La gran farsante

Capítulo 42: La única excepción

Encontró a Jamie con facilidad y sintió alivio.

El muchacho se había sentado en una esquina con Aurora y ambos espiaban a los famosos que encontraban en los alrededores, balbuceando con las cabezas pegadas cuando encontraban a alguien que recordaban de su infancia, pero que no sabían quién era.

—Hola, Aurora —saludó Emily percatándose de su propio tono melancólico.

—Hola, Emily —exclamó la muchacha—. ¿Cómo estás?

—Bien —respondió la chica forzando una sonrisa—. ¿Qué hacen? —agregó para distraerse.

—Nos pasamos el dato —comentó Jamie—. Siempre se nos acerca gente a decirnos “mira lo grande que estás” “Te tuve en brazos” “¿Me recuerdas?”

—Nos decimos quienes son para no pasar por el incómodo momento del “no tengo idea”.

—Tengamos la misma edad, y no recordamos a nadie —se burló Jamie—. Así que nos quedaremos aquí quietecitos hasta que empiece la fiesta…

—Solo espero por la música —afirmó Aurora asintiendo—. ¡Quiero sacar a Peter a bailar!

—Yo tendré que sacar a Emily —comentó Jamie, sin embargo la chica negó con la cabeza varias veces;

—No quiero bailar —dijo suave y vio como la mirada de Aurora se volvía comprensiva, Emily se esforzó en encontrar una excusa sustentable—. Estas plataformas son demasiado incómodas.

—Además —agregó Aurora haciendo un pequeño silencio—. Aquí tienes muchas modelos rondando, algunas te han mirado mucho —soltó, señalando a su alrededor.

—No son mi target, y a mí no me miran, hoy es la noche de caza de los patéticos desprevenidos.

— ¿Cómo tu padre? —preguntó Aurora cruzándose de brazos.

—No —se apresuró a decir Emily, sin saber por qué—. Él ya tiene a alguien, ¿no?

Jamie movió su cabeza de costado a costado bebiendo un trago de cerveza.

—Sí, algo por el estilo —comentó con la mirada fija en algún punto de las pequeñas congregaciones risueñas.

—¿Te cae bien? —preguntó Emily con cierto miedo.

Tenía miedo que la respuesta fuera un sí, y tenía miedo que la respuesta fuera un no.

Debatirse entre no querer sufrir ella y no querer que él sufra era muy extenuante y la arrastraba a una dualidad colosal.

—Sí —respondió Jamie con media sonrisa—. Es lo mejor que pudo encontrar —agregó—. Lo acepto aunque me cueste.

Emily contuvo un suspiro angustioso y se mantuvo en silencio mientras Jamie y Aurora continuaban con su ritual de mirar a la gente, intentar reconocerla, y al final burlarse de ellos por sus ropas o sus cargadas cirugías plásticas.

—Jamie, ahí viene tu abuelo —rio Aurora señalando al mismo anciano que poco atrás Emily había visto sentado cerca de la modelo que saludó a Dan tan cariñosamente.

La chica se sorprendió, e intentó darle una inspección más detallada sin que este se percatara, ¿acaso ese era el padre de Danton?

Seguro, dudaba que el padre de Mimi fuera al cumpleaños del padre de su nieto, mucho menos si, de hecho, su hija no pudo estar allí.

El hombre se acercó, estaba en muy buen estado a pesar de los setenta y varios años que Emily le calculaba; era delgado y alto, poseía el pelo blancuzco y la expresión severa —la misma expresión que ponía Danton cuando estaba enojado— hacía que aquellos ojos azules se volvieran pequeños en sus cuencas y sus arrugas se pronunciaran perfectas.

—¿Cuál es tu novia? —susurró Jamie sonriendo con sorna, pero al mismo tiempo, encogiéndose en su asiento.

—Jamie, ¿dónde está tu tío? —preguntó el hombre con la voz grave, aún más grave que la de Danton, pero sin duda con el mismo timbre poderoso—. Anda por ahí, diciéndole a las muchachas que es menor que Danton, engaña a las jovencitas para hacer quién sabe qué.

—Malo tío Antoine —se burló Jamie, manteniendo la seriedad—. Eso no se hace…

Su abuelo lo observó por un momento arqueando una ceja, sabedor de que su nieto le tomaba el pelo, pero lo dejó correr cuando vio a las chicas que lo rodeaban;

—¿Cuál es tu novia? —preguntó analizando a las muchachas muy respetuoso.

—Las dos —respondió el muchacho pasando el brazo por sus hombros, haciendo que su abuelo se enervara y negara con la cabeza.

Emily miró a Jamie de manera desaprobatoria y Aurora contuvo la risa.

—Mi gran error fue haberme ido a la guerra y haber dejado a esos dos niños al cuidado de su madre, sí señor, a Grace le gustaban los revoltosos y los hippies —comenzó a quejarse mientras se alejaba con lentitud—. Se convirtieron en unos insurrectos pelilargos gastando su adolescencia en bandas como los red chili hoppers. ¡Y ahora contagian a mi nieto! ¡Hippies!

Jamie y Aurora se largaron a reír con ganas y Emily esbozó una sonrisa cargada de pena y ternura por el ancianito.

—No se le burlen —les suplicó Emily conteniendo la sonrisa.

—Mi abuelo es muy conservador, se pasa —comentó Jamie recuperándose—. Mi tío y mi papá son todo lo contrario, ¡abuelo Jeremy casi mata a papá por salir en portadas de revistas semi desnudo!

A Emily se le colorearon las mejillas sin previo aviso y se obligó a mirar hacia otro lado, recordaba haber visto una de esas portadas en internet, hechas alrededor del noventa y cinco, eran realmente sugerentes y provocativas.

Recordaba también haberlo visto en vivo y directo. Esas fotografías no le hacían justicia.

—¡Si, si! —chilló Aurora parándose al tiempo que el DJ anunciaba que se abrían las pistas para la hora del baile; un pequeño escenario iba siendo preparado muy lentamente, pero Emily supuso que aún no iba a ser utilizado.

La muchacha se levantó y con una enorme sonrisa miró a la pequeña multitud que se desgranaba, encontrándose con Peter, sonriéndose también e indicándole con un movimiento de cabeza que se acercara hacia él.

—Yo sí quiero bailar —murmuró Jamie mirando a un grupito de chicas—. Me hubiese gustado bailar contigo pero… —se detuvo para mirar un escote no muy lejos de ellos.




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