La Esposa Sustituta

Capítulo 6: Desaparecida

ELLIOT
ACTUALIDAD

—Señor Ackerman el servicio de estilistas ya fue confirmado para llegar a su casa —avisa mi secretaria Charlie. Asiento en un gesto y mantengo la mirada fija en los documentos sobre mi escritorio.

Las negociaciones han salido de maravilla y me siento bastante complacido con los beneficios que obtendremos. Soy el único capaz de mantener esta empresa a flote y eso de evidencia en mi astucia.

—Por cierto, el pedido de flores que menciono antes —añade con tono dubitativo—. ¿Desea que las envíe a su casa?

Bufo y dejo los documentos un segundo. Tomo papel y lápiz y escribo la dirección de su apartamento. Todavía no consigo subir, pero un soborno al vigilante fue suficiente para conseguirlo.

—Ten, envíalas a esa dirección —le paso la nota—. Quiero que sea el ramo más grande y hermoso que tengan, no me importa el precio.

—Si señor —dice y sale de mi oficina.

Mis pensamientos se desvían hasta ella y en los últimos días que hemos pasado juntos, recordando viejos tiempos y riendo. Las fotos poco tardaron en aparecer en las revistas de farándula pese a que tuvimos bastante cuidado, ya que no quería rumores considerando que todavía sigo atado a este contrato.

Mi humor cambia cuando recuerdo la conversación que tuve anoche con Anya y esa pregunto que me tomo desprevenido. ¿Si la amaba?

Admito que cuando la vi el día de la boda algo se removió en mi interior, sin embargo, saber que ella es la responsable de la partida de Agnes únicamente por su enamoramiento egoísta hace que cualquier sentimiento de aprecio hacia ella desaparezca.

Recibo un mensaje y lo abro para encontrar una foto de Agnes junto al ramo de flores. Sigue conservando su belleza y curvas, una mujer que impacta a todo aquel a su paso. Siempre fue coqueta y es por eso que durante nuestra juventud no la tomaba en serio, no hasta que me revelo sus sentimientos unas noches antes de que se revelara el compromiso pactado con Anya.

Obviamente aquello la devasto hasta el punto de huir. Nunca tuvimos la oportunidad de formalizar o llegar a algo más, pero ahora el tiempo estaba a mi favor.

Esa noche su familia le haría una fiesta de bienvenida y claramente debo estar ahí. Antes tengo que recoger a Anya y me temo que rumbo tomara la fiesta ante la fragmentada relación entre hermanas.

Por el momento Anya es mi esposa y todavía debo responder por ella según el acuerdo. El testamento dictaba que sí uno de los dos solicitaba el divorcio en el transcurso de los cinco años sería removido de mi puesto de presidencia y ella tendría que entregar su jugoso fideicomiso. Situaciones que no sucederán, ya que sigue enamorada de mí y tampoco pienso abandonar mi trabajo por un estúpido trato entre su abuelo y el mío.

Mi teléfono suena y contesto inmediatamente.

—¿Te han gustado las flores? —pregunto.

—Me encantan, están preciosas aunque mis favoritas son las rosas rojas —aclara.

—Lo tendré anotado para la próxima —contesto y ella ríe.

—Vendrás esta noche a la fiesta ¿no es así?

—Sí, debo pasar por mi casa primero —digo evitando mencionar a su hermana.

—Que bueno, hay algunas cosas que me gustaría discutir contigo.

—Estaremos con nuestras familias, dudo que te dejen sola un momento. Además yo sigo con ella.

—Mi hermana ya te ha tenido durante mucho tiempo, unos minutos conmigo no le harán mayor daño —añade con un tono persuasivo.

—Nos vemos en la fiesta.

—Ahí te veo —cuelga y dejo el teléfono para enfocarme en mi trabajo.

Las horas pasan, decido salir antes del trabajo para prepararme con tiempo. No obstante, mi plan es interrumpido cuando mi secretaria me anuncia que tengo una visita, le digo que la haga pasar.

—Salvatore —saludo extrañado por su presencia en mi oficina—. ¿Qué te trae por aquí?

Salvatore Ferrero, su familia es dueña de una de las principales compañías bancarias en el país. Además él maneja la principal empresa de exportación e importación a nivel internacional.

—Me gusta firmar la documentación por mi cuenta —contesta—. Estaba por aquí y decidí aprovechar.

Su presencia resalta principalmente por el hecho de que no hace muchas apariciones públicas. Las negociaciones se llevaron a cabo mediante su personal. Hay algo que me desagrada de este hombre, pero mi padre insistió, ya que su apellido es sinónimo de poder en nuestro medio.

—Le diré a mi secretaria que traiga los documentos —indico. Agradezco que estos estuvieran listos para ser enviados a su empresa, ya que no me apetece perder más tiempo con él.

Se los entrego y mi secretaria parece percibir el aura que este hombre desprende, ya que sus mejillas se ruborizan y está casi temblando. Seguramente es un casanova.

—¿No leerá los documentos antes de firmarlos? —pregunto.

—Aquí debe estar plasmado todo lo que se discutió en anteriores reuniones —dictamina—. Pero si su intención es sembrar la duda y desconfianza Ackerman me temo que será mejor que arranque estos papeles de mis manos,  porque si piensan estafarme no habrá hueco en esta tierra donde puedan esconderse de mí —asevera.




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