Al darse cuenta de la locura que estaba pasando por su mente, tuvo que recordar era otro el motivo que le había llevado hasta ahí; así que decidió llamar a su atención poniendo una mano sobre su hombro. Eso la sorprendió mucho, pues estaba tan concentrada en lo que hacía que no se había dado cuenta de que estaba acompañada; más ahora que lo hacía se puso alerta, tomado la mano que había sobre su hombro para hacerle una clase de llave.
Le hacía daño o al menos fue así hasta que se dio cuenta de que era él y decidió soltarlo.
– ¿Qué haces aquí? – le cuestiono parándose ante este mientras arrancaba los audífonos de sus oídos.
– Quería hablar contigo – respondió poniendo sus manos en alto como signo de rendición.
– ¿Y acaso no sabes tocar la puerta? – le reprochó aún a la defensiva.
– Si, es solo que no respondías – aseguro con honestidad, pues en esos momentos era lo más acertado.
– Está bien, ¿de qué querías hablar? – le animo tomando un trapo del caballete para limpiar sus manos manchadas de pintura.
– Necesito saber qué fue lo que pasó con exactitud anoche – le indicó cada vez más preocupado por eso.
Al escucharlo Renée comenzó a reír encantada; alejándose un poco de él, lo cual le molestó aún más.
Al alejarse le hizo dar cuenta a Derek de que no vestía únicamente aquella playera, sino que bajo está usaba unos shorts cortos que enmarcaban aún mejor sus espectaculares piernas y se sintió raro por notarlo.
– ¿En verdad no recuerdas nada? – le cuestiono con cierta gracia por aquel que se jactaba de estar en el bar para cuidarla.
– No, ¿acaso hay algo que deba recordar? – reconoció consternado por eso.
Renée se vio tentada a decir que así era, más pronto se dio cuenta de que no valía la pena; aun así el momento que tardo en contestar fue un martirio para él.
– No en realidad – acepto con tranquilidad.
– ¿Estás segura? – insistió deseando constatar que en verdad era de ese modo.
– Claro – tenía toda convicción al respecto, después de todo lo recordaba a la perfección.
– ¿Y puedo confiar en ti al respecto? – indago casi como si deseara escuchar lo contrario.
– La decisión es tuya – respondió y es que en efecto era de ese modo.
– Entonces no hice ninguna locura – hablo un tanto más convencido.
– No, solo tomaste hasta caerte de borracho – reconoció, cerrando la ventana que daba al jardín y es que no pintaría más, no de momento.
– ¿Entonces como llegué hasta aquí? – le cuestiono, pues por desgracia seguía confundido.
– Yo te he traído – le conto sin darle mayor importancia y es que para ella no la tenía.
– ¿Porque habrías de hacer algo así?, después de todo no nos llevamos bien – este no lo entendía y es que no alcanzaba a comprender la amabilidad que le había mostrado.
Muchas veces había amanecido en algún bar o club, donde se quedó inconsciente de lo borracho que estaba y nadie le había ayudado; así que el que ahora ella lo hiciera no le parecía lógico. Eran después de todo enemigos.
– Tienes razón, pero no habría podido dejarte ahí tirado; al menos por caridad no podría – respondió alejándose de él hacia su armario.
– Así que me has traído aquí por lastima – le alego un tanto irritado por esa posibilidad.
– Si deseas verlo de ese modo, está bien – aceptó brindándole poca atención.
– ¿Así que no hicimos nada? – volvió a preguntar por enésima vez, más sentía que debía estar seguro.
Al escucharlo Renée comenzó a reír con fuerza.
– Descuida, no lo hiciste; yo no lo habría permitido tenlo por seguro – le respondió con gracia.
– ¿Tan superior te sientes? – interrogo con cierta gracia.
– No es cuestión de superioridad o no, solo que no eres mi tipo; no tendría nada contigo ni aunque fueses el último hombre sobre la tierra – acepto con toda claridad mientras sacaba algo de ropa del armario.
– Ahora si me disculpas tengo que cambiarme – dijo dejando claro que debía marcharse y este lo hizo.
Se sentía confuso por la actitud que esta estaba teniendo, pues estaba acostumbrado a que todas las mujeres a su alrededor se desvivieran por hacer hasta lo imposible para estar con él. Renée en cambio era muy diferente, hecho que le llevo a recordar de forma instintiva a otra mujer de su pasado.
Unos días después se llevaría a cabo en la mansión la fiesta por el cumpleaños de María.
