La estrella que más brilla

Capítulo 12

Alguna vez prometí no volver a enamorarme, papá siempre me decía que tener a una persona a tu lado era una de las cosas más lindas que tenía la vida, que un buen día llegaría alguien que me lo hiciera ver, una persona sería digna de ser el indicado para darle ese lugar. Yo solo negaba con indiferencia, él había tenido la suerte de conocer a alguien como mamá y ella a alguien como él, pero fue solo eso, suerte. Lamentablemente no creo que ésta este acompañando cada uno de nosotros por todos lados, puedes tener éxito en tu vida laboral y no en la amorosa, puedes sentirte satisfecho con tus relaciones personales, pero no con aquello a lo que te dedicas. En otras palabras, la vida te da una cosa o la otra, no es posible tenerlo todo.

Pero hoy, un inquietante pensamiento ha estado merodeando en mi cabeza, niego cada idea que se me cruza mientras friego tazas de cerámica y utensilios de cristal, hace años prometí que iría a Canadá y estudiaría astronomía, había prometido a Mia llevarla a Paris cuando visitara aquella ciudad, ¿es posible nunca poder cumplir una promesa?

Una de las tazas resbala por la piel mojada de mis manos, haciendo un sonido estruendoso una vez hace contacto con el suelo, haciéndose añicos completamente, maldigo por lo bajo hincándome para recoger los pedazos, Jayden entra estrepitosamente a la cocina, no digo nada, lo miro con indiferencia, después reacciono, él no tiene la culpa de mi pésimo humor ni de mis problemas emocionales, trato de apaciguar mi carácter y continúo recogiendo los trozos de cerámica.

_ ¿Estás bien? _ pregunta al momento que se pone en cuclillas para ayudarme a recoger. 

_ Estoy bien Jayden, deja, puedo hacerlo sola.

El chico duda, pero finalmente ignora por completo mi petición, se queda en silencio, con la mirada gacha. Poco después la campanilla emite un tintineo anunciando la llegada de un cliente, Jayden sale casi de inmediato, dejando la estancia nuevamente vacía y sin sonido alguno. Tomo mi mochilita del perchero para sacar los auriculares inalámbricos, me los coloco, pongo play a la playlist de siempre y subo el volumen al nivel más alto y continúo con mis labores.

El resto de la tarde mi compañero y yo apenas cruzamos uno que otro monosílabo, he sido un tanto ruda esta mañana, y sin duda alguna el pobre ha tenido que aprender a reconocer cuándo de plano no quiero ni articular palabra, hoy es uno de esos días, por lo que se mantiene al margen tratando de no alterarme.

_ ¿Iras a tu casa saliendo?

_No, pasare al refugio a ver a Morgan y a Benji.

_ ¿Te puedo acompañar?

Sus palabras han salido con un atisbo de duda, curvo las comisuras de mis labios, mi sonrisa, aunque forzada es sincera, el intento de apaciguar el momento ha funcionado, asiento como respuesta a su pregunta, para después continuar con la charla.

_ ¿A qué quieres ir? _ inquiero con curiosidad.

_ Nada en particular, mamá hoy tuvo día libre, así que no tengo prisa por llegar a casa, además me gustaría colaborar con algo.

_Bueno, está bien, la ayuda nunca sobra.

Hacía tanto que no cerrábamos el local juntos, siempre me cuelo unos minutos antes. Hace un día muy bonito, después de la lluvia de ayer, es fresco y el cielo está nebuloso. Desde su costado, observo el dije colgando de su cuello, aparentemente nunca se lo quita, yo traigo el mío también, solo que debajo de la ligera sudadera. Subimos a su pequeño escúter para emprender camino.

Una vez en el refugio, recorremos el pasillo, Jayden mira con ternura y compasión a cada uno de los perritos, camina con las manos en los bolsillos y de vez en cuando regala una caricia a uno que otro de nuestros amiguitos. De repente la voz chillona de Morgan aparece, está acompañada por una chica de coleta, es alta y lleva ropa deportiva, pasa ofreciendo sonrisas cariñitos a cada animalito, ambas conversan cosas que no alcanzo a percibir con claridad, pero visualizo la especial atención que la chica ha puesto en Benji. Él sin ánimos como siempre, lanza su mirada hacia arriba para verla, ella le habla con voz chillona y acaricia sus largas orejas, me acerco con cautela.

_ Tiene unas cuantas semanas aquí_ explica Morgan_ la verdad es que su mejoría es poca y es momentánea, pero sin duda con el cuidado, la paciencia y el amor necesario lograría superarlo.

_ ¡Ay! pero si eres la cosita más tierna y bonita del mundo_ se dirige al perro arrugando la nariz_. Se ve que es joven y es justo el tipo de amigo que quiero, te aseguro que haré lo posible por su bienestar.

_ Bien, parece que ya tienes nuevo hogar Benji.

_ No_ interrumpo de manera abrupta, ambas chicas se vuelven hacia mí.

_ Evolet, no te vi llegar_ apunta dibujando una sonrisa_ hola Jayden_ su sonrisa se amplia, él saluda detrás de mí.

_ Perdón_ me dirijo a las dos_ lo que pasa es que Benji ya ha sido adoptado.

_ ¿Cómo que…?

_ Si, justo hace unos minutos lo acabo de adoptar, de hecho, he venido por él.

La chica que es incluso más alta que yo, frunce el rostro, pero finalmente se rinde.

_ Oh, está bien, no te preocupes, uno más que ha encontrado un hogar, ojalá hubiéramos diez aquí con la finalidad de adoptar ¿no? _ ríe con amabilidad, le respondo únicamente con una sonrisa leve.

Morgan me lanza una mirada de confusión, pero no dice nada, me acerco a Benji quien en cuanto me ha visto se ha puesto de pie moviendo la cola levemente. La chica sigue viendo a los demás animalitos esperando ser escogidos, mientras, yo abro la jaula para colocarle una correa a Benji. Bien, ya lo hice, me acabo de echar el reto más grande de mi vida, y no es precisamente el del cuidado de Benji, sino convencer a mamá de que me deje mantenerlo en casa, de persuadirla para que no me haga regresarlo de vuelta, no entiendo cuál es su problema con los animalitos, en fin, al menos de algo si estoy más que segura, o Bneji se queda conmigo o tendré que dormir en el porche.



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En el texto hay: amor, amistad, dolor

Editado: 04.01.2022

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