5- La Paz Que Se Gano

Después de la Guerra de los Psíquicos, Lina se dedica a trabajar en la creación de un mundo en el que los psíquicos y los humanos puedan coexistir en armonía. Junto con los Rebeldes y miembros de la Alianza, trabajan juntos para crear una sociedad más justa y equitativa para todos.

Lina lidera la creación de una organización que protege los derechos de los psíquicos y ayuda a aquellos que han sido víctimas de discriminación. La organización tiene éxito en asegurar que los psíquicos sean tratados con respeto y se les otorgue los mismos derechos que los humanos.

A medida que los años pasan, Lina y los demás ven los frutos de su trabajo. Los psíquicos y los humanos trabajan juntos en colaboración, y hay una mayor comprensión y respeto mutuo. Lina se siente agradecida por el papel que desempeñó en la construcción de este futuro y siente que finalmente se ha alcanzado la paz que tanto anhelaba.

Un día, Lina recibe una visita de un anciano que ella reconoce como uno de los soldados de la Alianza que luchó en la Guerra de los Psíquicos. El anciano le agradece a Lina por su dedicación a la paz y le pide disculpas por su papel en el conflicto. Lina lo perdona y le agradece por su sinceridad.

Con el tiempo, Lina se da cuenta de que la Guerra de los Psíquicos, aunque dolorosa, también fue un catalizador para el cambio. Sin la guerra, nunca habría habido una necesidad tan urgente de proteger los derechos de los psíquicos y de luchar por la igualdad. La paz que se ganó después de la guerra es más valiosa porque fue construida a partir de las lecciones aprendidas del pasado.

El sol se pone sobre la ciudad mientras Lina reflexiona sobre su viaje. Ella se da cuenta de que, aunque la guerra fue difícil, nunca dejará de trabajar por la paz. Con esa resolución en su corazón, Lina mira hacia el futuro, sabiendo que siempre habrá más trabajo por hacer. Pero ella también sabe que, mientras haya personas como ella que luchan por la justicia y la igualdad, siempre habrá esperanza de un mundo mejor.