La Herencia

Capitulo 13


Una vez Renée llegó a la empresa, fue ayudada por uno de los guardias para llegar hasta el último piso y a la oficina del presidente; puesto que en esos momentos y de forma provisional ocupaba Lucas, pues había algunas cosas que arreglar antes que ella tomase posesión de su puesto de forma oficial.
Al verla llegar, este se puso de pie para recibirla con cortesía.
  – Que gusto me da verte aquí – expresó con toda sinceridad.
  – A mí también me da mucho gusto verlo – le aseguro adentrándose en la oficina para acercársele y saludarlo, pues sentía que él y Max eran los únicos en los que podía confiar.
  –¿A qué debo el motivo de tu visita? – le cuestiono un tanto intrigado.
  – Estoy acostumbrada a trabajar duro, lo he hecho por años y no me encuentro cómoda estando en la mansión sin hacer nada, en especial rodeada todo el tiempo de esa familia – le contó siendo muy clara al respecto.
  – Te entiendo, después de todo eres como yo y no puedes estar quieta; deseas hacer algo y de casualidad eso nos lleva a un importante tema que tenía para comentarte. Como principal beneficiaria de la herencia de Oscar, no solo adquiriste bienes diversos y muy valiosos, sino también responsabilidades – informo con seriedad.
  – Lo sé, ¿qué tengo que hacer? – le dio la razón y es que había estado consciente de eso desde un principio, por lo cual deseo conocer que responsabilidad le esperaba.
Si bien en un principio acepto en un impulso, con el tiempo fue consciente de que no podía gozar lo uno sin lo otro; que debía hacerle frente a lo encomendado por Oscar y lo aria a cabalidad.
  – Primeramente como dueña de la mayoría de las acciones de esta empresa, te corresponde la presidencia de esta – le respondió dejándola sumamente impresionada.
   – Pero si yo poco se de esta industria – argumento consciente de sus conocimientos y sobre todo de que para dirigir una empresa como esa se necesitaba mucho más que la sola posesión de las acciones o la voluntad.
  – Descuida, yo mismo te enseñaré y pronto serás un as en los negocios, se ve que eres muy inteligente; además siempre tendrás personas capaces a tu disposición para cuando lo necesites – le animo mostrándose amable.
  – No mal intérprete mis palabras se lo pido, pero no quiero trabajar aquí – reconoció abiertamente. 
  – Eres la principal accionista y por derecho la presidenta de la junta directiva, este es tu lugar – le alegó sin poder entender porque alguien se negaría a un poder por el que muchos otros matarían.
  – Estoy consciente de que eso sería lo esperado, pero no pienso permitir que solo por seguir una absurda regla todo se valla al diablo. Este no es mi mundo, yo no pertenezco a él y no deseo que solo por una mala decisión mía toda la fortuna que el señor Oscar construyó con tanto esfuerzo se esfume – hablo con toda seguridad, algo muy digno de su parte y que debía serle reconocido.
  – ¿Entonces que quieres? – le pregunto indicándole que se sentará para hablar más tranquilamente.
  – Quiero trabajar, es verdad; pero en algo más acordé a mí y mis capacidades. El área de recursos humanos sería lo indicado, soy buena en eso y es que tengo una carrera en Sociología – le contó.
  – En ese caso te pondré en la dirección de esa área y desde ahí podrás estar al pendiente de la empresa, además de aprender su funcionamiento – le ofreció, creyendo está vez si aceptaría.
  – Creo que no me he dado a entender Lucas, lo que quiero es iniciar a trabajar desde abajo como cualquiera. Si soy sincera me falta poco para graduarme, pero creo que estoy lista; podría ayudar en esa área, aunque claro sin que nadie sepa quién soy yo. Si llego a ascender que sea por mi propio mérito, quiero ser tratada como cualquiera y el sueldo debe ser acordé a eso – aun cuando sabía podría tener el dinero a manos llenas y gastarlo de igual forma, no se sentía con el derecho a hacerlo; sentiría que se trataba de un robo, un abusó.
  – ¿Entonces que pasará con la presidencia de la junta directiva y la dirección de la empresa? – le cuestiono confuso.
  – Conservaré mi lugar en la junta directiva, pero solo aré acto de presencia en caso de que sea expresamente necesario. El resto del tiempo, al igual que la dirección de la empresa; creo que lo más conveniente para todos es que usted se ocupe de eso – sus palabras no causaron más que la profunda sorpresa de este.
