Briar Ainsword.
El sonido del agua, con raro olor y con un color grisáceo, que cae desde la punta del monumento rocoso y choca con la acumulada en el pequeño círculo de cemento, me mantiene absorta en mis pensamientos. Mientras observó como las personas crean bullicio frente a mi.
Me encuentro sentada frente a una banca de metal color verde, en el parque central. Con la mirada sigo a varias personas que pasan frente a mi con prisa, cargando bolsas de la fruta con mal sabor que venden aquí.
Todos los días, aquí en el centro, se llena de pequeños puestos que venden ropa y joyería que roban de la ciudad más cercana. También venden comida, pero si quieres alcanzar necesitas venir por la madrugada para alcanzar la buena, de lo contrario te tocará la podrida y sin sabor.
Yo no suelo estar aquí a diario. Anteriormente, cuando aún vivía con mis padres, me veía aquí diariamente dando molestias a las personas con mis palabras sosas, era mi pasatiempo favorito. Ahora es diferente, no tengo tiempo, entre mi trabajo, leer y molestar a Aileen, solo vengo cuando es necesario.
Si estoy aquí es porque ahora no estoy trabajando y porque hay un evento importante. Se trata de la llegada del príncipe. Su padre, el rey Hughes ha estado muy enfermo, se dice que morirá.
Nadie aquí sabía que el rey tenía un hijo varón, creíamos que solo tenía a Claire, su hija de veintiún años, sin embargo, ahora que está muy enfermo y siente a la muerte tocando su puerta, el rey reconoció a el muchacho como hijo. Nadie lo conoce así que es un revuelto, tampoco sabemos cómo es, así que no puedo decir más sobre el futuro rey.
He conseguido un lugar en el castillo, se necesitaba nuevos empleados y logré conseguir un puesto. Aileen fue la que me animo a conseguirlo, de hecho, al igual que yo, consiguió el mismo trabajo. Eran muy pocas las probabilidades de conseguirlo, había muchas personas solicitándole por los beneficios que trae de la mano: buena comida, hospedaje y buena ropa, por lo que saber que trabajaremos ahí me pone feliz y más porque estaré con mi amiga; la mayoría de cosas las hago con ella, somos un par de la vida.
Me pongo de pie para ir en busca de Aileen la cual ahora está perdida entre todas las personas, si mal no recuerdo está aquí para comprar algún accesorio para el vestido que usará está noche. Yo no tengo dinero para comprar ni de lo robado, así que ella me prestará lo que ella tiene.
Siempre ha sido así, Aileen suele prestarme ropa o algún accesorio. De pequeñas teníamos demasiadas peleas por ese tema, aunque a mis padres no les agradaba la idea y si me preguntan: iban en contra mía.
Me abro paso entre las personas, en un momento una pequeña niña se interpone en mi camino por accidente.
—Briar— susurró una pequeña niña con su suave y dulce voz.
Bajo la mirada enfocándola en la niña castaña, con un vestido color esmeralda que hace juego con sus grandes ojos, largas pestañas y el color carmesí que ahora ha adoptado su cara regordeta.
Ella me observaba con un hilo de pena, curiosidad y temor.
Sonreí de inmediato para tratar de darle confianza a Zaira — si así se llamaba la niña— e hice un ademán para que continuará, lo cual no hizo.
Abrí la boca para tratar de decir algo pero la cerré al instante al no saber que, con exactitud.
Trate de no despegar la mirada de ella, lo cual, era difícil ya que con cada segundo que pasaba el silencio se hacia más denso.
Me aclare la garganta.
—Hola Za….
—Perdón, venía distraída—susurra.
—No importa. Solo tienes que tener más cuidado ¿esta bien?.
Mis palabras parecen tener un efecto positivo en la chica pues de de inmediato su cuerpo, ligeramente encorvado, se estira y una sonrisa se pinta en sus labios, marcando un hoyuelo en su mejilla derecha.
—Mi atención fue arrebatada por un libro— decide compartir conmigo.
—Genial.
—Mi madre dice que no debería alejarme de ella.
—Bueno tu madre dice la verdad, aunque es muy pequeño el lugar no deberías andar sola entre tanta gente, ya que ….
—También dice que leer no es para mujeres porque pierden el tiempo.
—En realidad…
—Era lo que decía el rey…
—Si es lo que el rey…
—Morirá y espero que cambien las cosas. A mí me gusta leer— su boca se ensancha en una sonrisa.
Me alegro al verla sonreír, así que se la devuelvo de inmediato.
—Que bien m….
—Quiero leer uno de historias.
—¿Te gustaría que te contara una historia de las que he leído?— pregunté tratando de sonar entusiasmada.
—No— negó la niña al instante. Avanzó más hacia mi y en un susurro dijo—:Cuénteme una historia de este lugar.
—Lo más probable es que las sepas todas ¿Me equivoco?.
—No. Pero lo más probable es que usted tenga más detalles y exactitud en ellas.
La seguridad con la que habla me sorprende, así que solo me limitó a asentir
Admito que eso no lo esperaba, aún así, no me costaba absolutamente nada compartir las historias con Zaira, la dulce niña que se acerco a mi.
—Bien. ¿Cuál de todas te gustaría escuchar?.
—Realidad.
Apreté mi boca en una fina línea asintiendo.
—Se escondían de lo común.
Rodeados de lo que ahora conocemos.
Lejos de aquello que los afectaba
Y en lo que nunca coincidieron.
Pasado el tiempo, no hubo conflictos,
Bailaban y gozaban sin parar
Su magia al cielo disipaban,
Creyendo que no habría un final.
Al poco tiempo, entre todos
Una impostora se encontró,
Fingió ser alguien que no era
Solo para causar conflictos
Absolutamente todo empeoró.
No era mucha su fe y confianza.
Después de eso comenzó a afectar.
Separando aquella alianza,
Que alguna vez se logró formar.
Crearon dos mundos nuevos,
Que vivían en constante Guerra.
Con el tiempo se fue perdiendo,
Lo que venía de varias eras.