La Esposa oculta

Capítulo 5

Lo veo salir sin decir una palabra, luego de darle un beso al cuerpo inerte de Don Alessandro. 


Me levanto de mi lugar y decido seguirlo pero el llanto de Maya me detiene, me acerco a ella y la abrazo.  

 


—Se fue amiga, pero disfruto de tu cariño, hasta el último momento, vamos a extrañarlo pero siempre estará en nuestros corazones, Maya— 


—Lo sé Ana, pero nada sera igual sin él— responde Maya— Ve con Arturo, le hará bien tu compañía Ana— termina diciendo Maya.


Le doy un fuerte abrazo y salgo de la habitación en busca de Arturo, bajo la mirada curiosas de sus padres, que estoy segura no lograron escuchar nuestra conversación. 


Voy hasta la habitación de Arturo, pero no lo encuentro allí, bajo las escaleras y me encamino hacía el jardín. 


—No es momento Gloria, necesito estar solo— Digo al escuchar su voz, interrumpiendo el abrazo de mi novia, que acaba de llegar a mi lado en este preciso momento—  


—Ni creas que te voy a dejar solo Arturo, sé que me necesitas— Dice Gloria— 


—No quiero ser grosero, pero por favor necesito estar solo— Digo algo incómodo—


¡Arturo!— escucho una inconfundible voz llamarme a la distancia, lo que hace que me ponga de pie y camine a un lugar más visible. 


Detengo mi avance al ver a Arturo,  junto a una hermosa chica, que me mira de arriba abajo como si le debiera algo. 


—Dime Ana, contesto al verla detenerse a cierta distancia de donde estamos Gloria y yo—  


—Necesitaba hablar contigo, pero si estas ocupado puede ser luego, Arturo—Digo a cierta distancia de ellos— 


—Mucho gusto, yo soy Gloria la novia de Arturo— Dice la chica,  que está junto a él—¿ Tú eres?— 


—Yo soy Ana Ramírez, soy parte del servicio y necesitaba conversar algo con su novio señorita, pero puede ser luego, con permiso—Digo retirándome— 


Su novia—¿Qué hace su novia aquí? ¿Cuándo llego? — repito en mi cabeza, mientras me alejo de ellos.  


—Gloria no se que te dijo mi madre, pero no deberías estar aquí, digo mientras dirijo mis pasos en dirección, hacia el camino por donde se retiro Ana— 


—Espera Ana, le digo en lo que llegamos a una parte más retirada del jardín— ¿Qué sucede?¿Para que me buscabas? — Pregunto intrigado— 


—Yo… yo solo quería darte el pésame, darte mi apoyo, sé cuan importante era tu abuelo,  en tu vida— Digo secándome las lágrimas— 


—¿Porqué lloras, Ana? — Digo,  acercándome a ella y sujetando su rostro con ambas manos— 


—Por tu abuelo, Arturo— digo mirándolo— Pero en realidad, las lágrimas que surcan mis mejillas en este momento, son por otra razón, digo en mi mente— 


—¿Puedes darme un abrazo,Ana? — Digo con la voz quebrada— 


Ana, asiente y se acerca a mí para abrazarme, sus delgados y delicados brazos me rodean, su dulce aroma inunda mis fosas nasales, su cabeza se coloca exactamente en el hueco de mi cuello y mi hombro— Y siento como sí, el dolor menguara, como si su cercanía fuera un bálsamo para mi tristeza, no decimos nada, solo nos quedamos así, abrazados por algunos minutos. 


—Puede que esta imagen no le agrade mucho a tu novia, Arturo— Digo aún entre sus brazos—  


—No me interesa, nada más más que estar así , Ana— Respondo serio—Gracias, necesitaba este abrazo—


—De nada, digo apartándome de él, algo apenada—¿Necesitas algo más, Arturo?— 


—Sí, ayúdame a organizar las honras fúnebres y luego de eso tú y yo debemos ponernos de acuerdo en algunas cosas, Ana— 


—¿Que cosas, Arturo?—  


—De como, haremos lo que mi abuelo pidió en lo que a ti respecta, Ana— Estoy dispuesto a cumplir su voluntad al pie de la letra— Disculpa también, porque Gloria nunca debió venir, eso fue obra de mi madre— tú eres mi esposa y mereces respeto, aunque solo tres personas tengamos conocimiento de ese matrimonio— y en cuanto a nosotros, no te preocupes, ya entendí que eso no va— Termino diciendo— 


—Ok, Arturo— Es lo único que alcanzo a responder— 


Arturo y yo, planificamos todo lo de las exequias, de don Alessandro, muchas personas del pueblo, vinieron a acompañar tanto al velorio como al sepelio, Don Ricardo del Valle y su esposa, solo hicieron acto de presencia, más no se involucraron en lo absoluto— No supe mucho de la novia de Arturo, de hecho no la he vuelto a ver, o tal vez me he mantenido alejada para no verla. 


Mi madre y yo venimos regresando del cementerio, fuimos las primeras en retirarnos. 


—Tienes todo listo madre— pregunto mientras la miro. 


—Si Ana— Pero mi niña estás segura que nos iremos sin despedirnos de Maya y Arturo— pregunta mi madre— 


—Sí mami, es más apresurémonos, para salir antes de que todos regresen—

 Solo  a María, le informamos nuestra partida, para que posteriormente le informe a los demás.

 


—Vamos mamá— Es tiempo de iniciar una vida lejos de este lugar y de la familia Del Valle. 


Digo caminando hacía la salida de la casa, con nuestras maletas en mano. 

 

Mi familia y yo, regresamos del cementerio, Maya viene abrazada a mí y mis padres nos siguen— Anoche le pedí a Gloria que se marchara, hizo un berrinche pero al final se fue, diciendo que nuestra relación había terminado, al menos me ahorro el cortarla, porque ya tenía pensado hacerlo.  


—Llamaré al abogado para que no le de largas al tema del testamento, dice mi padre— Caminando hacía el despacho del abuelo— 


Vaya lío que me espera, cuando sepa como quedo lo de la herencia, llevo a Maya a su habitación para que descanse un rato, luego me dirijo a la mía para intentar hacer lo mismo. Logro dormir un par de horas, para reponer fuerzas, cuando despierto ya casi es de noche, me cambio y decido bajar a la cocina en busca de un café y con toda la intención de ver a Ana, la última vez que la vi hoy fue esta mañana en el sepelio.   




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.