La eterna prometida del magnate

Capítulo 13

En la casa de Dastan Silverman Hudson

Dastan: mi hermano es el único que no se ha dado cuenta de que está enamorado de su esposa. Seguramente un día lo reconocerá y tal vez piense que lo que siente por ella es costumbre.

Bastián: la mayoría de los hombres no saben reconocer cuando están enamorados. Porque siempre reaccionan cuando los dejan o también cuando están a punto de perderlas.

Dastan: precisamente eso fue lo que pasó con mi hermano. Él no estaba dispuesto a perder a su mujer y se puede ver amor por ella en sus ojos.

Bastián: todos nos dimos cuenta de eso. El amor es algo difícil de disimular y la manera en que la cuidaba era demasiado extraña, ya que un hombre no hace nada de eso si no tuviera sentimientos por su esposa.

Dastan: ahora quisiera saber en dónde está ella. Además, desde que llegué no la he visto y quiero verla antes de centrarme en mi trabajo.

Bastián: estoy seguro de que debe de estar en la cocina. Pero últimamente la he visto hablando con el chofer y sobre todo se ve feliz haciéndolo.

Dastan: sabes que me molesta saber que alguien más está cerca de mi sirvienta. Esta noche quiero que lo despidas y nadie debe de saber la razón del porqué lo hice.

Bastián: es igual que su hermano en ese sentido. Ahora solo necesito cumplir con sus órdenes y acaso nunca va a pensar que ella es la mujer que ama.

Él deja a su jefe dejándolo pensativo, Dastan nunca había pensado en esa posibilidad. Él no podía creer que fuera verdad lo que Daniel le había dicho, Dastan deja de pensar y después de eso empieza hacer su trabajo, ya que nunca le había gustado dejar trabajo pendiente en la empresa.

En la casa de Daniel Silverman Hudson

Daniel: por fin te has despertado. Pero como lo hiciste debemos de ir a cenar, porque es tarde y seguramente tienes hambre, así que bajaremos o prefieres que cenemos en nuestra recámara.

Luciana: quiero que bajemos a cenar. No puedo creer que me quede dormida toda la tarde, eso quiere decir que no pudimos disfrutar de nuestro día juntos.

Daniel: yo me siento feliz de haberte cuidado mientras estabas dormida. Además, estabas demasiado linda mientras lo hacías y no quise despertarte al darme cuenta de que era tarde.

Luciana: muchas gracias por dejarme descansar. Estoy segura de que tampoco has comido nada por esperarme hasta que despertara y debiste haber comido algo.

Daniel: no podía comer nada sin que estuvieras a mi lado y mientras esperaba les hable a nuestros familiares para invitarlos a cenar mañana en la noche.

Luciana: así que ya lo hiciste. Entonces necesitaré preparar bien la cena para poder recibirlos, aunque se cocinar y no sé si lo que haga sea de su agrado.

Daniel: sabes que no tienes ninguna necesidad de hacer nada. Porque las sirvientas se encargarán de hacerla y tus manos son demasiado frágiles que no quiero que te lastimes.

Luciana: te recuerdo que no soy una princesa que no puede hacer nada. Además, me puedo encargar bien de hacer eso y quiero demostrarle a mi madre que yo también sé cocinar.

Daniel: dejaré que hagas lo que quieras. No quiero que pienses que quiero impedirtelo y yo observaré todo lo que haces, así que no quiero que te pongas nerviosa ante mi mirada.

Luciana: me gusta tener un esposo que me consciente, mi amado Daniel. Ahora puedo ver que estás intentando ser bueno conmigo.

Daniel: esta es la primera vez que me dices así. Pero debe de pensar de qué otra manera decirte y después de que lo piense te lo diré.

Luciana: espero que me digas como te sientas cómodo. Aunque no es necesario que lo hagas, ya que siempre me has llamado por mi nombre.

Él tenía que pensarlo y solo necesitaba tiempo. Daniel se levanta de su asiento para acercarse a la cama y cuando llega levanta a su esposa para después cargarla entre sus brazos. Ellos salen de su recámara, Daniel baja de esa manera al comedor y cuando llegan la sienta en una silla para terminar sentándose él también.

Daniel: solo falta pedir que nos sirvan la cena. Nada más que todos los días serán especiales y lo que más espero es verte embarazada de nuestros hijos.

Luciana: no quiero ni imaginar cuántos hijos vamos a tener. Ahora prefiero pensar que únicamente tendré uno, aunque eso sería imposible.

Daniel: todo puede ser posible. El amor también lo será y sé que necesito aprender a ser como tú quieres que sea para que nunca se termine el amor que sientes por mí.

Luciana: el amor nunca se termina. Porque lo que siento por ti es amor verdadero y ese sentimiento es el único que no se puede olvidar por más intento que haga de no sentirlo.

Daniel: sé que quieres que te ame. Solamente que eso sonó como si fuera un reproche y reconozco que puedes hacermelo, ya que mi comportamiento en el pasado no fue bueno.




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