La Esposa oculta

Capítulo 3

Camino de un lado a otro, enojada e indignada. Si hay algo que detesto es que quieran manipular mi vida. Pero esta bien, voy a seguirle el juego don Alessandro, pero luego haré yo mi jugada. 


—¿Estas bien? — Pregunta Arturo, llegando hasta mí— 

 


—Sabes bien que no— Acaso,  tienes idea de lo que van a decir tus padres si se enteran de esta locura, entonces si van arrastrar por el piso mi dignidad, y repetirán una y otra vez que soy una arribista e interesada, que se casó contigo solo por dinero— Digo molesta— 

 


—Yo sé que no eres así, responde serio— Lo que si me sorprendió fue que mi abuelo logrará convencerte, Ana—Dice Arturo— 


—Me amenazó, con desheredarlos a Maya y a tí—Él sabe cuanto los quiero, Arturo— lo que no entiendo, es que necesidad  hay de todo esto— Digo caminando de un lado a otro— 


—Quiere protegerte, para que cuando él ya no esté tu estés bien—Dice Arturo— 


—No es la forma Arturo, lo único que esta haciendo con esto,  es obligándome a aceptar algo que ya le dije que no quiero— respondo seria— 


—¿Tan malo te parece ser mi esposa? — Pregunta Arturo, mirándome— 


—Somos demasiado jóvenes, además tú y yo nisiquiera somos novios, es más tú hasta tienes una novia, que se supone que le dirás, que te fuiste de vacaciones y regresaste casado— Digo en tono de reclamo— y este matrimonio, digo haciendo forma de comillas con mis manos, esta llevándose a cabo bajo coacción— porque estoy segura, que a ti también te amenazó, porque dudo que hayas aceptado muy gustoso— ¿O vas a negarlo?— Digo mirándolo— 


—Sí, lo hizo— Responde apenado— 


—Ves— ese señor,  digo señalando hacía la habitación de Alessandro— es un manipulador, pero que ni crea que esta dicha la última palabra, que ni sueñe eso Alessandro Del Valle—Termino diciendo—  


—trata de calmarte,  Ana—Dice Arturo— 


—Debes saber, que puse una condición, Arturo— 


—¿Cuál? — Pregunta intrigado— 


—Nadie sabrá de este matrimonio— Será un secreto entre Alessandro, el abogado tú y yo— Digo tratando de calmarme— 


—Ok— contesto parco— Como tú decidas para mí esta bien— 


—La tomo de la mano y la miro a los ojos— Gracias por lo que estás haciendo Ana, sé que te sacrificas por Maya y por mí—  


—Yo haría cualquier cosa por tí, digo mirándolo— Me doy cuenta de mi error e intento corregir lo dicho— Y por Maya por supuesto, digo con una sonrisa tímida— 
Tuve que aplazar mi regreso a Madrid, un par de días más. Era necesario que Ana cumpliera su mayoría de edad, para que el abogado pudiera preparar los documentos de nuestro matrimonio, junto con unos acuerdos y unas capitulaciones matrimoniales que mi abuelo, el abogado y yo, revisamos minuciosamente y de las que Ana, no quiso siquiera saber— 


Bajo temprano con la intención de encontrarme con Ana. 


—Felíz cumpleaños , Ana— Digo al verla,  sola en la cocina—Esto es para tí, digo extendiendo mi mano, para entregarle una cajita de terciopelo negra— 


—Gracias Arturo, contesta ella— No debiste molestarte, dice tomando el regalo— 


—Darte algo en tu cumpleaños, nunca será una molestia Ana, por el contrario es un placer, digo acercándome a ella para darle un beso en la mejilla, pero nuestra cercanía me abruma, levanto su barbilla para que sus ojos me miren y en vez de posar mis labios en su mejilla, los llevo directo a su boca— En el primer momento, mi acción la sorprende, pero luego recibe el beso y lo corresponde, mi lengua se abre paso con delicadeza en su boca, volviendo el tierno beso en uno húmedo y ansioso—Llevo mi mano derecha a su cintura y la izquierda  a su nuca, la pego a mí cuerpo para evitar que huya, he estado esperando tanto tiempo besarla que no deseo que este delicioso contacto se rompa, es como cuando pruebas por fin,  un platillo nuevo y descubres que su sabor es exquisito, no quieres acabarlo de golpe sino que lo degustas sin prisa, siento sus manos rodear mi cuello y en definitiva acabo de encontrar la sucursal del cielo aquí, en la tierra.  

 

—¡No!— Dice retirándose me mis brazos— 


—¿Porqué no? — Digo frustrado—Porque me rechazas Ana, si es obvio que entre tú y yo pasa algo y algo muy fuerte—  


—Soy la hija de la doméstica de la casa de tu abuelo, que tipo de relación, podría haber entre tú y yo, Arturo— 
—Una relación de amor, Ana— Y el amor  no ve clases ni estratos sociales, digo en tono triste— 


—Y como manejaremos las diferencias, el que dirán, como manejarás las burlas y los señalamientos, Arturo— ¿Qué tanto nos durará ese amor? ¿Podrá resistir los ataques? ¿aún los de tu propia familia?— Digo a punto del llanto— 


—No lo sabremos si no lo intentamos, Ana— Respondo serio— 


—Pues yo si lo sé, lo anticipo y por eso prefiero no arriesgarme— Se que esta relación sería algo así, como la crónica de una muerte anunciada— Sácate, esta tonta ilusión de la cabeza Arturo, porque yo tambièn lo haré—

 

 Digo dando la vuelta y saliendo rumbo al jardín, sintiendo como mi corazón se deshace en mil pedazos— 

 

Son las cinco de la tarde, hace un rato ví al abogado de Don Alessandro llegar, para hoy fuimos citados Arturo y yo, para firmar los documentos, un chico joven acompaña al licenciado. Se encaminan hacía la habitación de Alessandro en compañía de María, la otra chica del servicio, que los recibió. 


Mientras tanto, estoy en la cocina con mi madre, quién prepara un dulce para cantarme cumpleaños. 


—Ana, Don  Alessandro necesita que subas, me dice María,  al entrar a la cocina— 


Yo solo asiento con mi cabeza y camino hacía la habitación de Don Alessandro.  


—Buenas tardes, saludo a todos al entrar— 


—Buenas tardes Ana, contesta Don Alessandro, él es el licenciado Arrocha, ya trajo lista toda la documentación solo necesitamos que Arturo y tú firmen y el matrimonio será legal— Termina diciendo Don Alessandro— 




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