La gran farsante

Capítulo 11: Primera fila

Los pegajosos ojos de Emily se despegaron con lentitud al sentir la rasposa lengua de Norberto acariciándole el dedo gordo del pie derecho.

Se restregó los ojos intentando acostumbrarse a la luz. Grave error; olvidó que tenía el maquillaje puesto aun.

¡El maquillaje! ¡La fiesta!

Se sentó en la cama intentando reorganizar sus pensamientos. Le dolían los pies, las piernas, las caderas, la cintura, los hombros, pero la cabeza no, la tenía fresca como una lechuga. Embotada de recuerdos, pero fresca. Todo lo contrario a su creencia inicial de que le dolería a extremos insostenibles.

Pestañeó sintiendo una molestia en el ojo, como si algo se le estuviese metiendo en la retina; parpadeó un par de veces hasta que comprendió que se trataba de la pestaña postiza que la había adornado la noche anterior. Tomó uno de sus extremos con sumo cuidado y la sacó despacio con la punta de sus uñas, tanteándose el rostro para buscar la otra que luego encontró pegada en la almohada.

Se mordió el labio y sonrió al recordar lo que había sido esa noche, súper divertida e hilarante, había conocido a muchas estrellas del cine y, se había pasado toda la noche pegada al padre de Jamie.

Lo había descubierto, corrió con miedo el velo que lo cubría y se encontró de cara al verdadero Danton Lane, y, sin exagerar siquiera un poco ni engañarse a sí misma, le había encantado de pies a cabeza.

Era simpático, amable, gracioso y sin miedo de hacer el ridículo. La naturalidad con la que se había desplegado junto a ella aún la fascinaba.

¿Cómo podía cambiar una perspectiva de un día para el otro? ¿Cómo podía una persona tirar abajo todo concepto sobre sí mismo con una simple sonrisa?

Buscó con la mirada entre el desorden de cosas —al llegar se había deshecho del vestido y el corsé para calzarse tan solo con ropa interior y desaparecer entre las sábanas— y encontró junto a la cama el diminuto bolso de mano. Lo tomó y sacó el iPhone, entrando a la carpeta de fotos; había unas diez adentro del salón, salían Marmee, T.J, Wes, Fawn y Dan, pero estaban algo movidas, luego la espléndida vista de la ciudad desde el balcón de Chateau Marmont y, por último, la foto que se había sacado con él.

Algo le nació en la boca del estómago y le cosquilleó la garganta suavemente; emoción.

Esa clase de emociones que nacían de la adrenalina del miedo. Cuando todo terminaba bien, y ambas cosas se evaporaban, solo quedaba ese sentimiento de alivio y éxtasis. Rara combinación, pero era así; se sentía extasiada y en paz.

Su viejo celular comenzó a proferir un sonido desde la mesita de luz a su lado y Emily lo tomó, tenía cerca de seis llamadas perdidas y ocho mensajes. Por simple costumbre decidió empezar leyendo el último que le había llegado;

Ve tu twitter, Emy”

Jamie.

Nuevamente agarró el iPhone y entró en la aplicación de twitter, ingresando sus datos para poder acceder a su cuenta.

Emily Fern no era nada popular en aquella red social, seguía a escasas noventa y ocho personas, y de vuelta solo la seguían cincuenta, por eso le resultó extraño que, en el iconito de “conecta” hubiese seiscientos cincuenta y ocho interacciones.

Quinientos retwitts y favoritos, diez menciones y cerca de ciento cuarenta y ocho seguidores nuevos. De forma instintiva el hecho le generó mala espina.

Intentó seguir la pista de lo que había disparado tal revuelo y se encontró veloz con el mismísimo causante.

Jamie, claro.

 

“2 de mis 4 personas favoritas @EmilyAFern y @DantonLane anoche en la fiesta de Dante’sN juntos!”

 

Y, bajo la misma inscripción, se adjuntaba la foto que Danton había sacado en el balcón, muy parecida a la que Emy tenía en su iPhone.

Sonrió, le encantaba. Era de las pocas fotos en las que todo salía bien; la luz, la posición, el contraste, el equilibrio y las personas que salían en ella.

Muchas chicas preguntaban quién era, algunas molestas, otras histéricas y la minoría sopesaba que la enigmática Emily era mucho mejor que la huesuda —Emy supuso que se referían a Sevin— mucho más real…y bonita.

¿Bonita?

En eso Emily difería, Sevin era hermosa naturalmente, con su tez intachable, sus ojos felinos, su metro setenta y cinco y su cuerpo de infarto, no precisaba casi nada de producción. En cambio ella necesitaba un ejército de estilistas para que le pusieran un revoque de maquillaje y un corsé ajustado.

Un mensaje le llegó al viejo celular y lo leyó sin prestarle mucha atención.

 

No es exposición mediática Emy, no te enojes, no rompimos ninguna regla, papá suele subir fotos con fans o amigas y no trasciende de su twitter

 

Pero Emily no había pensado en la exposición mediática hasta ese momento.

 

No hay problema, pichón”

 

Apenas enviado, Jamie la llamó.

Oye, Em, estuviste increíble, papá no suele darle importancia a las fotos que sube con algunas personas, pero en cuanto vio que robé esta foto y la subí, fue uno de los primeros en retwitearla y darle favorito ¡Favorito Emy! ¡Mi padre no le da favorito a casi nada! Incluso ya te sigue.

—¿Me sigue?

Te sigue —afirmó con una risa desde el otro lado de la línea—. Y eso no es todo, habló de ti, me dijo que no sabía que eras tan divertida y simpática, le caíste más que bien, Em.

—Entonces a él le…quiero decir —murmuró sin saber realmente lo que iba a decir, estaba algo idiotizada y prefirió culpar al sueño—…el plan funcionó.

Bueno, la primera parte; él te aceptó sin ninguna dificultad. El plan se verá concretado cuando Danton y Sevin no salgan más, o al menos cuando yo vea que la relación está quebrada, ese es el punto del contrato Emily…y entonces Brian dice “esa chica es una isla en sí misma”

Cambio de tema. Alguien estaba ahí.




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