Maya y tú mi vida no tendría color—
—Hay algo importante que necesito que hablemos, antes de que te vayas, Arturo—
—Esta bien abuelo— contesto serio—
—Abuelo, grita Maya entrando en la habitación, llego tu nieta preferida y la más linda— Dice mi hermana—
—Eso es indiscutible, mi niña dice mi abuelo sonriendo— mientras la abraza y besa su frente—
—Pues claro, si es la única que tienes, sin competencia quién no gana— Digo en tono burlón—
—Cállate envidioso—
—¡Ay por favor!— digo irónicamente—
—Llegué— digo parándome en la puerta de la habitación, observando como Don Alessandro sonrie mientras habla con sus nietos— se ve realmente felíz—
—¿Ya tomó la medicina? — Pregunto en tono de regaño—
—No me la has traído, Anita—
—Pues aquí la tengo, ya se la doy— seguimos conversando los cuatro y compartiendo un rato ameno, antes de que sea el tiempo de cenar—
Salgo de la habitación rumbo a la cocina, cuando de repente siento una mano que me detiene.
—¿Estas bien, Ana? — pregunto intrigado—
—Sí, ¿Porque no habría de estar?, digo mirando sus hermosos ojos azules—
—Pareces triste Ana, digo llevando mi mano a su mejilla para acariciarla—
Me gusta tocarla, me gusta lo que su cercanía provoca en mí, me gusta que me mire, me gustaría besarla alguna vez— Reaccionó y me alejo de ella, ya uno vez lo intenté y ella me rechazo, me dijo que somos de mundos distintos y que ella no quería sufrir por un amor imposible, me corto la alas de tajo, me tiro de la nube y yo como machito que soy lo acepte, luego de eso entre a la universidad y empecé a conocer chicas y la verdad, compañía femenina nunca me ha faltado y bueno hace un mes conocí a Gloria y ahora somos novios o algo así. Meto las manos en los bolsillos de mi pantalón para controlar la tentación de seguir tocándola.
—Es solo idea tuya, Arturo— No estoy triste—
Intento un amago de sonrisa que resulta todo un fracaso y me giro para salir rumbo a la cocina antes de que una lágrima rebelde me delate.
Ya tengo una semana de estar aquí, mañana tengo dispuesto regresar a Madrid, mi abuelo siempre ha vivido en Mérida.
—Abuelo necesito regresar mañana, creo que es momento que me digas de que querías que habláramos— Pregunto curioso—
—Siéntate hijo, dice respirando con algo de dificultad—
En estos últimos días no ha estado muy bien.
—Quiero que sepas que tu padre, no heredara ni un centavo de mi fortuna, todas mis empresas, mis acciones, mi emporio completo lo administrarás tú Arturo, tu serás quien continué mi legado— Solo tu hermana y tú heredarán mi fortuna— termina diciendo—
—Abuelo no creo que a mi padre, vaya a agradarle mucho eso— respondo serio—
—Me importa poco, lo que opine tu padre Arturo—Sin embargo tengo una condición, pero si decides no cumplirla lo entenderé y dejaré todo mi dinero a la beneficencia—
—¿De que hablas abuelo? — digo algo alterado.
—Lo que quiero que hagas, es que te cases con Ana, Arturo— esa es mi condición, para que seas prácticamente mi heredero universal—
—¿Qué? — Debes estar bromeando abuelo, Ana y yo aún somos muy jóvenes, nisiquiera nos amamos o nos gustamos (¡mentiroso!. Grita mi conciencia)— Además estoy seguro que ella no aceptará, esto es inaudito abuelo—
—Por supuesto que aceptará dice mi abuelo, pero lo que necesito saber es si aceptas tú— No es necesario que vivan juntos, deberás pasarle a Ana una manutención mensual y proporcionarle un lugar donde vivir, además de eso una vez que acabe el matrimonio, deberás darle una compensación por el divorcio—
—¿Divorcio? — Digo asombrado.
—Sí, su matrimonio solo durara 5 años, después de eso se divorciaran, Ana recibirá su compensación monetaria, tú serás soltero nuevamente y todo continuará como si nada hubiese pasado— termina diciendo mi abuelo—
—Pero no es más sencillo si solo le heredas a Ana, una parte y listo abuelo— Respondo abrumado—
—Si hago eso, tu padre jamás la dejará tranquila a Ana, impugnará mi testamento y hará que todos pasen muchos años, metidos en tribunales, mientras que si los que heredan son únicamente sus hijos, estoy seguro que no hará nada—
—Abuelo yo no se, creo que esto no es correcto— Respondo preocupado— Pero háblalo con Ana, si ella acepta entonces lo haremos— termino diciendo—
Salgo de la habitación de mi abuelo con la cabeza hecha un lío. ¿Ana y yo casados? — Esto si que no me lo esperaba, imaginé cualquier otra condición menos esa.
—¿Me mando a llamar Don Alessandro? — Pregunto al entrar a su habitación.
—Si Ana, necesito hablar contigo— Es un asunto confidencial en el que requiero tu ayuda— Dice don Alessandro, en tono serio.
—Dígame— contesto en tono curioso—
—Necesito que te cases con mi nieto Arturo— Dice Don Alessandro en tono serio—
—¿Qué? ¿Pero porqué? — Digo alterada, no yo no puedo hacer eso, tartamudeo en lo que trato de hablar—
—Tienes que hacerlo— Dice serio—
—¿Cómo que tengo que hacerlo? ¿Qué clase de broma de mal gusto es esta, Don Alessandro? — Respondo enojada—
—Porque si no lo haces, mis nietos no heredarán ni un centavo de mi dinero y donaré toda mi herencia a la beneficencia— Digo parco—
—Eso se llama chantaje, Don Alessandro— Digo muy molesta.
—Pues puede ser, pero el fin justifica los medios—Además tampoco será un matrimonio normal, no es necesario que vivan juntos, solo duraran casados 5 años y al final del matrimonio, Arturo deberá darte una compensación económica y durante el tiempo que duren casados el suplirá todas tus necesidades económicas—