La gran farsante

Capítulo 23: Norberto

Norma Jean descubrió los chupones al día siguiente. Emily no había podido contener el impulso de atarse el cabello y había dejado expuesto su cuello, trazando el camino de las carótidas casi con perfección.

Su jefa, claro está, no había podido contener su genio. Le preguntó quién era y ante la reticencia de la chica a confesarlo, Norma no hizo más que cabrearse, ignorándola todo lo que restó de la jornada.

El camino hacia McDonalds fue tranquilo, disfrutó del aire, de los pájaros e incluso de los transeúntes estorbosos.

Todo era hermoso, maravilloso, increíble y perfecto. Todo tenía unos matices soñados, incluso el sabor de la hamburguesa y la gaseosa era más delicioso de lo normal —no tan delicioso como Danton, pero esa era otra clase de ricura— se sonrió como una tonta al recordar los besos y el hecho de que casi se acuestan.

Y no a dormir.

Ella se lo había pedido, en la excitación del momento, sentada sobre él, frente al piano, besándolo. “¿Quieres venir a mi casa?”

Y él había dicho que sí, sin pensárselo ni dudarlo.

Ahora agradecía la interrupción de Jamie, agradecía que no hubiesen podido concretar en ese momento. Emily tenía el suficiente alcohol en sangre como para ser catalogada de “alegre, con principios de ebriedad” y no quería que su primera experiencia con Danton fuera bajo los influjos de algo externo. Ella quería estar bajo su propio control, quería disfrutarlo con todos los sentidos bien puestos.

Sacó el iPhone de la destruida mochila mientras devoraba las últimas papas de su conito, y el alma se le iluminó al ver que tenía un Whatsapp de Danton esperándola. Inhaló y exhaló, infundiéndose algo de temple. Decidió abrirlo con toda la entereza que podía demostrar en McDonalds, sentada junto al payaso Ronald.

 

Señorita Fern, es usted muy bonita

DSL.

 

Un sonido histérico y exasperante le salió del pecho y comenzó a mover los pies nerviosamente de un lado para otro, apoyando la cabeza y el hombro contra Ronald McDonald entre temblequeos felices.

¿Tan tonta tenía que ponerla algo tan simple?

 

Señor Lane, también lo es usted” texteó ella al recomponerse.

Micky, uno de los conocidos que se encontraba atendiendo, la observó extrañado y le dibujó una sonrisa. Quizás enrarecido por la imagen que la chica apoyada en el payaso ofrecía.

 

Me gusta su escote, es generoso, agradézcale de mi parte

DSL.

 

Las mejillas se le colorearon ante aquella afirmación y tuvo que apartar el teléfono de su mirada para recobrar la compostura.

¡No podía dejarse llevar así!

 

Me gustan sus besos, saben a cerveza y pizza” escribió conteniendo una risa histérica.

 

Admito que soy adicto a ambos

DSL.

 

¿A la pizza y la cerveza?” cuestionó mirando a su alrededor. Esperando que no muchos hayan sido testigos de sus ataques.

 

No, a la pizza con cerveza y a usted

DSL.

 

Ante aquella respuesta Emily quedó pasmada, se tapó el rostro con la mano y observó el artefacto por los huecos de los dedos. Saboreando el momento mientras pensaba en qué responderle.

 

Me gustaría besarlo en este momento

 

Pues, a mí me gustaría hacer un poco más que besarla en este momento

DSL.

 

Los sentimientos de Emily quedaron nulos y volvió a mover los pies con nerviosismo, conteniendo un sonidito histérico. Arrastró el trasero un poco a la izquierda y apoyó la cabeza en el hombro rojo de plástico.

Sabía a qué se refería Danton, lo sabía a la perfección, aun así deseaba leerlo, deseaba empujarlo hacia la respuesta y morir ahí, abrazada a un tenebroso payaso.

 

“¿Un poco más como qué?”

 

La respuesta de Danton tardó un poco en llegar, pero fue devastador;

 

Como que despiertes en mi cama, de preferencia desnuda

DSL.

 

A Emily le impactó la respuesta a pesar de estar esperándosela. Él ya había dejado de lado el “usted”, dirigiéndose a ella en directo, sin juegos ni rodeos, lo que le colocaba más seriedad al asunto. Era un “con esto no estoy jugando”.

 

“¿Sólo despertar desnuda?” cuestionó Emily rebasando sus propios límites de pudor.

 

No puedo explicar lo que te haría antes, no por aquí

Me quiero acostar contigo, Emily

DSL.

 

Si no le había agarrado algo con los anteriores mensajes, con esos últimos dos estaba experimentando la muerte.

No había utilizado ningún “follar”, “coger”, “fornicar”, “revolcarme” o “tener sexo”.

Danton había utilizado la palabra “acostar”, que aunque no era tan profunda como hacer el amor, daba el indicativo de que no quería un simple polvo y listo.

Quería pasar la noche con ella, quería que despertaran juntos, que compartieran de esas bonitas miradas que ella nunca pudo compartir con su ex novio —en la única vez que lo habían hecho— para entregarse algunas de esas palabras mudas e inacabadas que lo decían todo.

“Anoche fue…”

“Oh sí, fue…”

“Sí, exacto”

Él quería verla desnuda y enterrarla bajo sus sábanas.

¡Cielos!

Y ella también lo quería. Le daba terror, pero lo quería tanto que le dolía.

 

Yo también quiero acostarme contigo” le respondió asediada por temblequeos, encasillando de esa manera todo lo que anhelaba en aquella simple proposición.

Acostarse y todo lo que aquello acarreara consigo.

 

Esta noche. En mi casa, pasaré por ti a las 9

DSL.

 

Emily respondió que sí, sin querer pensar mucho todo lo que eso significaba. Ya tendría tiempo para aterrarse e impacientarse.




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