Conocí al príncipe.
Al pasar las rejas nos encontramos con un largo camino de piedra blanca, rodeado de pequeños arbustos con formas de triángulo, y pastizal. Para mí la vista era encantadora, es inusual encontrar un espacio con tono verde. Y es curioso porque los colores eran en su totalidad diferentes, la reja era una linea donde de un lado había vida y el otro lo único que tenía era su opacidad.
Una mujer que aparenta tener poca edad se planta frente a nosotras, saluda cordial e invita a seguirla. Nos lleva a la parte trasera del castillo y abre una puerta café que da entrada a la sección de habitaciones para empleados, abre otra puerta café, solo que esta con un número dorado, dejando ver una habitación color blanco con dos camas cubiertas por edredones rojos. En cada esquina hay una mesita de noche con una lámpara muy simple, una gran ventana en el centro donde se separan las camas cubierta con una persiana gris , a la derecha un grande armario y una puerta al lado que supongo es el baño.
Al dejarnos solas lo primero que hago es dirigirme a la ventana para poder apreciar la vista. Al correr la persiana mis ojos encuentran el espacio visto al entrar al castillo, el aire comienza a colarse acompañado con los rayos del sol que al instante decoran la habitación.
— Linda vista— murmuro ensanchando mi boca en una sonrisa.
No recibo respuesta. Giro sobre mi eje para observar a Aileen, sigo con atención cada uno de sus movimientos, dobla la ropa que ha comprado con una tranquilidad y un cuidado desesperante. Ya sin ganas de seguir observando la lentitud con la que dobla, me dirijo hacía ella para ayudarle, lo hago de una manera más rápida y termino en segundos. Mucho mejor, Aileen se molesta por mi acto.
Carga su ropa y abre el clóset, al hacerlo las dos quedamos asombradas. En el interior hay varios vestidos coloridos, muy lindos y caros, algunos más elegantes que otros.
— ¡Que hermosos vestidos!— exclama Aileen con emoción en su tono de voz.
—Y ninguno de ellos es lila—Me encanta el color lila, no sé si les pase, pero al menos a mí me gusta tener la mayoría de las cosas de mi color favorito.
— He comprado uno hace un rato, te lo puedo prestar— dice y agita el montón de ropa que yace en sus manos donde, efectivamente, hay un vestido lila.
—No hay espacio para tú ropa—digo cambiando de tema e ignorando su propuesta.
Aileen frunce su ceño, parece estar pensando, buscando una solución que al final logra encontrar; se inclina y con cuidado mete la ropa bajo los vestidos, a excepción de los tres vestidos que compró para está noche, los cuales no va ha necesitar, solo el que me prestará y que ha metido cuidadosamente entre los demás.
Después de un rato salimos con un vestido simple, color verde. Con prisa caminamos por un largo pasillo color blanco con detalles dorados y con el techo decorado con grabados. Varios candelabros también dorados colgaban resaltando el lugar. El piso era de madera pulida.
Una ves que nuestros pies tocan la sala principal el encanto y asombro se hace presente. Era un espacio amplio de un color dorado con tres arcos, uno en el centro y a cada esquina; bajo cada arco había unas escaleras color blanco con la barandilla de cristal, también había un gran candelabro en el centro y varios balcones alrededor.
—Vuelvo a repetir que es hermoso— dice Aileen fascinada.
—Lo es— confirmo.
—No me arrepiento de haber conseguido este trabajo.
Bajo la mirada, borro la sonrisa y la remplazo por un ceño fruncido.
—Eso es algo que yo no puedo afirmar, ¡No hay vestidos lilas!.
Aileen suelta una pequeña risa.
—Buenos días— murmura una voz suave y melódica, detrás de nosotras.
Aileen deja de reír para darse la vuelta, acción que imito al instante. Vemos a una chica de gran altura y buena porte.
Era la princesa Claire.
Las dos hacemos una leve inclinación murmurando un sonoro " Buen día señorita Claire". Claire solo sonríe ante nuestra acción e infla su pecho juntando sus manos frente a su abdomen.
—No es necesario la reverencia— dice Claire con lentitud, como si arrastrara cada palabra—. No me gustan demasiado.
Me reincorporo y asiento con la cabeza a modo de confirmación. Aileen hace lo mismo y juntas la observamos con total embeleso. Ella en verdad era hermosa, su piel parecía porcelana y brillaba con el contraste de luz, sus ojos verdes esmeralda resaltaban con su cabello rojizo y sus grandes pestañas que incluso llegaban a parecer falsas. Inmensas ganas de acariciar cada parte de su rostro con sumo cuidado, se apoderaron de mi.
— Lo entendemos princesa Claire— dice Aileen inclinando la cabeza, inmediatamente se da cuenta de su acto y la endereza, ahora con un color carmesí en sus mejillas.
—De igual forma, no es necesario que me digan "princesa" , "señorita" o me hablen de usted. No lo tolero y con menos razón si viene de ustedes que pasarán un gran tiempo a mi lado.
Claire ensancha más su sonrisa, como si el hecho de tener a dos personas a su lado todo el tiempo fuera grato. Puedo entenderlo, puesto a que toda su vida ha estado rodeada de gente mayor que ella, el tener a dos chicas de tu edad suena emocionante, podrías formar una bella amistad.
— Les queda bien los vestidos que he elegido— Halaga, Claire —. He escogido lo mejor para ustedes.
"Puesto que no hay ningún lila".
—Gracias Claire, en verdad— Inicia Aileen y me da un codazo para que continúe.
— Si, gracias por tener ese gesto con nosotras, la verdad no era necesario, y si, es verdad que lo mejor está en ese clóset, los mejores vestidos verdes, azules, negros, rosas, amarillos, rojos...ningún lila. Hemos quedado maravilladas con las prendas. De nuevo : Gracias.
— Supongo que tu color favorito es el lila— dice.
— No, es el negro— contesta por mi Aileen.