Capítulo 8: Misión cumplida.
Emily se mordió el labio; The Bends y las demás habían sido fáciles, el máximo contacto que requirieron había sido el de las manos para dar la vuelta o hacer algún paso rápido, para llevar el ritmo y no perderse.
Pero esto requería otra clase de contacto que Emily temía, porque, principalmente, no sabía muy bien cómo manejarlo.
¿Debía poner las manos en la cintura de Danton? ¿O era al revés? ¿Debía pasar las manos por su cuello como en las películas? ¿O debía apoyarlas en sus hombros?
Quizá viendo la duda en sus ojos, Danton colocó las manos en las caderas de Emily, dándole a entender que el sector de ella se encontraba un poco más arriba. La chica suspiró un tanto nerviosa, temiendo hacer el ridículo, miró alrededor y, al fin, apoyó las sudorosas palmas de sus manos en los hombros de él.
Temió manchar su camisa, pero comprendió que aquella transpiración la tenía más en la mente que en las manos.
Su cuerpo se relajó al darse cuenta que no era tan difícil cuando alguien le marcaba el paso continuo, había algo extraño y encantador en todo eso, principalmente en esa contenedora guía que le ofrecía Dan. Las parejas a su alrededor danzaban con la misma suavidad que ellos, la mayoría se besaba mientras giraban con lentitud.
Eso último la incomodó un poco ¿Por qué de repente todo se volvía más romántico de lo normal?
De manera instintiva no pudo evitar mirar a Danton, percatándose de que éste así mismo la miraba a ella.
Su mente se nubló un poco en ese momento, la mirada de Dan le gustaba, incluso las apenas visible arrugas que rasgaban con suavidad sus ojos verdes le parecían encantadoras; su nariz levemente respingada, y la suave barba dorada de una semana que le contorneaba los labios.
Los labios. Emily se los quedó mirando de manera descarada hasta que se percató de ello. ¿Había bebido más de lo normal?
Y, lo que mejor se le ocurrió para no cometer el mismo error otra vez, fue pasar de las manos en los hombros a los brazos rodeando el cuello, de manera que su rostro pudiera quedar escondido en el pecho de Dan y este no lograra ver las reacciones de su febril rostro.
El cuerpo del aludido se tensó por unos segundos, de seguro sorprendido por el drástico cambio, aunque relajándose casi al instante, subió las manos de las caderas de Emily hasta su espalda.
Demonios, le estaba correspondiendo el abrazo.
¿Por qué demonios se dejó arrastrar a la pista de vuelta?
Para bailar baladas románticas. ROMÁNTICAS. El solo nombre se lo decía; claro que las cosas se iban a poner raras.
Se preguntó de manera afanosa donde estaría Murdock. ¿Cuánto más duraría eso?
No era que no se estuviera divirtiendo, lo estaba haciendo, y vaya que mucho, pero también comenzaba a sentir cierta culpa, y para que omitirlo; cierto miedo. Pensaba en Sevin, quizá no eran una buena persona, pero tampoco sabía si se merecía eso.
Tembló imperceptible entre los brazos del hombre y pensó en pedirle que se detuvieran, que fueran por unos tragos, a charlar a otro lado de cosas opuestas al romanticismo.
Pero las manos de Danton se asían fuertes a su espalda mientras giraban, haciendo que los pensamientos de Emily se marearan, pararan y volvieran a arrancar con una fluidez demasiado acelerada.
La estaba hipnotizando de alguna manera desconocida, sin necesidad de contacto visual o palabras. La estaba hipnotizando de una manera en la cual no lo había hecho nadie nunca. Y eso no podía ser posible.
La música, las voces, los olores y los sonidos se habían perdido en una nebulosa junto al sentimiento de culpa por Sevin. En ese lugar estaban solo ella y ese hombre que siempre le había parecido serio, quizá incluso arrogante, pero que ciertamente aparentaba no serlo. Bajo ningún concepto.
—La estás cuidando muy bien —susurró una voz tras ellos, Emily giró para encontrarse con el rostro sonriente de Murdock.
—Sí. ¿No es lo que me habías pedido? —comentó Danton alzando una ceja divertido—, espero que haya valido la pena haberla dejado aburrirse conmigo.
Emily apretó los labios y los miró de manera intercalada, eran los únicos detenidos en el medio de la pista y pronto comenzarían a estorbar.
—No la veo muy aburrida —comentó Mur dirigiéndole una mirada aprobadora a la chica. Aún en la casi penumbra se le podían ver los suaves brillos del labial de la modelo en el rostro y gran parte del cuello—. Espero no te moleste soportarla un ratito más…
Danton entrecerró los ojos y cruzó los brazos, sopesándolo;
—¿Un ratito más cómo cuánto?
—Lo que resta de la fiesta.
Emily miró el semblante de Dan con miedo, quizá él solo había fingido pasarla bien por Murdock, quizá incluso se había aburrido en esas apenas dos horas que llevaba la fiesta. ¿No se había aburrido con Clarisse, que era más de su mundo que ella?
Quizá incluso, ni siquiera le caía bien…
—No hubiese aceptado menos —la sorprendió con la respuesta, y aunque su rostro fue un poco más lento que su cerebro, al voltearse a verlo vislumbró una verdadera y enorme sonrisa—. Hacía tantos años que no oía esta música. ¿La oíste? ¡Y ella las conoce, es increíble! ¿No lo crees?
—Emily es una chica con mucho mundo —le respondió Murdock asintiendo, haciendo que la aludida se sintiera algo sofocada, hablaban como si ella no estuviera allí—. Por eso necesito que me la cuides bien, no la abandones.
—¿Cómo tú? No, no lo haré —le prometió Danton tomándola del brazo con gentileza—. Ahora vete, estamos en medio de la pista, y queremos bailar.
Murdock sonrió más que satisfecho y se dirigió a Emily con el rostro colmado de lo que parecía orgullo;
—Cuando termine la fiesta te llevo a tu casa.
—Claro —murmuró viendo como Mur desaparecía rápidamente entre la masa de gente, abandonándola otra vez.