  – Pero ese no es mi puesto, ni mi responsabilidad – estaba consciente de que ella no parecía conocer todo lo que aquello significaba y se sentía en la obligación de decírselo.
  – Lo es, si usted se vuelve mi apoderado legal – le ofreció asombrándolo aún más.
  – ¿Tanto confía en mí? – infirió, pues para tomar una decisión como esa debía tener las cosas muy claras.
  – El señor Óscar lo hacía, así que no veo porque yo no pueda hacerlo también. Él le confío su dinero y yo lo haré de igual forma, después de todo no le tengo mucho apego a esas cosas y usted no me parece el tipo de persona que se atrevería a jugar sucio – reconoció.
  – Permítame decirle que será un gran honor trabajar con usted, ayudarla a manejar el imperio de mi querido amigo – le aseguro.
  –Sin embargo, no puedo hacerlo y es que ya no estoy en edad de hacerle frente a todas las responsabilidades que eso requerirá; de hecho planeaba retirarme apenas te lo entregara todo – reconoció, dejándola muy preocupada por eso.
  – No puede hacerme eso, no tengo a nadie más que usted para ayudarme – reconoció, ya que no podía entregarle esa responsabilidad a cualquiera.  
  – De hecho si podría haber alguien perfecto para ese papel – admitió teniendo a una persona en mente.
  – ¿De quién se trata? – deseo averiguar.
  –Mi sobrino Maximilien, él es uno de los mejores abogados que he visto jamás y no lo digo solo porque sea de mi familia – admitió, ya que el nepotismo nunca había sido algo propio de su parte.
  – Conoce esta empresa a la perfección, ha trabajado aquí por años y sobre todo busca solo lo mejor para ella como si fuese propia; es un trabajador incansable y abogado sagaz – le dijo enumerando solo algunas de sus virtudes como empleado.
  – Si usted lo considera el más adecuado, entonces aceptare su propuesta – accedió no solo por la forma en que hablaba de este, sino que por las ocasiones en que había tenido la oportunidad de hablarle le había dado la sensación de que podía confiar en él.
Lucas se sentía contento y honrado porque Renée se fiase tanto en él, porque le otorgarse tal confianza. Al igual que sabía que no había nadie mejor que Max para encargarse de tan importante labor.
Luego de un momento en silencio la volteo a ver con expresión un tanto severa.
  – Hay algo más que debemos tratar y que no puede esperar. Se trata de la fortuna en cuentas bancarias que le dejo Oscar; debemos ir al banco para agregar su firma a la cuenta y sacar una tarjeta y chequera a su nombre, además de dar de baja algunas otras firmas de la cuenta corporativa – le explicó.
  – ¿A qué se refiere? – indago Renée, sin entender de lo que hablaba y es que parecía haber un trasfondo tras sus palabras.
  – Déjeme mostrarle algo – le pidió entregándole algunas hojas de papel llenas de cifras.
  – ¿Que es todo esto? – lo cierto es que no comprendía nada. 
  – Estos son los estados de cuenta de las tarjetas de crédito de María, Samantha y Derek – reveló. 
  – ¿Porque debería yo ver esto? – no creía temer necesidad de meterse en asuntos como esos, no con todos los problemas que ya tenía.
  – Porque todas estas vienen de la cuenta empresarial de Oscar y ahora la suya, sus tarjetas se desprenden de está – le explicó. 
  – Si le soy sincera no veo el problema con eso; después de todo no logro entender porque me lo dejo todo a mí y no me molesta compartirlo con ellos, en especial si es para cosas que necesitan – no sentía aquel dinero como suyo y no le importaba en absoluto que lo utilizarán.
  – Déjame contarte algo. Oscar se los dio todo a manos llenas y aun así no se lo agradecieron, ni jamás les fue suficiente. Si puedo darle un consejo, ese sería que tuviera cuidado con ellos; no les de carta libre o podría terminar lamentándolo – le advirtió siendo muy serio al respecto, lo cual despertó la inquietud de Renée por lo que eso podría implicar. 
  – Lo tendré – aseguro, después de todo se había cuidado ella misma por años y no comenzaría entonces a dejarse engañar.
  – De acuerdo, ahora anda revisa los estados y dime si estos te parecen gastos necesarios – le pidió.
 




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