La Favorita

V

Un par de semanas habían transcurrido y según las cartas que Hazel enviaba al Señor Miller, ella estaba consiguiendo lo que él quería. Según ella, Thomas comenzaba a tener fuertes inclinaciones hacía ella, al punto de querer que sea su acompañante en la celebración de aniversario del banco. Miller estaba extasiado y muy seguro de si mismo, sentía que pronto sería completamente dueño del banco, llenándolo de poder.

Por otro lado, Thomas comenzaba una investigación profunda sobre su socio, estudiando cada movimiento y advirtiendo sus intenciones. Junto a Hazel escribían las cartas para el Señor Miller y articulaban su historia para ser creíbles ante él.

Muchos comentarios surgieron entre las empleadas de la casa. Miradas despectivas y susurros inapropiados se producían cuando Hazel era llamada por el Señor Thomas. A ella muy poco le importaba ya que era, junto a Thomas, poseedora de la verdad. 
El caballero y la joven morena compartían tiempo en privado, algo que no pasó desapercibido para la madre de Thomas.
— Hijo, ¿Qué ocurre con esa joven?— cuestionó la Señora Hensley sin rodeos, algo característico en ella. 
— No tienes por qué preocuparte, madre. — Respondió Thomas intentando tranquilizar a su madre temiendo a que quiera intervenir. 
— Quiero creer que es algo bueno ya quehace mucho no te veía así. — ella no era estúpida, conocía a su hijo y sobre todo, cuando alguien estaba entrando a su vida.
— ¿Así cómo, madre?— Thomas no sabía a donde quería llegar con aquella frase. 
— Animado, esperanzado y sonriente. Espero, más bien, anhelo que esa joven sea la causa de que mi muchacho vuelva a tener ese brillo que tanto extrañaba. — confesó tomando la mano de su hijo. 
Thomas guardó silencio por un momento recopilando algunos momentos compartidos con Hazel en esas semanas. Cada momento junto a ella lograba revitalizarlo de una forma que comenzaba a volverse peligrosamente necesario. 
Sin intención alguna una sonrisa comenzaba a formarse en su rostro al recordar cada una de sus sonrisas escondidas, sus gestos al contarle lo descubierto sobre Miller y la forma en la que jugaba con su hija cuando no percibía que él las observaba. 
— A eso me refiero. — dijo viéndolo con calidez. 
— No lo sé, madre. No estoy seguro de que sea algo recíproco. 
— Mi querido, el amor no nace de la nada, está en los detalles y por supuesto, es una constante batalla. — Al ver que no conseguiría nada más, agregó — ¿A quién llevarás al aniversario? 
La brillante sonrisa de su hijo le respondió.

•••

La curiosidad se había despertado en la ciudad, al saber que Thomas Hensley iría acompañado al aniversario del banco.
Esa noche se llevaría a cabo la celebración y para nadie pasaba desapercibida. Esa noche sería el comienzo de su estrategia para desenmascarar a Miller ante la sociedad y para salvar el legado que el difunto Señor Hensley había dejado. Todo comenzaría con la presentación de Hazel Laurens como su acompañante, confirmándole a Miller que todo su plan iba según lo esperado. 
Thomas parecía emocionado ante la idea de llegar a tan importante evento junto a Hazel, más allá de que fuera una mera demostración para cierto individuo, deseaba que la joven pasara una hermosa velada junto a él. 
Le picaba la curiosidad por ver a Hazel con aquel vestido, que con ayuda de su madre, había escogido para ella. Anhelaba ver como sus fantasías se hacían realidad al verla convertida en la dama que él no dudaba que fuera. Deseaba bailar para sentir su contacto una vez más.

Habían muchas cosas que revoloteaban en su mente y sin embargo, se vio completamente mudo al verla entrar a su estudio, lista para marcharnos. 
Realmente le costaba volcar en oraciones coherentes todo aquello que pensaba y sentía al verla en ese momento. Recorría su cuerpo una y otra vez como si quisiera convencerse de que lo que veía no era otra de sus fantasías. Su oscuro y largo cabello se encontraba semi recogido, de forma tal, que sólo su dulce rostro se viera despejado, pero aun dejando que el largo de sus rizos le cubriera la espalda. Todas sus curvas se veían realzadas y estilizadas por aquel vestido color azul noche. La pobre luz de la luna que se filtraba por el ventanal de su estudio no hacía justicia a los hermosos rasgos de su rostro, aunque debía admitir que si le daba un brillo especial a su ambarina mirada.

Sabiendo que tanta adoración silenciosa estaría inquietando a su acompañante, Thomas logró articular un frase completa.
— Señorita Laurens, sinceramente no encuentro palabras que hagan justicia a su belleza y me temo que lo único que puedo decir es que me siento muy honrado por ser su acompañante esta noche. — concluyó el caballero haciendo una leve reverencia ante la sonrojada joven. 
— Muchas gracias, Señor.— Expresó apenada mientras tomaba la mano que Thomas le ofrecía.
— Deberías empezar a llamarme Thomas o le parecería raro a Miller.— Ella lo miró y pudo ver una sonrisa en su rostro.




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