Victoria después de beber el último cóctel, regresa a la suite donde está su tío profundamente dormido. Ella le despierta y le dice con palabras fingidas lo que acaba de suceder:
— ¡Tío Néstor!, ¡Tío Néstor! mientras pagaba la cuenta en la barra del bar, perdí de vista a Sarita. Pensé que se había regresado a la suite, pero solo te encuentro a ti.
— ¡Dios mío! ¿Sarita no está en su habitación? Él mantiene el labio superior tenso al controlar sus sentimientos.
—No está en su dormitorio, es mejor salir a buscarla con los guardaespaldas. El rostro de Victoria expresa una intensa preocupación, pero solo es apariencia.
El doctor Néstor llama enseguida a sus guardaespaldas y a la policía para buscarla de manera inmediata; su rostro palidece y su mirada muestra angustia y desesperación.
En ese mismo instante, aquellos hombres del bar transportan a Sara dormida en su coche para llevarla al hotel donde se alojan. Uno de ellos empieza a besarla y a quitarle la ropa poco a poco.
—Jorge, ¡esta mujer es maravillosa! ¿Te parece si la hago mía aquí, en la parte trasera del coche? En el hotel te la entrego. —Su mirada expresa una intensa lujuria y deseo carnal.
—No, Santiago, solo bésala y tócala como te dé la gana. En el hotel le cogemos los dos. —Él le responde tajantemente.
Jorge no dice nada a su amigo Santiago, ya que quiere abusar de Sara en el coche y no en el hotel. Solo se limita a besar sus labios y a tocarle los pechos.
— ¡Qué rica está, mamacita! Me encantan tus labios carnosos y tus senos están perfectos.
Santiago, al volver la vista atrás, se percata de que Jorge se está bajando los pantalones para cometer el vil acto; sin embargo, él se molesta y trata de apartarlo, hasta que sin darse cuenta, se pasa el semáforo rojo a exceso de velocidad.
En ese momento se acerca una patrulla para detenerlos.
— ¡Maldición! Te dije que no la follaras hasta llegar al hotel. —Por tu culpa, la policía nos está siguiendo para detenernos. —Su rostro infunde ira y rabia.
—Aún no le he hecho nada, apenas estaba sacando su blusa para ver sus pechos. —le contesta.
—Oculta a la chica entre tus piernas o actúa como si estuvieras dormido con ella. Yo me ocuparé de despistar a la policía.
Él detiene el coche en una esquina y su rostro palidece y su mano tiembla un poco, pero tratan de disimular lo mejor posible para que la policía no sospeche nada.
El oficial, acompañado por otro policía, se acerca lentamente al coche.
—Buenas noches, por favor, muéstreme la licencia y la matrícula. —Gracias.
—Aquí tiene, oficial. ¿Hay algún problema? —le pregunta.
— ¡Claro que hay un problema! Se acaba de saltar un semáforo en rojo en plena vía pública a más de 100 km/h. La voz del oficial se torna fuerte e imponente.
— ¡Lo siento oficial! —Si debo pagar la multa por aquella infracción, de acuerdo. —le contesta suavemente.
—Veo que hay un chico y una chica detrás del coche. ¿Son sus amigos? El oficial mira a Jorge abrazando a Sara.
—Son mis primos, están dormidos porque estuvimos en un bar toda la noche. Su voz denota nerviosismo.
—Está bien, no le voy a multar, pero la próxima vez que vuelva a infringir la multa será el triple de lo estipulado por la ley. —le contesta el oficial con autoridad.
—Le agradezco oficial de todo corazón que sea buena gente. Que tenga una feliz noche. —le dice.
El oficial y su acompañante comienzan a alejarse del coche hasta que se oye decir unas palabras muy débiles:
— ¡Auxilio! ¡Auxilio! —No puedo moverme. —Es la voz de Sara, quejándose en voz baja.
El oficial, al escuchar las débiles pero claras palabras que provenían de la parte trasera del coche, se da la vuelta.
— ¡Salgan del coche los tres! — les grita.
Santiago, con el rostro aterrado, es el primero en salir; luego sale Jorge, mostrando rabia en el semblante, pero Sara está tan frágil que apenas abre los ojos y luego su boca pidiendo ayuda.
El policía se percata de que han intentado abusar de Sara y los detiene llevándolos presos al retén policial.
En ese momento, el otro oficial llama a la ambulancia para que transporte a Sara al centro de salud más cercano y le dé primeros auxilios.
La ambulancia llega en diez minutos y los paramédicos colocan a Sara en una camilla para atenderla. Su mirada es vacía y confusa. Estuvo a punto de ser ultrajada violentamente por dos hombres desconocidos.
El plan de Victoria no se pudo llevar a cabo gracias a la intervención policial y a que Sara recuperó parte de la conciencia tras el efecto del somnífero que su prima Victoria le había puesto en el cóctel.
Posteriormente llegan al centro de salud, donde la ingresan en urgencias para desintoxicarla. El médico espera un poco más de una hora para pedir los datos de los familiares de Sara y que sepan que está bien y puedan ir a verla.
Sara parcialmente se despierta y da los números de teléfono móvil de su padre y su prima. Luego se vuelve a dormir, aún se siente muy débil y su estado de salud es delicado.