Llegaron entonces al bar, así que Renée hizo el ademan de bajar del auto; más fue detenida por este.
– Ya iremos a beber los dos y esta vez será real – le aseguro.
– Te lo diré una vez más y no lo tomes a mal, pero no eres mi tipo y no lo serás nunca. Lo mejor es que dejes esto por la paz – le consejo ante de marcharse.
Camino unos pocos metros hasta la entrada del local, misma que se encontraba concurrida tal como Carlo le había avisado. Arribaba a la puerta cuando de pronto se encontró con Dalia, quien justo salía del local topándosela de frente. Estuvieron a punto de golpearse, de no ser porque ambas se detuvieron a la par para evitarlo.
– Hola de nuevo – le saludo Renée con una gran sonrisa en los labios.
– Hola, que bueno que hayas podido venir tan rápido – respondió en verdad aliviada por encontrarla.
– Le dije a Carlo que vendría y aquí estoy.
– En ese caso ahora si me podre ir tranquila – le aseguro consiente de que Carlo no tendría por qué ayudarla, en especial cuando hacia relativamente poco que se conocían y aun así lo hizo.
– ¿Eres tú quien tiene que marcharse? – indago aun cuando fuese algo más bien obvio.
– En efecto, solo esperaba que llegaras para poderme ir más tranquila – confeso.
– Descuida, que aquí estoy ya. ¿Estas bien? – pregunto viéndola un tanto más pálida que la ocasión anterior.
– Me gustaría decir que sí, pero esa sería una gran mentira – le confeso aun cuando bien podía quedarse callada y es que no era de la incumbencia de esta sus problemas.
– ¿Qué es lo que te pasa? – cuestiono interesada en ella y aquellos cuales fuesen sus problemas.
– No te preocupes, no es nada – trato de minimizarlo, consciente de que eso era lo correcto.
– No, anda dime. Tal vez haya algo que pueda hacer por ti – trato de convencerla para que hablase.
Dalia era consciente de que no tenía porque agobiar a esta con sus dificultades y aun así deseaba ser escuchada por alguien. En aquellos momentos necesitaba más que nada el apoyo de alguna persona.
– Mi padre me dejo una pequeña casa a las afueras de la ciudad, por desgracia no he podido pagar algunas facturas y ahora de pronto han surgido algunos problemas con las escrituras. Para empeorarlo todo aún más, ahora me llaman del edificio en el que vivo y me dicen que hay una gran fuga en mi apartamento, tengo que ir a solucionarlo o todo se inundara – le conto con visible cansancio y fastidio por todo lo que sucedía.
– Lo siento en verdad – le aseguro.
– Creme, yo igual. De un tiempo a la fecha todo en mi vida parece empeorar y me hace temer lo que vendrá a continuación – le confeso.
– Sabes, conozco un abogado que quizás te podría ayudar – le dijo Renée más consciente que muchos de lo difícil que podía ser la vida, en especial si se está sola y llena de problemas.
– Ya me gustaría poder permitírmelo, por desgracia no puedo hacerlo – reconoció, aun consiente de que eso sería lo único que le podría ayudar a solucionar aquel problema.
– No te preocupes por eso, que él es un muy buen amigo mío y estoy segura de que te aconsejara lo que debes hacer sin cargo alguno – ofreció, segura de que podía confiar en Max para eso y es que lo sabía un buen hombre.
– La verdad eso me seria de mucha ayuda – admitió.
– Mañana mismo lo buscare. Tu solo envíame los detalles de lo que pasa y yo se los are llegar – pidió.
Derek continuaba en su auto a solo unos metros de la entrada del bar, pues respondía algunos mensajes. Fue así cuando de pronto levanto la vista, viendo algo por el espejo retrovisor que lo dejo sin aliento. Lograba ver a Renée, más lo que en verdad llamo a su atención fue la mujer que se encontraba a su lado y es que creía reconocerla de su pasado, uno que hacía mucho había enterrado y que tanto dolor le había causado. Su solo recuerdo aun le lastimaba hasta lo más profundo, así que decidió marcharse de una buena vez.
Sabía que lo que veía no podía ser cierto, se negaba a que fuese de ese modo; no cuando la había confinado a lo más profundo de su memoria. Fue de ese modo al grado de que ya ni le recordaba, mas ahora regresaba y con una fuerza renovada.
Los recuerdos de otro tiempo pronto inundaron la mente de Derek, recuerdos infinitamente felices, pero que con el tiempo se habían vuelto amargos.
