La estrella que más brilla

Capítulo 6

Otro día concurrió de la manera más habitual posible, la reprendida de ayer fue inevitable, una razón más para no volver a salir a la calle sola, que d e por si ya me costaba. El perrito ya no estaba cuando salí de casa esta mañana, debí suponerlo, se me encogió el estómago de pensar que pude darle un hogar y no lo hice. Un aire de melancolía me ha acogido desde temprano, es de esos días en los que inconscientemente te levantas con el pie izquierdo y con la desmotivación en su punto álgido. Por la tarde salgo de la cafetería antes que Jayden como siempre, dejándole a él la tarea de cerrar. Comienzo a caminar, colocándome los audífonos y me dirijo a casa con las manos en los bolsillos, voy inmersa en la música como siempre, pero aun así no puedo dejar el desánimo que me invade en ese momento. La sensación de que alguien me sigue asedia repentinamente, intento ignorarlo y aceleró el paso, un zumbido rimbomba de un oído a otro, evocando el pánico a mi cuerpo, las manos me sudan y la música se ha quedado lejana a mis sentidos.

_ ¿A qué volumen traes esas cosas?_ percibo su voz en cuanto retira el audífono derecho súbitamente, mi grito queda en el aire.

Estoy tan agitada como si hubiese corrido una maratón, no contestó lo miró con timidez, no acostumbro a hablar con mucha gente, hace mucho tiempo que no soy así, a no ser que esté alguien cercano a mi a mi lado me es difícil desenvolverme.

_Disculpa

_¿Qué? _ mi hilo de voz refleja confusión, ausencia.

_ Que no quise asustarte_ añade con suavidad.

_Ah, estoy bien, descuida_ divago unos segundos antes de continuar andando, él hace lo mismo por un lado de mí.

_¿Vas a tu casa?

Asiento.

_También voy por el mismo rumbo_ sus palabras salen con afabilidad y confianza, pero un momento de silencio se cuela entre ambos_. ¿Te molesta si te acompañó? _ titubea, su expresión a pasado a ser insegura.

_No_ respondo negando la cabeza con énfasis_ claro que no.

_¿Saliste a dar un paseo o algo así?

_No_ mi tono sigue siendo delgado y entrecortado, carraspeo la garganta e intento sonar más normal_ vengo del trabajo.

_¿Trabajas cerca?

_Más o menos, en una de la cafeterías del centro.

_ Oh, Morgan me dijo que tu fuiste quien ayudó con los bocadillos de su fiesta, lo mejor que he probado por cierto.

Me quedo de hielo, siento como si me fueran a sangrar las mejillas, ¿Qué se supone que debería responderle? Otra vez mutismo por mi parte, apenas hago una media sonrisa, y bajo la mirada, no sin antes verlo con una extensa sonrisa que hace que en arque su barbilla.

_Eres tímida, ¿verdad?_ de pronto no se como tomar su comentario, no parece haberlo dicho con mala manera, pero mi mente crea mi y un posibilidades.

_Creo que si_ musito sin levantar la vista.

Ese sentimiento de desprecio hacia mí de nuevo, ¿Por qué me cuesta tanto entablar una maldita conversación?, me siento estúpida y con miedo. De soslayo caigo en cuenta de su acompañante, mi extrema preocupación no me había permitido darme cuenta de su presencia. Sus ojos como dos canicas brillantes me miran con un brillo enternecedor.

_Tranquila, trataré de no ser tan abrumador con…

_¿Es tuyo?_ inquiero señalando al ser de cuatro patas atado a una correa roja.

_Si, es Alguer_ me cambio al otro lado sin dudar, le acarició la cabeza y las orejas, el me recibe con brusquedad.

_Hey no, Alguer, dejala.

_No, no está bien déjalo, no me lastima.

_Lo siento, tiende a ser muy cabeza dura.

Avanzamos en silencio por la acera, el siseo del viento y la fricción de las hojas de los árboles y arbustos, nuestro único armonioso sonido. Will trae una mochilita, en la que empieza a rebuscar algo. Me extiende la mano con una barra de chocolate envuelta en papel dorado.

_¿Te gusta el chocolate?

_Si, gracias_ profiero recibiendo el chocolate.

_Creo que se necesitaría estar loco para que alguien no le gustase_ dice en medio de una pequeña carcajada.

_ Definitivamente_ mi respuesta sale en compañía de risas también.

Alguer comienza a ladrar a modo de reclamo, le ofrezco un pedazo y lo acepta con desespero, juraría que es el mismo de ayer, pero él si trae collar, dudo en preguntar pero finalmente lo hago

_¿Lo dejas solo afuera?

_No, ¿por qué?

_Es que ayer me siguió uno de la misma raza, no se me da la impresión de que es el mismo.

_Ayer… seguramente, te dije que era muy cabeza dura ¿no?, si supieras los desastres que puede hacer, escapa de casa cada que se le viene en gana, rompe cualquier cosa a su paso, no se como hacerlo entender_ el perro frunce las orejas hacia atrás, perecerá que realmente le avergüenza lo que me cuenta Will._ Lo rescaté, había pasado ya por cinco familias, abandonado por lo mismo, pero no me arrepiento, es el mejor acompañante que he podido tener, lo acepto con todo y su desastre.

Sonrió ante sus palabras, el resto del camino la pasamos en silencio total.

De repente ya estamos en el porche, aquel camino que creí seria abrumador se convirtió en algo completamente apacible y Will tolerando mi mutismo sin cuestionamientos y una barra de chocolate, que, a decir verdad, si había logrado cambiarme de humor. Se despide con un simple “adiós” y una leve sonrisa.

Seguramente una deliciosa cena me espera, pues antes de si quiera entrar, un delicioso aroma me recibe. U a vez en el umbral, escucho voces provenientes de la cocina, no son cocidas a simple pido, debe ser alguna amiga de mamá, prefiriendo evitarla me encamino escaleras arriba, pero a medio camino algo me detiene, una carcajada estridente que guardaba en el más escondido baúl al fondo de mi mente. Bajo cada peldaño en cámara lenta, con el entrecejo fruncido, aferrándome con fuerza al pasamanos. A travieso el comedor y ahí en la entrada, mis músculos se tensan cuando veo de quien se trata, parpadeo un par de veces, es difícil para mi creerlo, la persona que menos esperaba en estos momentos. No recuerdo la últimas que compartimos al menso un mensaje de texto, pero todo en ella seguía igual, su cabello castaño, largo y lizo como el mío, incluso solían decirnos que éramos bien parecidas, muchos de los chicos de la escuela creían que éramos hermanas hasta que nos lo preguntaban, la única diferencia que había era el color de los ojos, ya que los suyos eran de un café claro muy bonito.



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En el texto hay: amor, amistad, dolor

Editado: 04.01.2022

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