꧁✧☾ 𝙰𝙴𝚁𝚈𝚂 ☽✧꧂
Defne duerme incómoda; lo noto de inmediato. No quiero irme, pero su bienestar es lo primero.
—Daré un último recorrido por las instalaciones antes de irme.
—Vale. Te avisaré si pasa algo. También te informaré de la reacción de Yery —dice Fair, abriéndome la puerta.
Agradezco no encontrarme con Yery en el camino. Grissom me ve y se acerca a ayudarme.
Estoy intentando subir al auto cuando aparece Peter.
—Entonces lo lograste —dice con tono acusador.
—Sí, lo logré. Y tú también. No perdiste tiempo en buscar reemplazo.
—Me engañaste, Aerys. Estabas embarazada de otro. ¿Qué pretendías? ¿Que aceptara esa humillación?
—No te traicioné, y lo sabes. Al contrario de ti. Ustedes lo planearon todo.
—¿Planear qué? Lo de Yery y yo simplemente pasó. Fue un momento de debilidad. Estaba dolido.
—¿Debilidad? Lo sé todo. Sé que ella me drogó, y no dudo que tú lo sabías. ¿Vas a fingir que no?
—¿De qué estás hablando?
Suelto una carcajada. Su cinismo no tiene límites.
—Olvídalo. No hay nada más que hablar.
Me sujeta del brazo con fuerza.
—¿Es cierto que tienes algo con el dueño del hotel?
Río sin ganas.
—Yery tenía razón. Eres una vividora. Ahora entiendo por qué nunca llegaste al hotel.
—No voy a perder mi tiempo contigo. Ya te lo expliqué una vez. Mantente lejos. No te conviene que tu esposa tenga un ataque de celos.
Intento subir al auto, pero vuelve a agarrarme. Esta vez pierdo la paciencia.
—Si vuelves a jalarme y pones en riesgo a mi hija, te juro que...
—¿Qué me vas a hacer? —me interrumpe, apretando más fuerte. Agradezco que Defne esté segura en el portabebés.
—Suelte a la señorita —exige Grissom con firmeza.
—Vaya, hasta chofer tienes. ¿Quién es el padre de tu bastarda? ¿El chofer o el dueño?
Intento abofetearlo, pero me atrapa la mano y me jala hacia él. Defne se golpea.
Grissom lo agarra del cuello de su camisa, pero Peter se zafa y se lanza hacia mí, sujetándome de nuevo.
—Nunca debí fijarme en una mujer como tú. Eres una trepadora. Me alegra haber elegido a alguien de verdad. No vales nada.
Forcejeo, pero con mi hija encima apenas puedo moverme. Está a punto de gritar algo más, cuando alguien lo empuja con fuerza.
—Por una vez en tu vida, compórtate como un hombre —dice Romano, sujetándolo con rabia—. Te dediqué veintitrés años de mi vida. Te enseñé valores, respeto... Y esto es lo que eres: un cobarde.
—Padre, no es lo que parece. Ella se me ofreció. Solo quería ponerla en su lugar —dice, intentando justificarse.
Romano lo mira con repulsión.
—No seas patético. Te conozco demasiado bien. Para mi desgracia, fui yo quien te crió.
Lo suelta con desprecio y se vuelve hacia mí.
—¿Están bien?
Asiento mientras reviso a Defne. Ella se agita al notarlo, extiende los brazos hacia él.
Retrocedo, evitando que lo alcance. Él entiende y guarda silencio.
Peter aún refunfuña, lanzando miradas cargadas de odio.
—Lamento el comportamiento de Peter —dice Romano a Grissom mientras lo ayuda a levantarse.
—Gracias. La edad me ha quitado audacia —responde Grissom con un gesto adolorido.
—¿Puedo hacer algo más?
Negamos. Se vuelve hacia Peter.
—Y tú, lárgate. Aquí todos saben que no tienes nada. Ni tú ni tu familia.
—Te vas a arrepentir —advierte Peter, antes de marcharse.
Romano vuelve a mirarnos. Defne ya no se agita.
—Creo que me fracturé el brazo —se queja Grissom, tratando de acomodarlo—. No podré conducir.
—Puedo llevarlos —ofrece Romano—. Llegué en taxi. Usted lleva a la niña, él está herido. Es lo más sensato.
—No es necesario —respondo de inmediato—. No me subiré con un extraño.
—Ya le dije mi nombre.
Lo ignoro.
—¿Puedes cargar a Defne mientras conduzco? —le pregunto a Grissom.
Suspira. Sabe que no cedo fácil.
Al final, acepto. Romano conduce hasta el centro médico que él indica. Voy en silencio, observándolo. Intento, pero no logro ubicar donde lo he visto antes. No puede ser porque fue el padre de Peter. No tiene parecido.
Al llegar, ayuda a Grissom a bajar. Yo los sigo.
—No es necesario que espere —le digo al notar que se queda con nosotros—. Ya pedí un taxi. Muchas gracias por su ayuda.
—No tengo nada mejor que hacer —responde con naturalidad—. Permítame terminar lo que comencé.
Asiento sin insistir. Encuentro un lugar donde sentarme mientras atienden a Grissom. Intento concentrarme en recordar de dónde lo conozco, pero mi mente se queda en blanco. Entonces, Defne lo busca con la mirada y dice con voz clara:
—¡Papá!
Suspiro.
—No es tu papá.
Él sonríe con gentileza.
—Es muy afortunado su padre. ¿Cuánto llevan juntos?
Asumo que no sabe nada.
—Lo suficiente —respondo, cortante.
Da un paso atrás, sorprendido por mi actitud.
—Lamento la actitud de Peter —dice tras una pausa—. A menudo se comporta así. No hice un buen trabajo. Supongo que por eso no tuve la posibilidad de ser padre.
Lo observo con atención. Es distinto a Peter. No solo es más atractivo, también es educado, y al parecer, inteligente.
—No se preocupe. Y disculpe mi actitud.
Me mira sin mostrar emoción.
—Tiene una niña muy inteligente. Seguro será tan hermosa y educada como su madre.
Bajo un poco la guardia.
—Gracias. Parece que usted le agrada. No suele ser así con extraños.
Le hace mimos a Defne y ella ríe. Yo también.
Ella estira los brazos hacia él. Tras dudarlo, se la entrego. Hay algo en él que transmite paz, más allá de la desconfianza inicial. Lo observo jugar con mi hija y, sin quererlo, me encuentro pensando que tendría buen material como padre.
Estoy tan concentrada en la conexión que surge entre ellos que no noto a Grissom hasta que me pone la mano en el hombro.