La favorita del jefe

Capítulo 17: Millonario

Zoe

Confesarle a Adrien que estoy enamorada no fue nada difícil, es lo que siento por él y es la primera vez que siento algo tan bonito por alguien, lo difícil ahora es mirarle a la cara, cosa que no hago desde que comenzó a cocinar y mucho menos ahora mientras cenamos, la vergüenza me está matando y más cuando sé que yo a él solo le gusto y quizás solo busca sexo y nada más. 

—¿No te gustó? —cuestiona rompiendo el incómodo silencio

—Está todo muy bueno Adrien, eres perfecto, quiero decir, que cocinas bien y —respiro hondo mientras él solo se echa a reír

—Zoe me gustaría que me miraras —hago un esfuerzo enorme y levanto la mirada del plato, su sonrisa solo me hace sonrojar más —¿qué sucede? ¿He hecho algo mal? —niego enseguida

—Pasa que es la primera vez que le digo a alguien que estoy enamorada Adrien —miro sus ojos —y la vergüenza me está matando —me levanto del asiento dándole la espalda

—Me gusta —dice y escucho como se levanta —me gusta que seas sincera Zoe —sus manos van a mi cintura —no espero otra cosa de ti, tú me gustas mucho, es por eso que hoy estoy aquí, quiero conocerte —él me da la vuelta para que quede frente a él

—Adrien —no me da tiempo a decir más porque me besa rápido y con mucho deseo, le correspondo también de forma apasionada sintiendo sus manos acariciar mi cuerpo, Adrien hace que retroceda hasta llegar a un sofá en el cual me acuesta con cuidado sin dejar de besarme ni un segundo, cuando siento sus manos por debajo de mi blusa me tenso por completo y es entonces que deja de besarme. 

—Perdón —dice mirando mis ojos —es que te deseo demasiado —sonrío un poco

—Yo también, es solo que hace mucho que no estoy con alguien —él sonríe esta vez y deja un beso en mi frente para luego ponerse de pie.

—Zoe no quiero que pienses que solo quiero sexo contigo ¿vale? Quiero más —me levanto del sofá aun con la respiración echa un desastre —quiero que seas mi novia —ladeo un poco mi rostro —solo si quieres claro.

¿Cómo miro, trato y hablo con Adrien ahora en el trabajo? La verdad no tengo ni idea, luego de que aceptara ser su novia solo hablamos de cosas sin importancia y luego se fue a su casa, sé que aún nadie sabe que somos novios y sé que él no lo dirá, no hablamos de eso, pero es claro cuando llego al trabajo y simplemente me saluda como a una empleada más, pero en fin, es mejor no hacerme ilusiones, aunque ya estoy demasiado enamorada como para decir eso.

Mi turno se acaba y tomo mis cosas para salir del restaurante, no volví a ver a Adrien y mi estadía aquí es bastante incómoda, desde lo de Alisa todos me ven como el enemigo, todos menos Liam.

—Zoe espera —me detengo y miro hacia Víctor que acaba de hablarme —llévale esto a Adrien —me extiende una carpeta

—Ok, mañana temprano yo

—Lo quiere para hoy —dice de forma seria mirándome, yo tomo la carpeta —él mismo me dijo que se la llevaras hoy —respiro hondo —es importante y es tu trabajo.

—Está bien, tomaré un taxi

—Puedo llevarte —se ofrece ahora sonriendo y niego

—Gracias pero no hace falta

—No eres de esta ciudad ¿verdad? —él se acerca más a mí y aunque quiero retroceder no lo hago

—No

—¿En qué trabajabas antes? Adrien te contrató pero

—Era camarera, aquí mismo —señalo el restaurante fingiendo una sonrisa

—¿Y antes de eso?

—Camarera en otro sitio —sus ojos se entrecierran y odio la manera en que me está mirando —¿alguna otra pregunta? 

—No, no —él ríe —solo ve —asiento y me alejo de este caminando rápido.

Una empleada me indica que Adrien debe de estar en la segunda planta de esta enorme mansión en la que estoy, apuesto a que mi apartamento es más pequeño que la habitación de invitados.

—Aún no me traen lo que pedí —me detengo al escuchar esa voz y volteo para ver a una niña de unos 12 años en una silla de ruedas—hace media hora pedí algo de comer —miro hacia todos lados, me habla a mí

—Lo siento yo

—¿Eres nueva? —miro a la niña y asiento

—Busco a tu papá, Adrien —con solo mencionar su nombre siento el rubor en mis mejillas —traigo unos documentos importantes que debe firmar —le enseño la carpeta —trabajo en el restaurante.

—Ah, eres su asistente —sonríe y niego

—Trabajo en la cocina del restaurante, bueno, en realidad —me acerco a ella —lavo los platos —gruño porque aún no lo supero, ella ríe

—¿Y? ¿No vas a hacer la misma pregunta que todos hacen cuando me ven? —me quedo mirándola pensativa

—¿Cómo te llamas? —tiro la pregunta que se me ocurre

—Todos preguntan cómo me siento como si no fuera obvio —señala la silla de ruedas en la que está

—Bueno, podría hacer esa pregunta, pero creo que no querrás responderme —me acerco más quedando justo frente a ella —conozco ya a tu hermano, pero no te habías visto, supongo que no vas mucho por el restaurante

—Nunca salgo de acá

—¿por qué? 

—¿No es obvio? —rueda los ojos, yo niego

—No, no es obvio, no entiendo por qué no salir, eres linda, a las chicas de tu edad les gusta salir, pasear, conocer —explico sin dejar de ver sus bonitos pero tristes ojos.

—¿Te cuento un secreto? —asiento —siento vergüenza, todos me miran con lástima, odio eso —la entiendo

—No tienes por qué sentir vergüenza de eso

—¿Y tú? ¿No sientes vergüenza de nada? —sonrío un poco sintiéndome bien al hablar con ella.

—Te diré, pero no puedes decirle a nadie —asiente —me avergüenza mi pasado —me mira confundida —no se lo digas a nadie, mentí en el currículum, de todas formas fue en vano, tu padre me mandó a lavar platos —ella ríe

—No le diré, descuida, se te nota

—¿Se me nota? ¿Qué cosa? —ella sonríe con picardía

—Que estás pillada —alzo una ceja —por mi padre —mis mejillas se tiñen de rojo mientras niego —descuida, no le diré, pero te brillan los ojos cuando lo mencionas




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