La heredera del ceo

5

꧁✧☾ 𝙰𝙴𝚁𝚈𝚂 ☽✧꧂

Al llegar, abre la puerta y me deja pasar. Extiendo los brazos hacia Defne, pero ella se resiste. Él tampoco la suelta.

—Los archivos están sobre la mesa —dice sin importancia.

Suspiro, me acerco y tomo los documentos. Comienzo a revisarlos. Cuando levanto la mirada para hacerle una pregunta, me sorprendo con sus ojos fijos en mí. Siento emociones no experimentadas antes.

Hago las preguntas necesarias. Él le avisa a Grace que estamos allí. Poco después, se une a nosotros. Hacemos un recorrido por las instalaciones. Al regresar a la oficina, justo cuando vamos a cerrar el encuentro, la puerta se abre de golpe.

—¿Qué haces tú aquí? —dice su mujer con tono acusador—. Te vi en el hotel.

—Ella no tiene por qué responderte —responde sin alterarse con mi hija aún en brazos—. La pregunta es, ¿qué haces tú aquí, Katheryn?

—Sabes perfectamente por qué estoy aquí —responde ella con rabia—. ¡No puedes hacernos esto! ¡No puedes dejarnos en la calle!

Romano se acerca, me entrega a Defne sin mirarme, y sujeta a Katheryn del brazo. La saca de la oficina sin darle opción a protestar.

Grace y yo nos miramos antes de apresurarnos tras ellos. Justo cuando vamos a salir, Romano regresa.

—¿Te parece que nos reunamos mañana?

—Sí —respondo de inmediato—. ¿Aquí?

—Donde prefieras.

—Aquí está bien.

Asiente.

—Disculpa por la actitud de Katheryn. No será la última vez, pero me encargaré de que no te vuelva a incomodar.

Por su tono, no parece tan simple como dice. Pero no insisto.

—Las acompaño a la salida. Puedo llevarla, si no te importa —extiende los brazos hacia Defne.

Lo dudo un segundo, pero le entrego a mi hija.

—¿Te gustan mucho los niños, Romano? —pregunta Grace, con una sonrisa curiosa.

—Tanto que la vida no me permitió ninguno —responde sin mirar a nadie.

—Lo siento… —murmura ella.

Yo no digo nada. En cuanto veo a Peter y a su madre, me acerco y tomo a Defne de nuevo.

—Es mejor que nos vayamos —le digo a Grace.

Ella los ve de reojo y asiente. Romano también los nota. Va directo hacia ellos. Nosotras, en cambio, cruzamos el vestíbulo.

Al llegar no puedo evitar pensar en él, verlo resulta un reto. En los días siguientes se repiten. Se vuelven más constantes. Más incómodas.

Y entonces ocurre. Un roce accidental de labios. Un momento breve que no logro sacar de la cabeza.

No debería pensarlo así, es mi exsuegro. La lógica lo tiene claro. Pero el cuerpo no siempre escucha a la razón.

Lo peor: él tampoco parece indiferente. Aunque evita mirarme más de lo necesario. Puede que solo esté siendo respetuoso.

Me fastidia darme cuenta de lo fácil que es enredarse con lo que no se debe.

Ojalá se marche pronto. Será mejor para todos, sobre todo para Defne. Está empezando a buscarlo, a llamarlo.

Y yo sé cuánto cuesta crecer esperando algo de un padre que no está.

❖⟡✧ 𝐑𝐎𝐌𝐀𝐍𝐎 ✧⟡❖

No debería estar así, pero lo estoy. El tema con mi ex y su hijo no avanza, pero no es lo único.

Me incomoda lo mucho que pienso en ella. En su sonrisa. En ese roce estúpido que no puedo olvidar.

Nunca antes me pasó algo así. Siempre fui claro en mis límites. Desde que me junté con Katheryn, no miré a nadie más.

Ahora me descubro buscando excusas para quedarme. El mes pactado ya pasó, pero inventé otro “detalle” que necesitaba revisión. Klaus lo sabe. Finge que me cree.

Hoy vuelvo a verla. Me enredo con la corbata, la suelto. Reviso mi camisa, me aseguro de lucir bien. Algo en mí se resiste a volver a Dresde.

Es absurdo. Pero no lo controlo. Incluso me detengo a comprar flores.

Me digo que son para Grace. Una cortesía. Una excusa.

Grissom me saluda desde la entrada. Me alegra ver que su brazo ya está bien.

Escucho la risa de Defne. Me dirige directo al jardín. La empleada me indica el camino.

Cuando veo a Grace, se me ocurre justificar las flores.

—Buenos días —digo. Cuando se gira, le extiendo el ramo.

—¿Por qué me traes flores, Romano?

La miro. Luego a Defne. Y finalmente a ella. Está con un vestido claro, el cabello recogido. Me cuesta decir algo.

Grace me observa con una media sonrisa.

—Creo que estas eran para ti —le dice a Aerys. Mi silencio lo confirma.

Ella sonríe, pero no dice nada. Nos quedamos mirando unos segundos más de la cuenta.

—Debo irme. Volveré en la noche —dice Grace, y deja a Defne en mis brazos.

—Papá —dice.

Le beso la frente. Su madre ya no la corrige.

—Gracias por las flores —dice Aerys—. Tengo los últimos ajustes listos.

Sonríe mientras habla. Me cuesta sostenerle la mirada.

Quiero decirle que no fue cortesía. Pero me guardo las palabras.

—¿Quieres algo? —pregunta mientras sirve jugo.

—No. Estás preciosa hoy.

Sonríe.

No comprendo qué está pasándome. Digo lo que se me viene a la mente. No me contengo.

—Tú también te ves bien —dice, como si el comentario se le hubiera escapado—. Aunque te ves triste.

Hace días que todo es más fácil de sobrellevar, verlas lo cambia todo. No lo digo en voz alta. Siempre me gustó arreglarme para Katheryn.

Suspiro, irritado. Ese nombre, esa mujer… La tristeza vuelve a hundirme.

—En unas semanas estarás de regreso en Dresde —dice ella, y no suena tan feliz.

—Así es. Ya casi terminamos con la preparación del hotel. Aunque tal vez tenga que quedarme un poco más, para garantizar que Katheryn y su familia no te hagan la vida imposible.

—Descuida, sé defenderme.

—Es evidente —siento cierta tristeza al notar que no capta mi intención.

—Lo siento —dice cuando ambos percibimos que Defne necesita un cambio.

Extiende los brazos y se la paso.

—No tardo nada —me asegura.

Asiento. La sigo con la mirada y me rasco el mentón.




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