꧁✧☾ 𝙰𝙴𝚁𝚈𝚂 ☽✧꧂
Llevo varios segundos aquí, de pie, mirándolo. Él también me observa. Hay algo extraño en la forma en que nuestras miradas se cruzan, una sensación que no logro definir.
Se ve distinto. Aunque el uniforme le queda bien, su aspecto no es el mismo. No está descuidado, pero hay señales claras de desgaste, de estar en un lugar que no permite el mínimo cuidado personal.
Me costó mucho venir. Aún no estoy segura de lo que quiero hacer, pero el amor por mi hija me empujó a estar aquí. También lo hicieron las incoherencias en la historia que Peter me ha contado una y otra vez. He estado fingiendo que le creo, que estoy dispuesta a perdonarlo, y aunque me complace que Yery se moleste con mi presencia y que él crea que estoy alimentando su esperanza, lo cierto es que me ha ayudado a atar ciertos cabos. Hay dudas que necesito aclarar. Y quizás él tenga algunas respuestas.
—¿Defne está bien? —pregunta con un tono cargado de preocupación.
Asiento con la cabeza y me acerco.
—Tengo algunas preguntas que quiero que respondas.
No dice nada, pero su silencio lo interpreto como un “sí”. Apoya una mano en los barrotes y entonces noto lo maltratadas que están. Los nudillos enrojecidos, la piel rota. Aprieto los labios.
—Yo… leí tu declaración. Grace la consiguió para mí. Pero la recepcionista que declaró no estaba esa noche.
Saco una fotografía del bolsillo y se la muestro.
—No. Esa no era la mujer en recepción esa noche.
—¿Podrías describirla?
—Leíste la declaración. Todo lo que necesitas está ahí. Aerys, ¿qué estás buscando? ¿Pruebas para que aumenten mi condena?
Niego con la cabeza.
—¿Todavía lo amas, no? —su voz cambia. Hay una mezcla de reproche y molestia—. Tanto que prefieres creer en sus mentiras.
Aprieto la mandíbula. No siento nada por Peter. Lo que sucede es que todo esto comienza a perder sentido, y no puedo seguir ignorándolo. Pero lo dejo creer lo que quiera.
Ambos nos quedamos en silencio. Solo nos miramos.
—Peter no es quien crees. Si le das una oportunidad, va a usarte.
—Sé perfectamente qué clase de persona es Peter.
—Tienes que cuidar de ti. Y de Defne. No dejes que se le acerque.
—Mi hija va a estar bien.
—Lo sé. Pero no puedo evitar pensar en… ¿Estás considerando volver con él? ¿De verdad le creíste la mentira de que todo esto fue una venganza mía?
Se interrumpe. Luego comienza a reír, frustrado.
—La vida no ha sido justa, Aerys. Pero no importa. Aceptaría todo lo que tenga que pasar, solo por tener la oportunidad de ser su padre.
Sus palabras me descolocan. Me remueve sentimientos que no quiero admitir. No respondo. Solo me quedo ahí, con los ojos clavados en los suyos.
No entiendo por qué no siento odio. Tampoco molestia. Debería. Pero no.
—¿Estás feliz con esto? ¿Te da tranquilidad saber que estoy pagando por lo que hice?
No contesto.
—Responde. Quiero saber si al menos valió la pena entregarme.
Doy un paso hacia atrás, intento irme.
—No huyas. Es una respuesta sencilla, Aerys. Sí o no. Me gustaría saberlo. Si este es el final para mí, al menos quiero saber que tú estás en paz.
Algo me frena. La molestia, quizá. O algo más. Me vuelvo hacia él.
—Solo… solo quiero justicia. Nada de esto fue justo para mí.
Agacha la cabeza.
—Nadie mejor que yo sabe de injusticias, Aerys. No recuerdo lo que pasó, y eso no es una excusa. Pero no puedo cambiarlo. Me entregué porque no tengo nada que temer ni que esconder.
Hace una pausa y golpea la rejilla con los nudillos ya heridos.
—Toda mi vida ha sido una mentira… No sé si todo esto fue parte de sus planes. No tengo idea de por qué terminó así. Pero te pido que… olvídalo.
—¿Qué? —insisto—. No quiero hacerle daño a nadie. Solo quiero justicia.
—Lo entiendo. Por eso estoy aquí. Asumo mi responsabilidad. Pero ten cuidado con Peter. Y si vas a darle una oportunidad, protégela. No le gustará que sea mi hija. Usará eso para acercarse a lo que siempre ha querido: mi dinero.
—¿De qué estás hablando?
Se ríe, con amargura. Luego empieza a hablar, a soltar detalles sobre Peter, sobre sus verdaderas intenciones. Le creo. No se lo demuestro, pero lo creo. Mi orgullo no me deja decirle que estoy investigando, que no confío en Peter, aunque finja hacerlo para llegar al fondo de todo.
—Tengo que irme.
—¡Aerys! —espeta con urgencia.
Me detengo sin girar el cuerpo.
—¿Puedes decirme cómo está ella?
Cierro los ojos. Suspiro.
—Está bien.
Empiezo a caminar. Grissom me sonríe, apenas me ve. Subo al auto, donde Defne duerme en su sillita. Beso, su cabecita.
—Al hotel, por favor.
—Por supuesto, señorita.
No dejo de pensar en lo que dijo Romano. En sus nudillos sangrantes. Su mirada. En esa culpabilidad que no intenta esconder. En la posibilidad de que lo trasladen, como mencionó Grace.
Le agradezco a Grissom y me dirijo hacia el interior. Me detengo. Isra y su madre están allí.
Abrazo con fuerza a Defne cuando Camely se gira al verme.
—Oh, cariño… Rys, mi cielo.
Aprieto los dientes en cuanto se acercan. Retrocedo cuando intenta abrazarme.
—¿Ella es tu bebé? ¿Es mi nieta?
—¿Qué hacen aquí?
—Hola, hermana. Peter nos buscó. Nos explicó todo. Rys, lamento no haberte escuchado. Lamento cómo te traté.
Isra coloca las manos sobre los hombros de su madre.
—Mamá y yo hemos estado preocupados por ti.
Alterno la mirada entre los tres. Siento un nudo en la garganta.
—Tenía que arreglarlo, Aerys. Le expliqué todo a tu familia. Le pedí el divorcio a Yery. Quiero enmendar todo lo que hice mal… porque te amo.
La rabia se acumula dentro de mí.
—Sabemos que estás trabajando aquí en el hotel y cuidando a una señora mayor. Queremos que vuelvas a casa, te ayudaremos con…