La heredera del ceo

8

꧁✧☾ 𝙰𝙴𝚁𝚈𝚂 ☽✧꧂

La emoción me oprime el pecho, el aire se me escapa. Lo veo por la ventana y un escalofrío me recorre la piel. Todo lo bueno que sentía se desvanece en un instante, transformándose en ese sentimiento que tanto intenté evitar.

La idea de que solo está aquí por culpa, de que ha fingido, se instala en mi mente y en mi corazón. Me duele porque… me gusta. Odio admitirlo, pero me está pasando a mí.

—Aerys, cariño —Grace aparece, y me aferro a ella con desesperación.

—¿Cómo puede estarme pasando esto?

—Cálmate, cariño.

—No puedo… ¿Cómo pudo?

Grace me aparta con suavidad y me limpia las lágrimas.

—Inhala y exhala. Recuerda lo que siempre te he dicho.

Me seco el rostro con brusquedad.

—No está vez. Él… abusó de mí y lo va a pagar. Te juro que haré que paguen por lo que me hicieron.

—Cariño, no tomes decisiones apresuradas, deja que yo…

—¿Apresuradas? No, ya esperé demasiado. Ahora lo sé todo, y ese tipo que está allá afuera no es más que un cobarde. Solo vino a aliviar su conciencia, pero se equivocó conmigo. No va a ver a mi hija, no le permitiré acercarse. Y si no puedes ayudarme, lo entiendo, pero él no se saldrá con la suya. Fair se quedará unos días frente al hotel. ¿Crees que alguno de tus abogados pueda ayudarme? El mejor, por favor.

Grace me observa en silencio durante unos segundos antes de responder.

—Insisto en que primero deberíamos escuchar su versión…

—No hay nada que escuchar. Es obvio que todo fue un plan suyo.

—¿Y Peter? ¿Y Yery? —pregunta, mirando por la ventana.

—Pagarán todos, Grace. Eso te lo aseguro.

Me acerco a la ventana y lo veo hablando por teléfono. Camina de un lado a otro, inquieto.

—Te engañó, Grace. No es un buen hombre —le digo, buscando derrumbar la fe que aún tiene en él.

—Sé que esto te duele, pero ¿quieres hablarme un poco más de lo que pasó?

—Finge que no lo recuerda, pero lo hace. Vino aquí, fingió todo esto, su forma de ser con Defne… Todo tiene sentido.

—Sé más específica. De lo contrario, tendré que hablar con él.

La miro con frustración.

—No quiero sonar ingrata, pero nada de lo que digas o hagas cambiará mi decisión. Perdí mi vida, mi beca, perdí…

—Ganaste mucho más. Sé que lo que pasó fue terrible, pero mira quién eres ahora. Tu hija es maravillosa y…

—No, basta. No intentes justificar ni romantizar su cobardía. No lo perdonaré ni le permitiré acercarse a mi hija.

—Está bien, cálmate.

Suspiro y vuelvo a asomarme. Nuestros ojos se encuentran. Puedo leer sus súplicas en el movimiento de sus labios. Corro la cortina de golpe.

—¿Puedes llamar a los abogados? También quiero deshacer el trato de los hoteles. No quiero nada que venga de él.

—Está bien, cariño. Iré a hablar con Romano.

—¿No te basta con lo que te estoy diciendo?

Se acerca y me toma el rostro entre sus manos.

—Te creo y cuentas con mi apoyo, pero eso no impide que quiera escuchar su versión. ¿Y si es inocente?

—¿Inocente? ¿De qué? ¿De haberme embarazado sin mi consentimiento?

—Todo en la vida es posible. Vuelvo enseguida.

La veo marcharse y me acerco a Defne. Beso su frente y agradezco que siga dormida. Deslizo el mameluco que le puse y veo su marca de nacimiento. Recuerdo lo que me dijo y mi mente empieza a trazar conexiones, a formular motivos. Encuentro demasiados.

Me asomo de nuevo. Lo veo hablar con Grace. Su lenguaje corporal lo delata: gesticula con las manos, se lleva los dedos a la cabeza. Intenta convencerla. No importa. Nada cambiará mi decisión.

Cuando él se aleja, Grace lo sigue hacia el interior. Salgo de inmediato. No voy a permitirle entrar ni ver a mi hija.

—Vete —le digo, señalando la puerta en cuanto nos encontramos en la escalera.

—No voy a irme. Maldición, tienes que creerme, Aerys. Por favor, no planeé esto, no es como crees. No soy ese tipo de hombre.

Bajo los escalones hasta quedar frente a él.

—Eres peor. Debí imaginarlo. Fingías… Es así porque tú lo criaste. No es tu hijo, no lleva tu sangre, pero es igual que tú. Un farsante, un… No voy a dejarte ver a mi hija. Más te vale estar preparado.

—No es justo. Haz lo que tengas que hacer, Aerys. No tengo nada que temer. No soy un mal hombre y, si tengo que demostrarlo, lo haré. Pero por favor… dame la oportunidad de ser su padre.

—Jamás. Eso te lo juro. Ojalá hayas disfrutado de ella cuando fingías no saber quiénes éramos, porque esos serán tus únicos recuerdos con ella.

Me mira, y sus hombros caen ligeramente.

—No hay palabras para describir lo cobarde que me siento. Jamás te habría hecho algo así. Ni a ti, ni a ninguna mujer. Pero está bien. Haz lo que tengas que hacer. En cuanto a mi hija…

—No la llames hija. No es nada para ti. Nada.

Subo las escaleras sin permitirle terminar. Entro en la habitación y espero a que Grace regrese. Me niego a escucharla. No esta vez.

Me concede el número de uno de sus abogados. Lo llamo, me asesora. Antes de proceder con la demanda, debo hacerle una prueba de paternidad a Defne.

Escucho todo lo que me dice y, al terminar la llamada, se lo pido a Grace.

—Dice que puede hacerlo ahora mismo —me indica después de hablar con Romano—. Vamos, será rápido. Tengo algunos conocidos.
Organizo a Defne sin despertarla, recojo algunas cosas y Grissom nos lleva al laboratorio. Mi rabia crece al verlo llegar. Ruego que Defne no despierte mientras esperamos. Él se sienta al otro lado de la sala y deja caer el rostro entre sus manos.

Cuando nos llaman, paso primero. Defne se despierta y, al verlo, estira los brazos hacia él. Me niego. Me duele ver su reacción, pero no voy a permitir que la toque.

Le toman la muestra a Defne. Él extiende el brazo y hacen lo mismo con él. Salimos, y lo veo frotarse las sienes, por supuesto sé que finge. Grace ha pedido que los resultados estén cuanto antes.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.