Renée no fue consciente de la ocasión sino hasta ese mismo día cuando para variar al despertar escucho mucho ruido proveniente del jardín, así que con rapidez se levantó de la cama y corrió hasta la ventana para ver de lo que se trataba.
Una vez en esta vio llegar por la parte trasera de la casa algunos camiones de catering, flores y otros más con mobiliario. No tenía la menor idea de lo que pasaba, pero parecía tratarse de algo grande y aunque le importaba muy poco lo que estos hicieran o dejaran de hacer, debía estar segura de lo que era por su propio bien.
Aquella era su casa y debía estar al tanto de lo que pasaba en su interior, sobre todo por su propio bien y seguridad. Sin embargo, hasta saberlo prefería quedarse en su habitación; por lo cual opto por llamar a Lucas para saber si es que este estaba al tanto.
– Buenos días, señor Lucas – le saludo.
– Buenos días, ¿en qué puedo servirte muchacha? – le cuestiono un tanto extrañado por su llamada de lo más sorpresiva.
– Me preguntaba si usted podría saber lo que está pasando en la casa – sugirió intrigada.
– ¿Acaso no lo sabes? – indago confuso.
– No, ¿de qué se trata? – cuestiono cada vez más interesada al respecto.
– Bueno es que cada año en esta fecha celebran una gran fiesta en la mansión con motivo del cumpleaños de María, justo ayer me llego la invitación. La verdad es que no lo esperaba y no solo el recibir la invitación, sino que no creía que la fiesta tuviera lugar este año – le explico un tanto confuso por su ignorancia.
– Valla, pues no estaba al tanto de nada de eso – reconoció mientras regresaba a la cama.
– La verdad es que di por hecho que lo sabias, que te habías enterado de lo que pasaba en tu propia casa – estaba un tanto apenado por no habérselo dicho antes, solo que en efecto había dado por hecho que lo sabía.
– No, yo no lo sabía. Apenas llego del trabajo me encierro en mi habitación; de hecho no he hablado con ellos desde hace varios días. Había creído que lo mejor era guardar las distancias, pero con esto ya no estoy tan segura – reconoció.
– Así que no pidieron tu permiso para hacer todo esto – señaló lo obvio.
– No lo hicieron y lo cierto es que no habría tenido problema alguno, después de todo me da lo mismo lo que hagan; pero el que pasaran de este modo sobre mi valla que me importa – afirmó con cierta molestia.
– Si gustas puedo intervenir, después de todo esa casa es tan tuya como de María y no puede ocurrir nada sin tu permiso – le ofreció.
– Descuide, como le dije no me interesa esa clase de cosas, que disfruten de su fiesta. Solo tengo una duda, ¿cómo diablos aran para pagar todo esto? – le cuestiono confundida.
– Supongo que los proveedores les han entregado todo como cada año y esperaran el pago de la empresa después, se trata de una cortesía – supuso y bastante acertadamente.
– Así que yo pagare por todo esto – expreso en voz alta.
– Me temo que así es, después de todo ellos solo están haciendo su trabajo – le dio la razón.
– Supongo que usted asistirá – indicó.
– No, creo que se trató de una equivocación que me enviasen esa invitación, pues es seguro que ninguno de ellos querrá verme – le aseguró.
– Tiene razón, pero si me permite darle un consejo debería venir, al igual que Max. No lo hagan por ellos, sino por la empresa – le sugirió.
– ¿A qué te refieres? – la verdad es que no acertaba a entender lo que quería decir con eso.
– En realidad es muy simple, Max ahora es el presidente de la empresa y como tal es obvio que debería asistir a la fiesta de la familia de su fundador, a la fiesta de los accionistas mayoritarios hasta donde todos saben. Eso es lo que todo el mundo podría esperar y si no lo hace levantaría suspicacias que no serían las más propicias para la empresa, es cuestión de relaciones públicas tan solo – explico.
Lucas quedo en silencio durante un minuto, admirado por lo que Renée acababa de exponer y es que debía reconocer que estaba en lo correcto.
– Estas en lo cierto. Eres más inteligente y capaz de ejercer este puesto de lo que crees muchacha y cuando te des cuenta de eso no quiero ser aquel que tenga la desgracia de ponerse en tu camino – le alago.
– Iré, pero solo por la empresa. ¿Tú acudieras? – le pregunto de pronto.
– Lo mejor será que no lo haga. Ese no es mi ambiente y además estaré excelentemente representada por ustedes – aseguró.