La favorita del jefe

Capítulo 31: Una historia sin final

Adrien

Tomo asiento frente a Víctor, ambos estamos en mi despacho en el restaurante, sé que debía haber hablado antes con este, pero ayer no pude, demasiadas cosas andan en mi cabeza, Zoe y Alan para ser específicos, ¿puede este ser su hijo? Por suerte Zoe se dejó un cepillo en mi casa y en una semana lo descubriré, no perdí tiempo al mandar a hacer una prueba de ADN, necesito respuestas ya y aunque quiero correr y decirle a esta prefiero esperar los resultados, no puedo ilusionarla en vano con algo que puede ser solo casualidad aunque el amor que ellos se tienen es por algo, Alan la quiere sin explicaciones, desde el minuto cero tienen una conexión especial y eso debe ser por algo, ¿verdad?

—¿Qué quieres? —cuestiona Víctor al cual ya eché de mi casa, su rostro aún está golpeado por los golpes que le di y no me arrepiento de ellos.

—Que firmes tu renuncia —él ríe

—No puedes echarme de aquí Adrien, soy socio de este restaurante —se cruza de brazos.

—Querías robarme Víctor, Zoe ya me dijo —él no se inmuta —eres tan tonto —río —ni me sorprendió ver la firma de mi hermana en estos documentos —los dejo sobre la mesa sin dejar de mirar sus ojos —me das pena.

—Tu hermana

—Te usa —lo interrumpo —es inteligente después de todo y te está usando como quiere

—Ella me quiere —suelto una carcajada con lo que dice

—Víctor por dios, mi hermana jamás va a dejar a su esposo, ambos se aman, ambos te usan para que me quites el dinero y ellos quedárselo —me acerco más a él colocando mis brazos sobre la mesa —Vivian jamás va a dejar a Daxton, ¿crees en serio que este no sabe la relación que ustedes tienen? —su mandíbula se tensa —lo sabe y lo permite porque quieren dinero fácil.

—Mientes

—¿Y qué gano con eso? —río —a mí me da igual lo que pase entre los tres, pero ninguno se va a quedar con lo que he ganado durante años con sacrificio, tengo estos documentos, puedo demandarte por estafa y entonces no encontrarás trabajo en esta ciudad jamás, o puedes irte sin hacer escándalos y llevarte algo de dinero, tú decides primo —agrego sonriendo y me pongo de pie, él mira los papeles, luego a mí.

—¿Y qué se siente que yo haya estado primero con ella que tú? —aprieto mis puños.

—No caeré en tu juego, vete ya, te estoy dando una oportunidad —él se pone de pie

—Bien, renuncio —asiento —cuídate Adrien y cuida de tu familia —me señala y sale sin decir más, cierro con fuerza mis ojos sabiendo que no se quedará sin hacer nada, pero lo estaré esperando cuando decida atacar, vuelvo a mi silla suspirando y miro mi reloj, debo volver a la casa en donde ya debe de estar Alan, mandé a que recogieran a este, sé que quería volver con Zoe, pero necesito hacer las pases con mi hijo y si está lejos no puedo. Mi teléfono suena y tomo este sin reconocer el número, la persona del otro lado habla sin parar, pero solo escucho bien dos palabras, Zoe y hospital, como un resorte me levanto de la silla y salgo corriendo de mi despacho con miedo de que ella esté mal.

Me acerco a Zoe que está con los ojos cerrados, según los médicos ella está bien aunque recibió varios golpes y debe de estar bastante adolorida, cuando tomo su mano sus ojos se abren chocando con los míos, he de admitir que Alan no se parece a ella, pero las pruebas que tengo no pueden ser casualidad, quiero contarle todo, pero necesito antes una confirmación.

—Adrien —susurra mi nombre incorporándose, se queja de dolor.

—No te levantes

—No quiero seguir aquí —murmura sin hacerme caso

—Te llevaré a casa —ella me mira —a mi casa

—No iré contigo —tomo su brazo cuando intenta pasar por mi lado

—Necesitas que te cuiden, un auto te golpeó y

—No necesito de ti Adrien —dice mirando mis ojos —ni siquiera sé que haces aquí, ya no somos nada, ni siquiera soy tu empleada —se suelta de mi agarre

—Me preocupo por ti

—No tienes que hacerlo

—Te quiero Zoe —ella abre la puerta para luego mirarme.

—Por más que lo digas no deja de parecer falso —tenso mi mandíbula.

—No es falso lo que siento por ti, sí, me equivoqué ¿vale? Te fallé, te dañé y fui un completo imbécil —me acerco a ella —pero estoy arrepentido y te quiero, si no te quisiera no hubiese comprado un anillo para pedirte que fueras mi esposa, si no te quisiera no te hubiera dejado entrar a mi casa y tampoco dejaría a Alan quedarse contigo, Zoe —tomo sus manos desesperado —si no te quisiera no estaría aquí rogando para que me perdonaras y me dieras otra oportunidad, sé que no lo merezco, sé que no te merezco, pero te necesito —suelto todo sin guardarme nada, Zoe aleja sus manos de las mías, su mirada sigue tan fría como antes.

—Déjame en paz Adrien, por favor —pide con sus ojos llenos de lágrimas —necesito solo eso, paz, aléjate de mí —sus palabras son claras y simplemente sale por la puerta sin mirar atrás, yo pateo esta varias veces sintiéndome impotente, ¿qué más puedo hacer para que me perdone?

Camino hacia la habitación de Alan, necesito hablar con mi hijo, toco varias veces la puerta de este, pero nadie responde así que solo entro, mi hijo está acostado en la cama dándome la espalda, suspiro sabiendo que no quiso comer y me acerco a él.

—Quiero hacerte una historia sin final —no dice nada y me siento sobre la cama —es de una chica joven y linda que ha pasado cosas muy feas.

—No me interesa —musita en la misma posición y suspiro.

—Cuando era joven, esa chica fue vendida por sus padres a un hombre frío y malo que solo le hacía daño —cuento con la mirada perdida en el techo —un día ella quedó embarazada, tenía miedo, pero estaba feliz, quería a su hijo, el hombre malo la engañó y cuando su pequeño nació se lo arrebató de los brazos sin decirle nada y ella...ella no pudo hacer nada —Alan voltea hacia mí y le miro —pero gracias a eso se armó de valor y salió de ahí, huyó lejos de él, pero nunca pudo olvidar a su pequeño, tampoco encontrarlo, se enamoró, vivió y río, pero el dolor seguía ahí porque lo más importante faltaba.




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