꧁✧☾ 𝙰𝙴𝚁𝚈𝚂 ☽✧꧂
Intenta volver a sujetarme y me sacudo otra vez.
—No te atrevas a volver a tocarme, Peter.
—Tengo pruebas. Testigos de que él lo planeó todo. Fue su culpa. Además, fui a hablar con tu familia. Te estuve buscando. Me contaron lo que pasó... puedo arreglarlo todo entre ustedes.
Ruedo los ojos. Ni por un segundo me tienta creerle, y el hecho de que mencione a mi familia solo empeora las cosas. No le creo. Como tampoco le creo a su padre. O lo que sea.
—Tú y tus estúpidas pruebas pueden irse al infierno. No hiciste nada cuando más lo necesitaba. No necesito que lo hagas ahora, cuando ya no vale la pena. No importa si eres inocente. No te quiero cerca. No te quiero en mi vida.
Doy un paso para marcharme, pero vuelve a agarrarme del brazo.
—¡Oye! Por favor. Sé que cometí un error, pero tienes que creerme. Todo pasó antes de darme cuenta de lo importante que eres para mí. Me molesté, me dolió saber que esperabas un hijo que no era mío... te pedí que te casaras conmigo. Lo de Yery fue una estupidez, te amo. Déjame ayudarte. Esta vez puede ser diferente.
Me doy la vuelta y lo miro de arriba abajo. Su cara de cordero degollado no me mueve un pelo.
—No me interesa escucharte. No me interesa nada de lo que tengas que decir. Vete. Y si quieres un consejo: entrégate.
Sigo de largo mientras él sigue hablándome, como si no entendiera que ya no quiero escucharlo. Dice que es inocente, que todo lo planeó su padre, que no ama a su esposa, que fue un error. Nada nuevo.
Me doy el lujo de cerrarle la puerta en la cara cuando intenta entrar a la casa.
Sin pensarlo me dirijo a la habitación. Escucho el llanto de Defne.
Me acerco. Le agradezco a Grace el intento de calmarla. En cuanto la recuesto sobre mi pecho, su llanto se vuelve un sollozo suave. Le sobo la espalda y me siento al borde de la cama.
—No quiero que vuelva a enfermarse —le digo a Grace, cuando me mira.
—Esperemos que así sea. No sería buen momento. Aunque... tal vez la presencia de su padre le haría bien.
—Grace, por favor. Él no es su padre.
—Lo siento, cariño. Pero sabes que ante todo, la verdad. No puedes tapar el sol con un dedo. Lo es. Sea cual sea la circunstancia en que fue concebida... Y de todos modos, ya está tras las rejas. El abogado llamó. Se entregó antes de que la orden de captura se hiciera oficial. Y eso que aún no hay pruebas contundentes.
Beso la cabeza de mi hija. Me atraviesa una punzada en el pecho. No dejo de sentir que algo no está bien, que tal vez no tomé la decisión correcta. ¿Por qué se entregaría? No es lo que haría un culpable. A menos que esté fingiendo. Mi cabeza es un nudo que no puedo desatar.
—¿Qué va a pasar con ese tipo? —pregunta Grace, mirando por la ventana. Asumo que se refiere a Peter.
—Espero que él, su padre y su esposa reciban lo que merecen.
—Está bien... ¿Y qué pasa con el resto de tus planes?
—Lo único que importa es mi hija y su bienestar. Si ellos van a prisión y pagan por lo que hicieron, me doy por servida. Evidentemente, esto no me dará la paz que esperaba, así que no pienso tomar justicia por mi mano si la ley hace su trabajo.
—Está bien. Ocúpate de Defne y trata de descansar. Iré a hacer un par de llamadas y a resolver algunos pendientes. Cualquier cosa, sabes dónde encontrarme.
Asiento. Ella sale de la habitación.
Le doy el biberón a Defne y, una vez dormida, me recuesto a su lado. Le acaricio el rostro con cuidado. Pienso en lo que dijo Peter. No en sus excusas ni en culpar a su padre como un cobarde. Pienso en que haya ido a ver a mi supuesta familia...
Intento quitarme la idea de la cabeza, pero el cansancio me gana. No sé cuánto tiempo duermo. El sonido del timbre me despierta... y también despierta a Defne.
✦❀✦━━━━━━━━━━✦❀✦
Es Grace, como de costumbre, para que cene con ella.
—¿Sabes algo más del proceso? —pregunto mientras le cambio el pañal a Defne.
—Sí. El abogado me llamó, supongo que son buenas noticias para ti. Por las evidencias que presentó Peter junto a su esposa, ambos han sido excluidos del caso. Toda la culpa ha recaído sobre Romano. Ya no habrá juicio. Mañana se legaliza su condena.
—¿Solo él? —mi voz traiciona la sorpresa que me sacude.
—Así es, cariño. Tu verdugo estará tras las rejas.
Evito mirarla. Su tono lo dice todo: no está conforme, y el sarcasmo en sus palabras confirma que tampoco lo cree justo. Yo tampoco. No sé por qué, pero hay algo que no encaja, una punzada que no logro sacarme del pecho. Se supone que esto es lo correcto.
Pero no estoy feliz con el resultado. Quería que Peter y Yery pagaran también. No sé cómo, pero deben hacerlo. Son tan culpables como Romano. De algún modo, lo son.
Grace guarda silencio, y yo también. Termino de vestir a Defne y bajamos al primer nivel. A diferencia de las otras cenas desde que vivo aquí, esta transcurre en completo silencio. Ella apenas toca su comida, y yo tampoco tengo apetito.
Incluso mi hija parece unirse al ambiente denso cuando rechaza la papilla y las verduras al vapor. Bebe un poco de leche, pero no me tranquiliza. No quiero que se enferme de nuevo. Nos retiran los platos, y el silencio persiste hasta que Grace dice.
—Mañana saldré, y para que no sea una sorpresa, iré personalmente a ver a Romano.
—Está bien. Supongo que yo también tengo que ir al hotel. No puedo seguir dejándole mi trabajo a Fair.
Se pone de pie tras dedicarme una breve sonrisa. Se acerca a Defne, le besa la frente, luego a mí.
—Buenas noches para ambas.
—Buenas noches. Y gracias por todo.
La veo subir al segundo piso. Es la primera vez en meses que se acuesta tan temprano. O al menos, finge hacerlo. Sé que no dormirá, pero está bien. Supongo que necesita su espacio. Yo también.