17 MESES DESPUÉS
꧁✧☾ 𝙰𝙴𝚁𝚈𝚂 ☽✧꧂
La inauguración del hotel fue hace dos semanas. No pude ir. Defne estaba enferma, pero ahora está mejor y quiero ver el fruto de tanto esfuerzo. Tal vez fue mejor así. Habría terminado llorando frente a todos.
—Buenos días, bellezas —escucho la voz de Grace y me giro a buscarla.
Luce tan elegante como siempre, aunque hoy cambió sus pijamas de satén por algo más sobrio.
—Hola, Grace. Qué hermosa estás. ¿Irás con nosotras al hotel?
—No, mi cielo —acaricia mi mejilla y luego le sonríe a Defne—. Voy a visitar a un viejo amigo. Además, sé que así disfrutarás más viendo por fin el resultado de tu esfuerzo.
—No lo habría logrado sin tu ayuda.
—Tú me cuidaste cuando lo necesité. Yo solo supe devolverlo.
—Me enseñaste a invertir, a multiplicar mi salario… y hoy, gracias a eso, tengo un hotel.
—Y si sigues con esa cabeza, pronto será una cadena —me guiña un ojo—. Si necesitas algo, llámame. Volveré esta noche.
Nos abraza con la calidez de siempre y se despide. La veo marcharse y luego termino de darle el desayuno a Defne.
Grace me rescató cuando no tuve a nadie más. Al principio, solo la cuidaba. No le importó mi embarazo ni de dónde venía. Con el tiempo, nos volvimos familia. Ella me dio algo más que un techo. Ama a Defne como si fuera su nieta, y para mí es como una madre.
Acaricio el cabello de mi hija, animándola a tomar la última cucharada.
—Eres lo más hermoso del mundo —le digo cuando se la come con esfuerzo—. Mi preciosa hada.
Mientras una empleada recoge la mesa, organizo la habitación. Hoy es un día especial. Oficialmente, asumo mi rol como gerente del hotel. Y, como siempre, mi princesa estará conmigo.
—Buenos días, Grissom —lo saludo al verlo en la entrada—. ¿Grace te pidió que me llevaras?
—Buenos días, señoritas —dice con su amabilidad habitual—. La señora no quiere que conduzca con la niña a bordo.
Sonrío. No entiendo por qué me regaló un auto tan costoso en mi graduación, aunque sé que para ella, la seguridad de Defne está primero.
Grissom me ayuda con sus cosas. No digo nada más, no quiero interrumpirlo mientras maniobra con el coche. Aquí todos son diferentes. Son la familia que me hubiera gustado tener.
—¿Sabes a dónde fue Grace?
—Se lo mismo que usted, señorita. ¿Cómo se siente?
—Lista. Algo nerviosa, pero lista. ¿Te quedarás conmigo?
—Mi esposa no me necesita, claro que sí.
—Gracias, Grissom.
Nos subimos. El trayecto es tranquilo. Defne se queda dormida apenas avanzamos unas cuadras.
Lo más difícil ya pasó. Ahora me toca sostener lo que logré. Convertirme en una mujer capaz, independiente y respetada. Llevar este hotel a donde quiero.
Cuando el auto se detiene, bajo primero y lo observo. El edificio. La entrada. El nombre.
Hace meses, estaba arrinconada en un sótano, sin saber qué hacer con mi vida. Hoy soy dueña de algo. Aunque aún duele no entender por qué Yery y Peter me hicieron lo que me hicieron. O por qué, todavía, no sé quién es el padre de mi hija.
Quisiera tener una respuesta. Pero Defne no lo necesita. O eso quiero creer. Aunque no estaría mal saber quién fue el que me usó. No dudo que haya sido algún amigo de Peter. Alguien que al igual que ellos, no pensó en las consecuencias.
Sacudo la cabeza. No me sirve quedarme en eso. Beso la coronilla de mi hija.
—No importa. No voy a arrepentirme nunca de tenerte.
Camino hasta la entrada del hotel. Me detengo unos segundos. Observo el vestíbulo. Todo está como lo imaginé. El gerente temporal ha hecho un buen trabajo. Y las empleadas que seleccionamos… son mujeres como yo. Solo necesitaban una oportunidad. Quise dársela. Y hoy están aquí.
Es mi logro. Es real.
Pienso en mi padre. En Camely. En Isra. En todo lo que dijeron de mí. Y sonrío. Porque algún día verán mi logro.
No quiero que nada arruine este día. Sigo hasta la recepción. Me saludan con calidez. Me entregan informes, se acercan a Defne con cariño, y una me susurra algo que suena más a chisme que a reporte. Eso tendré que confirmarlo con Fair, el gerente.
Quiero ver cada rincón. Respirar el ambiente. Sentirme parte. Le pido a Grissom que me espere en la terraza.
—Pide lo que gustes en la cocina.
Asiente y se aleja. Beso a Defne con emoción. En eso, choco con alguien.
—Lo siento —digo al levantar la mirada.
Es un hombre atractivo, mayor, de ojos azules. Me resulta familiar, pero no estoy segura de dónde. Tal vez fue huésped del hotel de la familia de Peter. Tal vez lo vi mientras limpiaba una habitación.
Sonrío al pensar que, los clientes que antes me ignoraban, ahora están en mi propiedad, que ya no sean sus clientes.
Pero algo cambia cuando Defne extiende sus manitas hacia él. Retrocedo. Ella no hace eso. No con extraños.
—No, mi amor —la acerco a mi pecho, pero ella insiste.
El hombre nota el forcejeo.
—Ha sido mi culpa. ¿Están bien? —pregunta con tono amable—. ¿La he lastimado?
Antes de que pueda responder, una mujer se acerca y lo toma del brazo con brusquedad.
—Retírate —me ordena, como si espantara a alguien sin importancia.
—La única que debe retirarse eres tú —responde él, irritado—. Disculpe el mal momento, señorita.
—Romano, no me hables así. Y menos frente a esta mujer.
—Entonces vete. Tú y tu hijo saldrán de mi vida. Me usaste. Te aprovechaste de que era un joven idiota, de que había perdido a mis padres. Me hiciste creer que era mi hijo. Que me amabas.
Lo escucho en silencio. No me muevo. No entiendo del todo lo que pasa. Pero siento que estoy presenciando algo importante.
Ella lo sujeta con más fuerza y lo arrastra lejos. Los sigo con la mirada hasta que desaparecen. No intervengo. No me gusta este tipo de situaciones en mi hotel, pero la discusión fue personal. Lo confirmo cuando, desde la terraza, los veo seguir.