La fascinación del Ceo.

Capítulo 8 "Divina"

Warren

Elmer tenía razón, el club es de lo más exclusivo de la ciudad, cosa que me agrada, sobre todo porque vengo con mi hermana. Avanzamos los tres hasta el área VIP, en donde ya tienen una mesa reservada para nosotros.

Reparo el área con detenimiento, aunque estoy seguro de que ya mis hombres se cercioraron de que todo está en orden.

Elmer y mi hermana conversan animados, mientras yo bebo de mi trago de Macallan 1967. Mi mirada continúa escaneando el lugar, pero son unas piernas largas forradas con unas botas negras de tacón alto, que terminan en la rodilla, una minifalda de cuerina del mismo tono y un top rojo dell mismo material, que envuelven con majestuosidad el escultural cuerpo de una mujer que está de espaldas a mí, lo que capta mi atención. Su cabello está recogido en una coleta alta y elegante, pero es la retaguardia a la que se pega esa falda, que no es para nada despreciable, lo que me deja hipnotizado.

—Parece que viste algo interesante —dice mi primo, acercándose a mí.

—Así parece —dije con una sonrisa ladina.

—Es guapa —dice mi hermana.

—Hay que verla de frente ­—Aclara Elmer.

—Pues sí.

Seguí admirando con descaro, mientras bebía mi trago. De repente perdí aquel escultural cuerpo de vista y me concentré en la conversación de Elmer con mi hermana.

—Vamos a bailar —pidió ella.

—Creerán que soy tu sugar daddy y me vas a espantar a las posibles víctimas —expresó Elmer, en un tono serio.

—No eres tan viejo, ¿o sí?

—Es literalmente del siglo pasado —respondí.

—Tú también, así que cállate —alega mi primo en su defensa.

—Anda, vamos a bailar, prometo que no haré que se te espanten las víctimas —alegó Jazmín, levantando la mano derecha con solemnidad.

Elmer sonrió y se llevó a mi hermana de la mano, hacia la pista de baile, mientras yo seguía disfrutando de mi trago.

—Hola guapo, eres Warren Carson ¿cierto? —escuché decir a una mujer, que llegó a mi lado. Levanté la vista y la miré, era guapa, alta, con buen cuerpo y facciones hermosas. —Si quieres, puedo acompañarte.

No había terminado de decir aquello, cuando ya estaba sentada a mi lado, muy cerca de mí, demasiado para mi gusto —Te he estado observando y me pareces un hombre sumamente guapo, mucho más que en las fotos de las redes sociales o las revistas.

Sonreí al escuchar aquello; esta mujer era directa, demasiado directa, a decir verdad.

—Gracias por el cumplido y la verdad, no, no quiero compañía.

—¿En serio? ¿No me digas que tú y yo tenemos los mismos gustos? Eso sí que sería una pena, cariño.

—Si lo que acabas de insinuar es que también me gustan los hombres. Déjame aclararte que no, no es así.

—Ya decía yo que no podía haberme equivocado con un hombre tan … hombre. Y si el problema es que eres comprometido, no te preocupes, yo no soy celosa —dice ella mientras mira mi mano, asumo que buscando algún anillo.

Sonreí, mientras la veía. La mujer estaba literalmente encima de mí.

—Es una lástima — dije serio.

La mujer me miró extrañada, evidentemente no entendía de qué le hablaba.

—¿Qué es una lástima?

—Que una mujer tan bella, tenga que abordar a un hombre de esta manera, tan directa. En lugar de esperar, ser ella la abordada.

Intentando disimular su incomodidad, la mujer miró a ambos lados.

—Soy lo que llaman por allí "una mujer de armas, tomar”

—Y yo soy el típico macho alfa al que le gusta, cazar.

—Increíble que el gran Warren Carson, sufra de masculinidad frágil y se sienta intimidado, con una mujer como yo.

—Intimidado yo, jamás. Esa palabra no existe en mi vocabulario, pero, como dije, me gusta ser el cazador y no la presa — dije, volviendo a concentrar mi atención en la pista, como si ella no estuviera allí.

No la escuché decir nada más, sino que se puso de pie y se alejó. Tal vez había sido algo descortés, pero no me gustaban las mujeres que venían con lazo de regalo incluido.

Mi atención siguió concentrada en ubicar a la chica de las botas y la falda de cuerina, tenía curiosidad por saber quien era.
Un par de minutos después vi volver a Jasmín y a Elmer de la pista, parecían haberse divertido.

—Warren, nuestro primo es un fracaso como sugar Daddy. ¿Puedes crees que no sabe quién es Taylor Swifft?

­—Es una actriz, ¿no? — dije serio.

—Ay, por Dios, tengo que sacarlos más seguido. Es una cantante, hermanito, una de las mejores del mundo.

—Ah, ya —respondí.

—Son un par de aburridos —replicó mi hermana.

—Un par de aburridos, millonarios y guapos —alegó Elmer.

—Pero aburridos al fin —sentenció mi hermana.

—Ven, baila conmigo. —Pensé en negarme, pero la conocía lo suficiente para saber que no me dejaría en pasa, hasta que la acompañara a la pista.




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