La gran farsante

Capítulo 25: El gran chico

 

A las tres de la madrugada nació Ivy Torton por parto normal. Aurora había mantenido la calma mientras los demás solo sabían desesperarse. Retó a su padre por llegar tarde y lo obligó a presenciar el exitoso parto.

Todo fue plena alegría luego, y, una hora más tarde, Danton llevó a Emily a su casa.

—Lo lamento —volvió a decir por tercera vez consecutiva.

—Será otra noche, no te preocupes —respondió Emily.

—¿Esta noche puedes acompañarme a hacerle compañía a Wes? —preguntó dibujando una mueca de súplica.

Wesley, a pesar de que su hija ya había nacido, aún tenía serios problemas con el hecho de quedarse solo en la clínica, así que le había suplicado a Dan que, nuevamente, se sacrificara por él, para hacerle compañía.

—Claro, ya es sábado, ¿no? salgo a las cinco, si quieres estoy en tu casa a eso de las siete.

—Sería perfecto, pero mejor yo te paso a buscar por aquí —asintió él—. De nuevo gracias, nena.

Ella negó con la cabeza sonriendo y le dio un ligero beso de despedida en los labios. Había sido algo decepcionante no haber podido avanzar con él, pero, de hecho, había sido una noche bastante divertida.

—Nos vemos en unas horas.

—Nos vemos.

Emily subió corriendo y se arrojó sobre la cama intentando en vano que los recuerdos de lo sucedido en la casa de Dan no la embargasen, ya que estos mismos no la dejarían dormir.

Y no la dejaron hacerlo.

Dio vueltas en la cama, bebió agua, tomó helado, adelantó el último libro de Dante’s Night y dormitó en vano, ya que cada vez que cerraba los ojos, la imagen del hombre la atacaba y la despojaba del cansancio por completo.

Danton besándole el cuello y el pecho. Danton arrebatándole la camisa, recostándose sobre ella para poder besarla con más comodidad.

Era demasiado y todavía no lo era todo.

Llegada a las seis de la mañana decidió llamar a la única persona que sabía que estaría despierta, una de las pocas a las que le podría contar, y se interesaría de verdad; Murdock.

Le contó todo con lujo de detalle y le pidió ayuda y consejos, los cuales recibió con entusiasmo a pesar de que la persona del otro lado de la línea había abandonado plena fiesta en Gran Bretaña para dárselos.

Los “sé tú misma” y “trátalo como a un hombre normal, no un superior” fueron varias veces remarcados por Murdock. Él sostenía que Danton adoraba la normalidad, sencillez y compañerismo que obtenía de Emily. La diversión, la belleza y la música en común, sumaban puntos, pero, que la normalidad, era totalmente indispensable para el actor.

¿Ahora entiendes porque existe este contrato?” Le había cuestionado “Él es una maravillosa persona y merece alguien que esté a su nivel, alguien que alimente su verdadero yo”

Sin embargo, de todo lo que le dijo, una cosa la marcó con fuerza y la dejó en blanco por el resto de la mañana y la tarde;

Opino que le gustaste desde un principio, no principio de amiga de Jamie, sino principio de contrato, la noche del estreno de Dante’s Night, cuando me llevé a su modelo y te dejé ahí con él, le gustaste física y mentalmente, congeniaron desde el más ínfimo principio, incluso, me atrevo a decir que lo hubieses conquistado aun sin necesidad de bailar The Bends con él. Emily, tú eres la que podría alimentar su verdadero yo. Tú eres la chica

Todas las horas con Norma fueron de pensar y repensar en aquellas palabras.

¿A ella cuando había comenzado a gustarle? ¿Desde el ínfimo principio? ¿Ahí, en la fiesta? ¿Cuándo descubrió que no era la superestrella que aparentaba ser cuando estaba con Sevin? ¿Cuándo descubrió que era una de esas encantadoras personas que no tenían miedo de hacer el ridículo?

Sí, en ese caso le había gustado desde el ínfimo principio.

Apenas llegada de Pursuit, llamó a Harlem para preguntarle cómo estaba Norberto y avisarle que nada había pasado, que esa noche volvería a estar con él, pero no de la manera esperada. Que no necesitaba su ayuda en ropa porque se pondría lo mismo que el día anterior.

Harlem no estuvo muy de acuerdo con eso último, sin embargo lo aceptó siendo que no había nada romántico o extra fashionista en el acompañar en una clínica durante toda una noche.

Dejó el iPhone cargando —supuso que lo necesitaría cuando Danton y Wesley se pusieran a hablar de sus cosas durante horas —y se metió a bañar.

Fue muy sufrido para ella no poder ponerse el corsé, le gustaba usarlo a pesar de la opresión, pero, tan solo recordar la reacción negativa de Danton, la avergonzaba un poco y la hacía preferir guardarlo para cualquier otra situación de gala donde el hombre no pudiera vérselo con un simple movimiento.

Se calzó los jeans, las botas y la camisa y se fue hasta la cocina para adelantar un poco más la lectura de Dante’s Night.

Danton le había mandado un mensaje temprano, diciéndole que llegaría a su casa cerca de las ocho de la noche, debido a una entrevista y una sesión de fotos para la revista Vanity Fair, de la cual se había olvidado por completo.

Algo bueno, ahora tenía un poco más de tiempo para ella misma.

Llamó a Jamie para felicitarlo por su cumpleaños —en Francia ya era domingo— quien, como siempre, no tenía planes de dormir durante toda aquella semana, más a sabiendas de que ya poseía la edad legal para hacer lo que quisiera.

¿Qué harás esta noche? —le preguntó su mejor amigo con tono energizado y feliz, haciendo titubear a Emily; no podía soltarle así nomás que pasaría la noche con su padre si su padre no se lo había dicho, y, aunque le explicara que solo se la pasarían vagabundeando por una clínica, Jamie se sentiría algo escéptico y perseguido con la idea.

—Hasta donde sé… —balbució mordiéndose el labio—. Nada.

Entonces, bebe un delicioso vodka en mi honor.

—Si consigo uno, lo haré, pichón —le respondió mirando la hora en el reloj de su pared. En una hora Danton pasaría por ella.




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