En ese momento Renée se dio la vuelta en silencio, aprovechando la conmoción y se dirigió hacia la puerta.
– ¿A dónde vas? – le pregunto Max, quien si noto lo que pretendía. De entre todos parecía el más tranquilo, quizás porque no tenía nada que perder o ganar con eso; no deseaba nada que le hubiese dejado y es que lo que sentía por él estaba más haya de eso.
– Me largo de aquí, esto es una completa locura. Todos aquí son unos dementes y no pienso seguirles este juego ni un solo segundo más, quédense con su demencia para ustedes – encontraba lo sucedido sumamente absurdo, por lo cual decidió que lo mejor sería salir de ahí cuanto antes.
– No tienes porqué irte, después de todo esta casa es tuya – trato de hacerle ver cuan ilógica era su actitud.
– Yo no la quiero, ni nada de lo que me haya dejado ese hombre. Solo lo ayude porque estaba en el momento y lugar correcto, porque podía hacerlo, más nunca aceptaría nada a cambio y mucho menos todo esto – tenía toda convicción en lo que decía, aun cuando fuese en efecto ilógico que despreciara una fortuna como esa.
Lucas entonces noto lo que pasaba y dejando a un lado la pelea de los miembros de la familia se les acerco.
– Oscar me pidió que te diera esto, que lo necesitarías – informo dándole en propia mano un sobre de papel sellado.
Renée aunque un tanto dudosa accedió a tomarlo, pues eso sí era algo que podía hacer por él.
– Se me instruyo que la lea a solas en esta misma habitación – le explico regresando ante la familia, a los cuales saco de ahí entre quejas e insultos.
Todos se marcharon, dejándola sola en aquella espaciosa habitación. Entonces sin perder más el tiempo abrió aquel sobre, esperando encontrar en su interior alguna respuesta a las innumerables dudas que le asaltaban.
– “Hola Renée. Si estás leyendo esto estoy muerto, solo espero que recuerdes quien era y sobre todo no me tomes por un loco, pues te aseguro que no lo soy.
Se que debes encontrarte un tanto alterada y es normal considerando de lo que acabas de enterarte. Porque si Lucas siguió mis órdenes como era debido y sé que será de ese modo, entonces acaba de dar lectura a mi testamento y como es de esperarse mi familia se volvió loca al enterarse. Muy probablemente te hayan insultado de forma terrible, de lo cual debo disculparme de antemano.
No somos una familia normal como te habrás dado cuenta y es que estoy seguro de qué notarás las fallas de cada uno, mismas que no pienso perpetuar. Ese es que el motivo por el que te escribo esto.
Me veo en la obligación de aclarar algunas de las tantas dudas que se debes tener en cuanto al proceder que tuve, seguro encuentras un sinsentido qué te haya dejado a ti todo lo que poseía. Tu qué eres una desconocida, pero la verdad es que no lo eres; salvaste mi vida y eso jamás lo olvidaré.
A pesar de eso, debo aceptar que no solo es por ese motivo es que lo hice y es que después de lo que hiciste por mí, me causaste una gran impresión y te mandé investigar. Lo hice encontrando en ti a la hija que me hubiese gustado tener; bondadosa, trabajadora, caritativa y valiente. Tienes dos trabajos y aun así te preocupas por ayudar a quien te necesita sin importar si eso te afecta a ti, lo cual es un rasgo muy preciado a mis ojos. No solo eso, sino que eres fuerte, lo cual necesitaras ya que te tendrás que enfrentar a mi familia y estos no son nada fáciles de tratar.
Seré muy honesto contigo, después de todo lo mereces. El darte mi fortuna te traerá oportunidades de crecer, de cumplir tus objetivos y ser quien estás destinada a ser. Mas temo decir que no solo traerá cosas buenas a tu vida, sino también responsabilidades y complicaciones; sobre todo las que te traerá mi familia y es que si los conozco no se quedarán de brazos cruzados. Ten por seguro que lucharán por recuperar lo que creen que les pertenece y tú deberás hacerles frente para impedirlo; sé que eres capaz de hacerlo, solo necesitas confiar en ti misma.
Más aún tengo algo importante que pedirte y espero en verdad lo puedas hacer por mí. Ayúdame una vez más..."
Mientras Renée leía aquella carta a solas en la biblioteca, la familia se encontraba en el salón despotricando en contra de todo lo que pasaba.
– No puedo creer que su padre nos haya hecho algo como esto – María apenas podía dar crédito a lo que estaba pasando y es que todo eso aún le parecía una mala broma.
– Pues más vale que lo hagas, porque está pasando – le aconsejo Derek mostrándose insensible ante lo que su madre estaba pasando.
– Debemos impugnar el testamento – aseguro Samantha de pronto, más como un hecho que como una sugerencia.
– No – sentencio de pronto Carl, su marido.
– ¿Como dices? – se tornó a la defensiva y es que no podía creer que estuviese diciendo algo semejante.
– He visto los documentos y parecen estar en regla, además conociendo a tu padre ten por seguro que no dejo nada al azar. Ya han escuchado a Lucas, solo gastaremos el dinero que no tenemos y no lograremos nada – se sentía seguro de que sería así, que de intentar cualquier cosa para invalidar el testamento solo les aria terminar más perjudicados.
– Aun así no podemos quedarnos de brazos cruzados y dejar que esa trepadora se quede con todo lo nuestro – les aseguro, pues estaba viéndolo todo perdido y le asustaba.
– ¿Como evitarlo? – cuestiono María esperando que alguno tuviese alguna solución viable.
En ese momento la puerta de la biblioteca se abrió y por está salió Renée con la carta aun en las manos. Aun cuando se cruzó con estos no les dirigió la palabra, sino que solo siguió de largo hasta la salida y se marchó con la vista perdida al frente.
Estaba realmente confundida después de lo que acababa de pasar, no tenía la menor idea de lo que debía hacer con aquella herencia y sobre todo con lo que acababa de leer. Le asustaba que de aceptar viviría un infierno en aquella casa, pues le era claro que la familia le aria la vida imposible y no necesitaba nada de aquello en ese punto de su vida. Estaba bien con su casa, su empleo, sus amigos y todo lo que le rodeaba; había encontrado un poco de paz y no planeaba echarla por la borda, aún por todo ese dinero.
No obstante, era consciente de que para tomar una decisión definitiva necesitaba de tiempo y espacio.