La favorita del jefe

Capítulo 25: Me quería

Zoe

Desde que subí a ese taxi estoy nerviosa y más ahora mientras espero que lleguen mis padres, ya no sé cuantas veces he pedido café, pero a pesar de intentar distraerme las manos no me dejan de temblar, el restaurante en el que estoy es pequeño y hay varias personas en él, no quería ir al de Adrien porque ahí estaría Liam y prefiero hablar con ellos a solas para saber lo que tienen que decirme, cuando siento que alguien entra levanto la mirada y los veo, ambos están aquí y mi madre sonríe al verme, una vez que se sientan me quedo pasando la mirada del uno al otro sin saber qué decir, no han cambiado mucho desde la última vez que los vi, no huelen a alcohol y eso me alegra, además, van bien vestidos, ya no parecen aquellos dos que solo les importaba tener una botella en la mano.

—Hija —la voz de mi madre se corta cuando habla

—Es un milagro encontrarte Zoe —menciona mi padre —no sabes como hemos pensado en ti —yo sigo sin decir nada

—Liam me dijo que querían hablar conmigo, por eso no se han ido, vine hasta aquí a escucharlos solo porque no quiero volver a verlos —los ojos de mi madre se llenan de lágrimas y mi padre suspira.

—No queremos justificarnos, solo diremos la verdad, estábamos mal económicamente, no teníamos nada de comer que darles y teníamos demasiadas deudas

—Sí, eso lo recuerdo —lo interrumpo mirando sus ojos —también recuerdo que pocas veces a la semana estaban sobrios, recuerdo que tuve que aprender a hacer las cosas del hogar a muy temprana edad para no morir Liam y yo, recuerdo todo papá.

—Queríamos cambiar, pero no podíamos, Liam era un niño enfermo al cual no le podíamos comprar medicamentos, por eso cuando Santiago nos ofreció dinero por ti aceptamos —él baja la mirada —nos dijo que te quería y que cuidaría de ti, hija —él toma una de mis manos —no hay un segundo en nuestras vidas en el que no nos arrepintamos de ello, perdónanos —él parece ser sincero en lo que dice, pero un perdón no borra nunca años de sufrimiento, con cuidado retiro mi mano alejándola de las suyas.

—Si, Santiago me quería —hablo sin mirarlos —me quería para que trabajara para él en un prostíbulo —los miro, ellos me miran horrorizados —la primera vez que me negué me pegó, lo hizo tanto que terminé en el hospital, luego también me negué, pero él me pegaba, un día me inyectó algo, no sabía lo que era, pero más tarde lo descubrí, era droga y ese no fue el único día, pasaron los días, los meses y ya no tenía que pegarme —sonrío con mis ojos llenos de lágrimas —ya aceptaba mi vida y hacía lo que él pedía solo por un poco de droga porque era una adicta, él cuidó de mí solo los primeros días cuando me llevó de casa y solo lo hizo porque quería que me viera bonita para todos —mi madre llora llevando una mano a su boca —las drogas me ayudaban a no recordar prácticamente nada, me ayudaban a olvidar así que me gustaban.

—Dios —a papá también se le salen las lágrimas —Zoe

—¿Creen en serio que un perdón va a borrar eso? Un perdón no va a devolverme esos años, no va a devolverme a —me callo antes de decir a mi hijo, ese pequeño que Santiago quitó de mis brazos tan rápido como había llegado a estos y luego solo se negó a decirme en donde estaba diciéndome que estaba muerto —Ya los escuché, ya intenté entenderlos y si quieren les digo que los perdono, pero por favor no vuelvan a buscarme, no quiero saber nada de ustedes, hagan de cuenta que morí ese día que me fui con Santiago porque de cierta forma lo hice —yo me pongo de pie y camino hacia la salida con las lágrimas mojando mis mejillas pero sin mirar atrás.

Llego al restaurante algo tarde, pero en cuanto lo hago voy a la cocina, ya tuve suficientes días libres y necesito trabajar para olvidar muchas cosas en mi vida, al sentir una mano que toca mi hombro me sobresalto alejándome rápido.

—¿Qué pasa? —Víctor sonríe —no quería asustarte

—Pues lo has hecho —digo mirando hacia todos lados, pero todos están entretenidos

—Estos son los documentos que Adrien debe firmar —menciona mostrándome unos papeles —dáselos hoy mismo, dile que son pedidos y esas cosas —él sonríe mientras tomo estos —no falles Zoe o le diré todo a él —Víctor se aleja y miro los documentos, no sé de que se tratan, pero sé que no es nada bueno, echo estos a mi bolso y continúo con mi trabajo aunque no logro concentrarme en nada.

El taxi me deja justo frente a la propiedad de Adrien, este hoy salió bastante temprano del restaurante y ni siquiera pasó a saludarme, se supone que la que está enojada soy yo, mis pasos comienzan a detenerse al ver todas las luces que hay en el jardín así como la mesa justo como ayer yo lo preparé, pero sin tantas luces claro está, Adrien está de pie al lado de esta.

—Quiero que me disculpes —dice cuando me detengo frente a él —fui ayer un idiota contigo Zoe —él toma mis manos —por eso intenté hacer lo mismo que tú, digamos que —sonríe —devolverte el día de ayer, olvidar nuestra discusión quizás —yo sonrío y miro la mesa que está vacía.

—No tenías que hacerlo

—Por supuesto que si —Adrien aparta una silla para que me siente —y mira, hoy tenemos a nuestra disposición camareros —señala hacia la puerta donde ambos niños me saludan con la mano y río.

—Waw no se me ocurrió eso ayer a mí —Adrien ríe

—Disfrutemos entonces hoy —yo asiento dejando mi bolso en una esquina de la mesa junto con los papeles de Víctor, Adrien toma estos y me tenso por completo. —¿Debo firmarlos? —cuestiona mirando mis ojos —creo que me da tiempo adelantar trabajo en lo que nuestros camareros llegan —ríe tomando mi bolso para sacar un bolígrafo de este, Adrien respira hondo mientras yo aguanto la respiración viendo como acerca el bolígrafo a los papeles.

—Aún no —arrebato estos de sus manos, él me mira incrédulo —no los he revisado —me apresuro a decir —disculpa

—No pasa nada —él sonríe y levanto la mirada topándome con la de Víctor que está a unos metros de distancia, lo ha visto todo, pero no puedo traicionar a Adrien de tal forma, mañana le diré a este toda la verdad, aunque le pierda para siempre.




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