La gran farsante

Capítulo 13: Confusión

Me asusta —afirmó Maggie desde el otro lado de la línea—. Me da miedo que empiece a gustarte.

Emily se mordió el labio, un tanto inquieta, enrulándose el cabello entre los dedos, atorando las hebras con torpeza ante el nerviosismo que le generaban las palabras de su amiga.

A ella también le asustaba que Danton comenzara a gustarle más de lo que ya lo hacía, pero no podía admitírselo a Maggie, porque quizá era solo un pensamiento temporal, un sentimiento que confundía el total agrado con atracción, la admiración con el interés.

No sería la primera vez que le pasaba tampoco, mucho menos la primera persona.

—No te preocupes —respondió, más para ella misma que para su amiga, obligándose a creer que estaba solo confundida.

Lo siento —suspiró la chica—, estoy bastante paranoica últimamente respecto a esto…te estás divirtiendo “sanamente” y eso es lo que importa.

Emily cambió de oído el celular para liberar un suspiro que tenía atascado en la garganta;

—Si…supongo.

¿Y cuál es el siguiente movimiento?

—No lo sé, realmente —comentó acomodando los libros de The Night Of Dante que había comprado en Persuit en orden sobre la mesa con a mano que había liberado—. Hace tres días que vi a Danton por última vez, y los mensajes de Jamie son sobre los nuevos capítulos de The Walking Dead, supongo que, con suerte, lo poco que resta de este sábado, el domingo y lunes, serán íntegramente míos.

Con suerte… —repitió Maggie.

—Si…es que no creo tener esa suerte —susurró percatándose que una de las ediciones de la saga poseía la portada de la película. Con un Danton de aproximadamente diecinueve años. No había cambiado mucho, solo unas marcas de expresión que lo habían vuelto incluso más interesante.

Se mordió la lengua y tapó el libro con uno de tapa normal.

Bueno, cruzaré los dedos por ti —exclamó su amiga, ignorante de todo lo que la mente de Emily estaba trabajando en ese momento—. Ahora debo cortar, Anthony llegó por mí.

Emily se despidió y dejó el teléfono de lado, largando un suspiro hondo que la obligó a tomar aire. Giró sobre su propio eje y fue a buscar el guion de Feels just like it should.

Estaba a diez hojas de terminarlo y deseaba devolvérselo a Murdock lo antes posible. Además, necesitaba abstraerse un poquito de su actual agitada vida, necesitaba un momento para ella, la lectura y una cantidad importante de cafeína en sus venas.

Desterrar al padre de Jamie de su cabeza.

Su voz poderosa entonando una canción dulce. Su definición de pasión.

No podía sacarse ninguna de las dos cosas de la cabeza.

Depositó el guion sobre la mesa y fue hasta la alacena en busca de su lata de cappuccino, le pondría crema encima y quizás se devoraría las galletas que había comprado para Jamie, ella se las merecía más por todas las ansiedades que debía pasar día a día.

Sin embargo, al requisar la alacena se percató de que la lata de su café favorito se encontraba vacía.

Bufó y cerró las puertitas.

—No queda de otra —murmuró tirando el desierto frasco al tacho de basura—. Deberé ir a Starbucks por un castigador Frappé de chocolate.

 

.. .. ..

 

—¿El qué? —murmuró Emily sentada en un moderno sofá negro en la bastante asediada Starbucks. Su cookie cheesecake iba a medio comer cuando la chica tuvo que volver a releer lo que acababa de suceder en Feels Just Like it should.

Cuando los sucesos allí descriptos procesaron en su mente, tomó su iPhone —deteniendo la música para poder concentrarse en las palabras a elegir— y le escribió un muy desesperado y no muy meditado mensaje a Murdock;

¿¡CÓMO QUE TE MUERES!?

Dejó el aparato sobre la mesa, mirando de lado a lado, rogando que nadie se haya percatado demasiado de su turbación histérica momentánea, y le dio otro sorbo a su Frappé despreocupada mientras retomaba el guion donde lo había dejado.

Ya había terminado de leerlo, repasando un par de veces las palabras finales para entenderlas bien, cuando la respuesta le llegó, unos diez minutos después;

 

Tardé en darme cuenta a lo que te referías, pero supongo que hablas del libreto. Yo no me muero, Jack sí

Murdock.

 

Que gracioso

 

La respuesta sarcástica fue inmediata, y la secundó otro mensaje del chico;

 

¿Estás en tu casa? Estoy con alguien que quiere verte

 

Emily miró enrarecida el mensaje, pero no le dio mucha importancia y le respondió que llegaría a ella en diez minutos.

Terminó su frappé, agarró sus cosas y caminó hasta su casa, comenzando a preguntarse recién ahí seriamente quien querría verla.

Alguien con Murdock que la conozca y tenga deseos de juntarse con ella, las personas se reducían a tres; Jamie, Harlem o Danton.

Danton.

¿Danton?

Se detuvo en seco, repasando todos los hechos que había intentado con tanto esmero enterrar en lo más hondo de su memoria y miró su reflejo en la marquesina de un local, estaba despeinada, sin maquillaje, con ropa demasiado normal comparada a la que se había acostumbrado a llevar frente a Dan.

Un total desastre; en pocas palabras “la vieja Emily”.

Intentó rápidamente alisarse el pelo con los dedos y acomodarse mejor la ropa antes de seguir camino, sin embargo no era solo su cabello y su vestimenta lo que lucía fatal; su piel se presentaba grasosa y tenía las ojeras muy pronunciadas. Por completo alejada a esa Emily con la que Danny reía todo el tiempo.

Apretó los dientes con nerviosismo y terror, apresurándose en llegar y agradeciendo al no ver a nadie esperando en la puerta de su departamento.

Entró rápidamente sacándose la fofa campera para reemplazarla con un fino saquito que aunque no era mucha cosa, hacía que se viera un poco mejor. Se peinó lo más prolija que pudo, se puso perfume y desistió en la idea de maquillarse, ya que no era buena para eso y solo podía empeorar lo poco que había logrado mejorar. Se lavó bien el rostro, intentando disimular su piel grasa, intentando lucir un poco más fresca de todo lo calurosa que se sentía.




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