Flashback
Dalia no era como el resto de las chicas que había conocido y eso le quedó más que claro cuando recién le conoció. Ella a diferencia de las chicas con las que había tratado no se mostró encantada con sus atenciones, sino que ante su avance inesperado y que sabía muy bien fue imprudente de su parte, respondió de forma digna. Le aparto con una contundente bofetada, misma que si bien lo tomo por sorpresa en un principio y hasta creyó se trataba de una clase de estrategia de su parte para llamar su atención, pronto se dio cuenta de que no era de ese modo.
Con el paso de los días y mientras la observaba en la universidad poco a poco fue consciente de que no se trató de una actuación, sino la verdad; ella era diferente, era mejor. Eso fue lo que causó que comenzará a enamorarse y de eso ya habían pasado más de 6 meses, mismos que habían sido los más felices de su vida; pues si bien resulto ser todo un reto que aceptase ser su novia, valió todo el esfuerzo.
No sentía más la necesidad de buscar una nueva chica cada día o la emoción de la conquistar, ya que está la tenía día con día al lado de Dalia. Con ella había conocido lo que era el romance, la ternura y el amor.
Su clase había terminado, así que se apresuró a atravesar la universidad deseando poder alcanzarla cuando saliera de su clase, ya que tenían una hora libre y pretendía pasarla al lado de ella.
Arribaba cuando de pronto la vio salí con el rostro metido en un libro, su cabello sujeto con un bolígrafo y su bolso colgado al hombro repleto de libros. Aun en esos momentos no tenía idea de cómo una chica tan dedicada y estudiosa se hubiese podido fijar en él, pero pretendía valorarlo, ante todo; así que se acercó a ella con una gran sonrisa en el rostro, tal como solía ocurrir siempre que le tenía cerca.
– Hola amor – la saludo quitándole el bolso para ayudarla con su peso.
– ¿Qué demonios cargas aquí? – le cuestionó revisando su contenido un tanto curioso.
– Son libros, deberías abrirlos alguna vez, te sorprenderán –respondió con su agudo sentido del humor, lo cual no era fácil teniendo en cuenta que seguía inmersa en su lectura.
– Si los conozco es solo que nuestro primer encuentro a sido todo un desastre – reconoció tomando uno, solo para darle un vistazo y regresarlo a su lugar con recelo.
– Deberías darle una segunda oportunidad, puede que te sorprenda de forma grata; después de todo tú lo has hecho – le aseguro haciendo referencia a lo que ocurro cuando se conocieron, más aún sin verlo, al igual que no veía por dónde andaba.
Eso causo que no viese como un obstáculo inesperado aparecía en su camino, causando que por poco cállese al suelo y lo habría hecho de no ser porque Derek se encontraba a su lado y la sujeto con firmeza impidiéndolo. Dalia entonces soltó el libro, agarrándose con fuerza a Derek para no caer.
Apenas el susto paso, él la dejo parada con cuidado en el piso; más ella no podía soltarlo y es que se había llevado un gran susto; más apenas se calmó un poco lo soltó de igual forma. Eso en cambio no aminoro la forma errática en que latía su corazón.
Derek entonces se arrodilló en el piso para recoger el libro que se había caído y con mirada preocupada la volteo a ver, más decidió usar el humor en lugar de el reproche.
– Deberías sacar tu nariz de los libros más a menudo o podrías tener un accidenté – le consejo dándole un leve toque con la pasta del libro en su frente, para luego dejarlo en sus manos de nuevo.
– Sabes que no puedo hacerlo; además sé que ahí estarás tú para sujetarme siempre que esté cayendo – confió con total fe en Derek.
– Eso tenlo por seguro, es solo que me has asustado – reconoció.
– Yo también lo he hecho, me aterraba el caer y quebrarme un brazo; eso sería terrible – expreso temiendo el solo expresarlo y es que eso podría significar el fin de su carrera con el violonchelo.
– Olvida tu brazo, lo que yo pienso es en tu hermoso cuello – admitió acariciándolo con ternura.
El solo rose de sus dedos en la sensible piel de su cuello consiguió que un escalofrío la recorriera de pies a cabeza, sentía profundos deseos de fundirse con él en un feroz beso. Mismo que no sabía si podría resistir y es que Derek había despertado algo en ella que era más fuerte de lo que creía posible.
Sin demora tomo su mano y los guío a ambos hasta un salón que sabía estaba vacío y es que después la primera clase nadie lo usaba. Este en efecto estaba desierto, lo cual lo volvía perfecto para ellos; así que apenas entraron cerró la puerta con seguro echándose a sus brazos para poder besarse con una pasión irrefrenable.
Fin de Flashback