La gran farsante

Capítulo 43: Con los pedazos que quedan

Lo apartó con suavidad y lo miró a los ojos.

—Danny, no —murmuró apoyando los talones en el suelo luego de percatarse de que estaba en puntitas de pie—. ¿Y la chica con la que estabas intentando algo? ¿Esa con la que no querías arruinarlo?

Danton entrecerró los ojos y largó una pequeña carcajada con un dulce y diminuto tinte condescendiente, antes de robarle otro fugaz beso.

—Creí que la indirecta era directa, pero al parecer no la captaste —Sonrió, dejando aún más enrarecida a Emily.

—¿Qué?

Danton asió con más fuerza su cintura, como si quisiera retenerla allí. Como si temiera que se le escurriera por los costados.

—Tú eres la persona con la que no quiero arruinar las cosas —murmuró, liberando una de sus manos para sostenerla del mentón con los dedos, obligándola a que lo mirara a los ojos—. Tú eres la chica con la que estoy intentando algo.

El pecho de Emily subía y bajaba en una respiración honda, se sentía como si hubiese corrido una maratón, una maratón en la que no está muy segura de si perdió o ganó.

—Dan… —alcanzó a susurrar, sin embargo Danton presionó con delicadeza sus labios con el pulgar y se los acarició suavemente.

—Antes de que digas algo sobre Jamie —comentó como si hubiera leído sus pensamientos—. Fue él quien organizó todo esto.

Emily abrió los ojos de par en par mientras él le quitaba el dedo de los labios, dejando que exprese toda su sorpresa con algo de placer en sus facciones.

—¿Qué? —cuestionó—. ¿Por qué?

Inmediatamente recordó lo que le había dicho Jamie horas atrás, luego de que ella le preguntara si le agradaba la persona en la que Danton estaba interesado.

“Sí” había respondido él “Es lo mejor que pudo encontrar, lo acepto aunque me cueste.”

Jamie se había referido a ella…

—Fue como un nuevo contrato, uno no escrito —explicó él acariciándole el cabello con suavidad.

—¿Para qué?

—Para traerte de vuelta —murmuró—. Todos pusimos un poco de nosotros —Jamie lo ideó, Mur te buscó, yo te recomendé para Dante’s Night…

Emily se sorprendió con eso último, había estado muy segura de que el que la había recomendado era Murdock. Pero había sido él.

—¿Por qué? —suspiró al tiempo que él se aproximaba otra vez a su rostro, con una lentitud romántica.

La respuesta era lógica pero no le importaba, la quería oír de todas maneras.

—No sé qué los impulsó a ellos, yo… —respondió suave, casi susurrado, pero dejó la frase inacabada. No pudo resistir el impulso a besarla y ella tampoco.

Esta vez Emily lo correspondió. Pasó sus brazos por el cuello de Dan, con un sentimiento precioso, confuso e indescriptible abordándola, lo acercó más a sí.

Precioso e indescriptible porque él respondía a sus sentimientos con la misma potencia que ella. Con la misma pasión, ni más, ni menos. La quería al mismo nivel.

Confuso porque no dejaba de estar mal. No dejaba de herir a Jamie a pesar de que este afirmara que lo aceptaba.

Aun así no se separó de él, continuó besándolo con todo el cariño que le tenía, con lo mucho que lo había extrañado.

Y lo mucho que lo extrañaría cuando lo dejara.

—Igual me vas a dar tu cuarto —afirmó una voz grave detrás de ellos.

Ambos se separaron y miraron hacia el dueño de aquellas roncas palabras.

Era Antoine, el hermano mayor de Danton. Venía con dos mujeres agarradas por las cinturas, una pelirroja y la otra rubia, y tal parecía que su plan con ellas no era charlar.

—Necesito más lugar que tú —comentó sonriendo, su cabello era color café y sus ojos, pequeños y rasgados, eran de un azul profundo, demasiado apuesto a pesar de su edad.

Danton suspiró desganado y se rascó la cabeza.

—Bien —masculló—. Pero más te vale quemar esas sábanas mañana.

El hombre sonrió abriendo la puerta de la habitación de Danton e hizo que las muchachas entraran primero que él.

—Eres un excelente hermano mayor, Danny —mintió con sorna y le guiñó un ojo antes de encerrarse él también en la habitación.

—Que wow —comentó Emily riendo mientras Danton volvía a tomarla del rostro.

—Tú solo ignóralo —susurró antes de besarla nuevamente.

De esa manera era muy fácil ignorar lo que fuera, incluso el hecho de que posiblemente Mur y Harlem estuvieran esperándola en la sala hacía ya un buen rato.

Pero eso no le interesó mucho. Tenía ese momento con Danton, y lo aprovecharía al máximo.

—Dime que es tu novia, por favor —pidió su padre, Jeremy, apareciendo en el pasillo.

Esta vez fue ella la que se separó, abrumada por la vergüenza.

—¿Te puedo contestar mañana? —le preguntó Danton haciendo una mueca infantil, con la cual el señor Jeremy Lane se enervó.

—¿Cómo puedes faltarle el respeto a una…? —se quedó con la palabra en la boca al mirar con más detenimiento a Emily—, ¿...una de las novias de tu hijo?

Ella se puso roja al instante y Danton comenzó a reírse.

—No, señor Lane —se apresuró a responder Emily—. No soy novia de Jamie, él solo estaba bromeando, no tiene novia.

—Pues no entiendo esas bromas —suspiró el hombre cansado—. Me iré a mi cuarto. Hoy a las siete de la mañana te quiero sobrio y en mi habitación, tenemos mucho de que hablar, Danton Stark.

—Sí, señor —balbuceó el hombre haciendo un saludo militar que su padre no vio.

—No te burles de él —le retó Emily con una sonrisa.

—Luego de más de treinta años de conocerlo no me queda otra, nena —le respondió encogiéndose de hombros—. Vámonos a otro lugar, aquí nos van a seguir interrumpiendo —concluyó tomándola de la mano para bajar juntos por las escaleras.

En la sala ya no había rastro de nadie, alguien cerró la puerta delantera y le dijo a Danton que ya no quedaba gente en la casa.

Murdock y Harlem no estaban, de seguro y ya sabían de antemano que ella se quedaría allí.




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