Warren
El resto de la noche, evité mirarla, aunque tuve que hacer un gran esfuerzo para lograrlo. Esa mujer estaba espectacular. Lo que me tenía realmente preocupado es que como la vería ahora en el trabajo, sin pensar lo bien que se ve esta noche y lo maravillosamente bien, que le quedan esa falda, esas botas, ese top, esa… No vayas por allí, Warren, no es bueno, eres un hombre demasiado inteligente para caer en ese estúpido cliché de jefe-secretaria.
El que sí parece estar fascinado y mucho más, es el imbécil de Elmer. No deja de halagarla. De sonreírle, incluso la ha invitado un par de veces a bailar, mientras que yo solo lo he hecho con mi hermana y con Katy.
—Creo que ahora si es hora de irnos —dice Malena, mientras sonríe.
—Ay amiga, eres una aburrida.
—Puede que sí, pero en serio, Katy, y quiero irme.
—Yo puedo llevarte —se ofrece mi primo—. Tal vez tu amiga quiera quedarse un rato.
—No, no y no, la regla es vinimos juntas, nos vamos juntas — alega Katy, con la lengua un tanto enredada, por el abuso del alcohol.
—¿No piensas conducir en ese estado?
—¿Y por qué, no? — alega Katy, mientras se pone de pie.
—Porque yo amo mucho mi vida y prefiero conducir yo —responde Malena.
—Podemos salir juntos, ya es algo tarde — agregué, en un tono serio.
—Bien, entonces vamos —responde Elmer animado.
Los cinco salimos del sitio y ya en las afueras del club, nos despedimos formalmente.
—Fue un gusto conocerlas, chicas —dice Jasmín, despidiéndose de beso y abrazo con las chicas.
Veo a Elmer acercarse y despedirse de ambas, con un beso en la mejilla, solo que el de Malena, dura un poco más que el que le dio a Katy.
—Gracias por la compañía, hasta luego, Warren —expresa Katy, dejando un beso en mi mejilla.
Por un momento pienso que ella hará lo mismo, pero no sucede. Desde donde está, solo hace un movimiento con su cabeza, antes de hablar.
—Muchas gracias por todo, señor, nos vemos el lunes, Dios primero.
No respondo, solo respondo con un amago de sonrisa, que pareció más una mueca. Avanzo hasta donde está mi auto y antes de entrar en él, le pido a mi equipo que un par de ellos escolten a las chicas hasta su destino, mientras que los otros se ocupan de nuestra seguridad.
—Es muy guapa y amable tu secretaria — alega Katy — Y parece que Elmer si no le tiene miedo a nada.
No respondo, es obvio que el comentario sobre Elmer es una provocación, en la que no pretendo caer.
En mi vehículo solo vamos mi hermana y yo, ya que Elmer se fue en el suyo. Decido poner algo de música. Jasmín guarda silencio, parece captar la indirecta de inmediato.
A la mañana siguiente me levanto temprano y bajo a mi gimnasio privado. El ejercicio me ayuda a liberar el estrés y son los fines de semana, los días que más tiempo tengo para ejercitarme. Después de una sesión de dos horas de ejercicio, subo a mi habitación y me preparo para desayunar con mi madre y mi hermana.
El que la jaqueca no haya vuelto, me tiene de un excelente humor, no sé si sea porque mi nivel de estrés ha bajado o porque la dosis de aquel aroma cuya procedencia, aún no logro identificar, me está funcionando.
Tomo una larga ducha y decido bajar hasta el comedor, en donde ya se encuentran mi madre y mi hermana.
—Hola, cariño — me saluda mamá, mientras me acerco para darle un beso en su frente.
—Hola madre, buenos días, enana —dije acercándome a Jasmín.
—Me contaba tu hermana, que estuvo muy divertida la salida de anoche.
—Sí, bastante —dije con indiferencia.
—Katy me invitó a su casa más tarde, supongo que Malena también irá, será algo así como un día de piscina. ¿Quieres ir?
—No enana, paso— respondí.
—Bueno, tú te lo pierdes, creo que Elmer sí se nos unirá, de seguro la pasaremos bien.
Cambié el tema radicalmente, intentando disimular que su último comentario me había causado algo de incomodidad. Pero yo no era un hombre de ambigüedades, mi “sí era sí y mi no era no” y en lo que a Malena se refiere, la respuesta sigue siendo no.
—¿Y tu madre, qué planes tienes para hoy?
—Nada en especial, tal vez ir de compras o pasar un rato por el club a saludar a mis amigas, hace tiempo que no las veo.
—Por lo visto, ambas van a divertirse.
—Así parece —agrega mi hermana.
Comemos en medio de una animada conversación antes de que cada uno se despida para cumplir su agenda del día. La mía, por alguna razón, no parece ser para nada divertida, pero si yo no me divierto, mi querido primito tampoco lo hará.
Subo a mi habitación y me alisto para salir, uso algo de ropa informal ya que es sábado. Tomó mi celular y dio aquel número de celular que me sé de memoria.
—Buen día —saludé, con euforia.
—¿Por qué demonios me llamas a esta hora de la madrugada? —Reclama mi primo.
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Editado: 07.09.2025