La Favorita

VI

En un arranque de sentimientos, Thomas arrastró a Hazel a su estudio. En ese instante no le importaba el decoro o las reglas básicas de la caballerosidad, lo único que deseaba era averiguar lo que pensaba y sentía. 
— Te imploro que termines con esta incertidumbre que me castiga día a día. — expresó tomando sus manos y llevándolas a su pecho. Miles de sensaciones se apoderaban de su cuerpo con aquel gesto. —Necesito que me digas si lo que siento es recíproco porque no puedo más con admirarte de lejos. No soporto más tener que  reprimirme cada vez que te tengo cerca y no poder expresar todo lo que siento.
Por un momento se vio presa de su verde mirada. Aquellas esferas esmeralda le gritaban un sin fin de sensaciones que pronto comenzaron a invadirla, haciéndola reconocer sus propios sentimientos hacía ese noble caballero. 
Sin poder resistir más ese amor que también la consumía, Hazel liberó una mano para acariciar el rostro de aquel hombre que se encontraba a una peligrosa distancia del suyo. Thomas involuntariamente cerró sus ojos ante su cálido y suave toque llenándose de un profundo sentimiento que lo impulsó a lo que vino deseando desde tiempo. Acortando la distancia pudo probar sus suaves labios, pudo al fin saciar esas ganas, deleitándola con un beso lleno de ternura, desesperación y amor.

Luego de esa gran muestra de afecto, el júbilo y expectación los llenaba a ambos de forma tal que parecía que nada podría borrar la sonrisa de sus rostros. Pero una nube gris de temor apareció en el cielo hasta ahora azul de Hazel, colocándola en una posición tímida ante lo que podrían pensar sobre ellos. Nunca se había preocupado sobre la opinión ajena, y eso se debía a que nunca se había visto en una situación similar. No se trataba de un joven humilde de algún pueblo, se trataba de un caballero de alta sociedad con una posición privilegiada y temía que la gente empiece a notarla como una joven oportunista en busca de un matrimonio demasiado conveniente. 
— ¿No le temes a la opinión de la sociedad? — argumentó Hazel en un hilo de voz buscando algún cambio en su mirada que la reconfortara. 
— La opinión de la sociedad es lo que menos me ha importado. Sin embargo, todo aquel que hoy te vio ha quedado encandilado por tu belleza, no he oído ninguna protesta o comentario negativo. — Aclaró sin preocupación en su voz. Al ver la inquietud en su mirada, tomó su rostro delicadamente dispuesto a besarla hasta dejarla tranquila y segura. 
— ¿Qué hay de tu madre? — Una ligera risa salió y no pudo evitar verla con ternura. 
— Ella no es un obstáculo. Muy por el contrario, ella ha sido de gran ayuda para esta declaración. — La sorpresa se posó en el rostro de la joven.— ¿A que le temes, Hazel?
— A todo. Temo no ser suficiente para ti ni para Emily. Ya he escuchado comentarios de las demás empleadas ante la sospecha de nosotros, pero ¿Qué pasará cuando lo confirmemos? No pretendo arruinar tu reputación. — expresó con una lágrima luchando por salir. 
— Hazel, escucha bien lo que voy a decir. — Thomas levantó su rostro afligido. — Yo te amo. No temo, ni me importa lo que ellas piensen y tampoco debería importarte. Mientras tú me quieras y esto que siento siga entibiando mi corazón, nunca permitiré que nada te dañe. No permitiré que ningún temor te aflija porque, ahora mismo, Emily y tú, son los más preciado que tengo en esta vida. 
— Te amo, Thomas. — El corazón de Hazel quería salir de su pecho y abrazar el suyo. Nunca en su vida se había sentido tan protegida y amada. Era extraño ser la receptora de un sentimiento tan fuerte, se sentía invencible.

•••

Esa mañana todo era diferente en la mansión Hensley. Los cotilleos en la cocina se hacían presentes y Hazel volvía a ser el blanco de todos. 
Una vez servido el desayuno, Thomas le pidió a su madre y a Hazel que lo acompañaran a su estudio. Hazel evitaba la mirada de todos aquellos que escucharon la invitación, sus manos temblaban y sentía su nuca arder. 
— Madre, necesito que planees un evento de suma importancia. — La señora Hensley se sorprendió en una primera instancia, pero al notar como Thomas tomaba la mano de la joven a su lado, sonrió entendiendo el mensaje. 
— Debes decirme una fecha, querido. Una boda no es nada fácil de organizar. 
La morena dirigió una mirada jubilosa a la señora, aliviando un peso en su pecho al ver que era bien recibida. 
— Eso deberías comentarlo con la novia, madre. — aclaró Thomas bajando la mirada hacia Hazel. 
— ¿Cuándo te gustaría, mi querida? — le preguntó directamente mostrándole una cálida sonrisa.

•••

Tras hablar en detalle sobre la boda, decidieron que se llevaría a cabo en dos meses, dándole tanto a Hazel, como a los demás habitantes de la casa, tiempo para procesar aquella noticia. 
Thomas y su prometida continuaban sumergidos en aquel plan para desenmascarar a su socio. Muy pronto, al anunciar su compromiso, obtendrían el momento adecuado para presentar las pruebas del fraude e intento de sabotaje por parte de Miller. 
Los abogados de Thomas tenían todos los acuerdos preparados para que Miller, sin escándalo alguno, se retirase del banco, aunque sospechaban que no sería sencillo. 
•••
Mientras Hazel se acostumbraba a las nuevas comodidades que Thomas le ofrecía, no dejaba de pensar en su pequeña hermana. Ella sabía que se encontraba cómoda y segura, pero deseaba poder compartir con ella todo lo que le acontecía. Por medio de cartas, su prima le informaba de todo lo relevante sobre su hermana y sin embargo, Hazel necesitaba abrazarla y mimarla.
Notando como los pensamientos de su prometida viajaban lejos, Thomas llamó su atención con un cálido beso en la mejilla. 
— ¿Dónde se encuentran tus pensamientos, amor?
— Algo lejos. Tratando de llegar a mi hermana. — contestó con una mueca de tristeza. 
— Ya veo — ya abrazó por la cintura para luego besar su frente—. Me encantaría conocer a mi cuñada. 
Hazel observó el rostro de su prometido con una gran sonrisa. 
— Además, seremos una familia, y las familias deben estar juntas ¿No lo creer así?
— Gracias, Thomas. Te amo. — concluyó la morena besando al caballero.




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