La favorita del jefe

Capítulo 26: Dile

Adrien

Zoe sonríe al ver a los niños llegar con la comida, yo no puedo dejar de mirarla, es hermosa y estoy hipnotizado con su sonrisa, mis hijos se retiran una vez que dejan todo sobre la mesa y tomo la mano de Zoe que está sobre esta.

—¿Cómo te fue con tus padres? —ella suspira dejando de mirarme

—Les dije que no quería volver a verlos y que era mejor si pensaban que estaba muerta —revuelve la comida en su plato con el cubierto.

—Lamento eso

—Yo no —ella me mira —hay cosas difíciles de perdonar Adrien, a veces intento ponerme en su sitio, pero —sus lágrimas salen y sé que no debí sacar el tema

—Zoe

—Aunque quizás soy como ellos —yo niego rápido y paso una mano por sus mejillas para quitar las lágrimas

—No lo eres, por supuesto que no, tú jamás dejarías abandonado a un hijo tuyo —ella mira la comida, el silencio es incómodo y está tensa

—Hay cosas que no sabes sobre mi Adrien —sus ojos buscan ahora los míos —cosas que cuando sepas estoy segura de que no me vas a querer en tu vida, mi pasado no es bonito, he hecho cosas de las que no me siento orgullosa y las cuales borraría si pudiera

—Puedes contarme lo que sea Zoe —ella seca sus lágrimas

—Quiero hoy estar bien contigo sin hablar de cosas malas Adrien —asiento, aunque ahora mismo la curiosidad me esté matando.

Despierto bastante temprano y salgo de la cama tratando de no despertar a la mujer que duerme en mi cama, yo sonrío mirándola, quiero despertar con ella todos los días de mi vida, nos conocemos desde hace muy poco tiempo, pero por qué esperar más, no tiene sentido hacerlo cuando estoy seguro de que la quiero.

Una vez que termino de arreglarme salgo de la habitación, el día de hoy será bastante largo en el restaurante, ya que tendré personas importantes en este y quiero que todo salga a la perfección.

—Adrien ya escuché las últimas noticias de tu vida —dice Simón entrando a mi despacho, levanto la mirada y sonrío

—¿Y qué has escuchado exactamente? 

—que vives con esa chica —él sonríe y se sienta —me dijiste que

—Sé lo que te dije —suspiro —pero me equivoqué, la quiero Simón, me enamoré de ella así rápido y sin previo aviso —él ríe

—Te veo feliz, tienes otra vez ese brillo en tus ojos Adrien —asiento —estás seguro de que la quieres? 

—Quiero casarme con ella, amigo mío —sus ojos se abren en demasía y entonces saco de mi bolsillo aquello que compré esta mañana, Simón toma el anillo de diamantes en su mano —ya tengo el anillo, solo me falta el sí.

—¡Y qué anillo! —murmura —es hermoso Adrien

—Solo espero que le guste

—Si no le gusta yo por esto me caso contigo —ambos reímos por su broma —¿cuándo lo harás?

—En unos días, en su cumpleaños, resulta ser que Zoe no me ha dicho nada, pero se la fecha —sonrío tomando el anillo —esta será mi sorpresa.

—Te has vuelto todo un romántico 

—Siempre lo he sido —río, la puerta se abre y entra Víctor, Simón al verlo hace una mueca con sus labios, no se llevan bien y ninguno disimula.

—Iré a ver la cocina —dice pasando por el lado de Víctor y sale del despacho, yo miro a este que permanece de pie

—¿Sucede algo primo? —él respira hondo

—Debo decirte algo Adrien, algo sobre Zoe que debes saber, ella no es como crees

—Víctor —me pongo de pie —pensé que ya habíamos hablado sobre Zoe

—Lo hicimos, pero ya no aguanto más ver cómo ella juega contigo, es una cualquiera Adrien

—ten cuidado con lo que dices —camino hacia él —de mi mujer no hablas así

—tu mujer y la de muchos —él ríe, yo no aguanto más y le pego un puñetazo, miro hacia la puerta cuando se abre, Zoe está aquí y al ver a Víctor con una mano en la nariz me mira atónita.

—Adrien —murmura, mi primo ríe y ambos lo miramos.

—Dile tu Zoe —Víctor da un paso hacia ella —háblale de tu pasado —este ríe, yo aprieto mis puños —dile cuantas veces tú y yo hemos disfrutado juntos en una cama —mi ceño se frunce y la miro confuso.

—Déjame explicarte Adrien —ella se acerca a mí, no ha negado nada y eso oprime mi pecho como si tuviese una roca sobre este —las cosas no son

—Dile que eras prostituta —mi primo ríe, yo no puedo dejar de mirar los ojos de la mujer frente a mí, los cuales se llenan de lágrimas —drogadicta, dile que te ibas a la cama con cualquiera y que yo fui uno de esos, entiendo que la quieras primo —dice este que me mira —sabe cómo moverse en una cama —doy un paso hacia él, las manos de Zoe me toman de la camisa y la miro

—¿Es mentira cierto? —ella no dice nada y solo llora —Zoe —gruño tomando su mentón con mi mano —dime que

—Santiago solo me compró a mis padres por eso —dice mirando mis ojos —era una prostituta y sí, me drogaba, pero Adrien déjame explicarte todo, yo —sus palabras se cortan cuando aparto sus manos de mí.

—¿Estuviste con él? ¿Con mi primo? —hablo con asco mirando sus ojos

—Conmigo y con muchos —responde Víctor sonriendo —y más de una vez, fueron muchas disfrutando de su cuerpo, hacía tantas cosas que era la favorita de todos, menuda joya tienes Adrien

—¡Cállate! —voy hacia él, no le doy tiempo a nada y comienzo a golpearlo, estoy cegado del odio, el dolor y de la ira, lo peor de todo es la mentira, Zoe vivía en mi casa, bajo el mismo techo que él y nunca me dijo nada, pudo decirme, pero no, simplemente fingía que no le conocía, tengo tanta rabia que aunque escucho sus gritos y sus manos intentando apartarme de Víctor solo lo suelto cuando este se desmaya y cae al suelo, la miro entonces a ella notando que muchos de los empleados están también aquí. 

—Adrien —ella da un paso hacia mí

—Vete —señalo la puerta, ella niega —¡Vete Zoe! —le grito, pero al ver que no obedece la tomo del brazo y la saco a la fuerza del despacho, todos nos miran y cuando llego fuera del restaurante la suelto, no mido mi fuerza y ella cae al suelo, me duele verla llorando, quiero abrazarla, pedirle perdón, pero vuelvo a recordarlo todo y entonces solo subo a mi auto, en el cual me alejo a toda velocidad viendo borroso por las lágrimas en mis ojos.




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