Todos escuchaban en silencio lo que tenía para decirles, entonces Lucas cambio de página y tomo un largo suspiro en preparación para lo que venía.
– “Ahora bien creo que llegó la hora de decirles lo que les he dejado a cada uno de ustedes, que es el motivo por el que se encuentran aquí y no para escuchar las palabras de este viejo.
A mi hija mayor Samantha le dejo el enganche para un piso en uno de los edificios del centro, en donde podrá poner la firma contable con la que solía soñar. Se qué es capaz de volverse una de las mejores del país y confío en que con este impulso será de ese modo."
– ¿Eso es todo?, no puede ser verdad – se sentía desesperada porque aquello se tratase de una equivocación o quizás una mala broma de parte de su padre.
– Espera, ahí más – reconoció Lucas antes de que su desesperación se volviese mayor.
– “Se que debes estar sorprendida por mi decisión y es que esperabas que te dejará la dirección de la empresa, justo como en el testamento anterior; mismo que te ocupaste de conseguir el mismo día en que sufrí el infarto en lugar de preocuparte de mí y mi estado, pues estabas más ocupada tratando de asegurar el dinero que pensaste te correspondía.
Ahora mismo debes tener ese tic en el ojo tan normal en ti cuando estás furiosa, pero ten por seguro que esto es algo que hago por tu bien. Hace mucho que dejaste de ser esa chica emprendedora y luchadora a la que crie para volverte fría, calculadora y ambiciosa; lo único que deseo es que esa chica regrese.
Así que mejor sean conscientes de que ninguno de ustedes recibirá lo que creía, no si están pensando en el testamento que conocen"
– No, eso no puede ser verdad. Mi padre no puede estar haciéndome esto a mi – proclamó presa de la furia.
Samantha se negaba a creer que algo así fuese verdad, después de todo no tenía modo de saber lo que había hecho o al menos así lo pensaba.
Flashback
Oscar estaba saliendo poco a poco de la anestesia, cuando de pronto escucho como alguien entraba a la habitación, más estaba tan drogado que no pudo hacerle saber qué estaba consciente. No supo que se trataba de su esposa hasta que se sentó en una silla al lado de su cama y le escucho quejarse al hacerlo, su voz era tan característica que no había forma de equivocarse.
Está dio por hecho que continuaba inconsciente, pues solo lo vio un momento para luego tomar asiento cansada. Hizo el ademán de disponerse a decirle algo, es más este lo esperaba; deseaba escuchar que estaba muy asustada por lo sucedido, que le pidiera le prometiera que jamás la dejara e incluso que llorara; más entonces de pronto sonó su teléfono celular.
Se trataba de su hija, así que contesto enseguida.
– ¿Samantha dónde estás? – le cuestiono en voz baja.
– No me importa si estás estresada, tienes que estar aquí y no en un spa – le reprochó poniéndose en pie molesta.
Al escuchar eso Oscar deseo poder reprenderla por tal insensatez, más estaba demasiado débil como para hacerlo y creyó podía confiar en que su esposa lo hiciese como momentánea cabeza de la familia. Después de todo él estaba en el hospital y lo que necesitaba era su familia a su lado para brindarle su apoyo.
– Lo sé, sé que no puedes hacer nada; pero si yo estoy aquí, tú tienes que hacerlo de igual manera. No me dejaras sola en esto señorita – si bien aquel regaño no era como él esperaba, al menos les estaba infundiendo un poco de sensatez.
– No. Él está fuera de peligro, los doctores están seguros de eso – respondió mucho más tranquila a algo que esta cuestiono, regresando a su asiento.
– ¿Que dijo tu esposo?, ¿logro conseguir alguna información? – hablo tornando su voz un tanto más grave y ese nunca era un buen signo.
Oscar la conocía lo suficiente como para saber que cuando lo hacía era porque tramaba algo y normalmente no era nada bueno.
– Pues dile que lo haga, debemos estar seguros de cómo está el testamento de tu padre. Porque si él muere debemos tener asegurado nuestro futuro a cualquier costo – exigió para su mayor asombro.
Apenas podía dar crédito a qué estuviese hablando de algo semejante y no solo por el estado en que se encontraba en esos momentos, sino que parecía preocuparle más su dinero que él mismo y eso era indudablemente terrible.
– No digo que valla a morir ahora, pero está viejo y enfermo. Podría pasar en cualquier momento y no pienso arriesgarme... Espérame ahí y pide a Luisa que reserve el sauna y un masaje para mí, que voy enseguida – le hablo con un tono tan frío que helaba la sangre.
Una vez termino con su llamada ni siquiera le volteo a ver, sino que abandono la habitación y el hospital de igual manera con rapidez.
Al quedarse solo abrió los ojos poco a poco. La verdad es que no estaba triste, pues en el fondo lo que su familia sentía por él no le era ningún secreto, solo que verlo reflejado con tal crueldad no dejaba de serle sorpresivo. El hecho de que solo lo veían como una cuenta de banco y no un ser querido no le era una novedad, pues así se lo habían hecho sentir por años. Más ahora que estaba en el hospital, que estuvo a punto de morir; creyó que eso despertaría en ellos al menos un poco de cariño. Por desgracia no sucedió y lo lamentaba, le dolía ver qué aun entonces no les interesaba.
No lograba entender que hizo mal, en qué se equivocó y es que siempre creyó los había educado bien, con los mismos valores que sus padres le dieron a él; mismos que por desgracia estos parecieron haber olvidado.
El ser consciente de todo aquello no quitaba el hecho de lo mucho que le dolía, pues el escucharlo era como un golpe a su rostro. Mientras pensaba en todo eso comenzó a escuchar una clase de alarma, misma a la que apenas le prestó atención hasta que vio entrar a su habitación a un médico y un par de enfermeras.
– Cálmese, todo estará bien – le dijo el médico, lo cual le desconcertó y es que no sabía de qué estaba hablando.
Fue así hasta que reparo en el hecho de que aquellas alarmas provenían de los aparatos a los que estaba conectado. No estaba bien y lo peor es que apenas se había dado cuenta de eso.
Fin del Flashback