La herencia de la hija del billonario

Capítulo XVII

—Hija mía, Sarita, ¿qué te ha sucedido? ¿Estás bien, mi amor? —le dice su padre con voz baja, debido a su profunda preocupación.

—No entiendo, papá, lo que sucedió; lo único que recuerdo es que estaba en el bar con Victoria y dos chicos a los que conocimos. —Sus ojos son incomprensivos, planos y vacíos

—Tranquila, mi amor, no te esfuerces, es mejor que descanses y que hablemos con calma cuando estés bien. Le sonríe, le sostiene la mejilla y la acaricia lentamente.

Tras la conversación, Sara se queda dormida. En ese mismo instante, Victoria entra en la sala de emergencias mostrando su fingida preocupación.

—Tío Néstor, ¿cómo está Sara? ¿Está mejor? Estoy preocupada por su estado de salud, está muy demacrada.

—Acaba de dormirse, el doctor me indicó que debe reposar al menos un día hasta que se recupere por completo. —le contesta con la mirada triste y angustiosa.

— ¿El doctor tiene un diagnóstico de lo que le sucedió? —Victoria trata de disimular lo nerviosa que está.

—Aún no ha dicho nada, sin embargo, el resultado de las pruebas estará listo para el día de mañana a primera hora. —le comenta él.

— ¡Pobre de mi prima! Posiblemente alguien del bar intentó hacerle daño. Tío, me siento culpable por lo que le está pasando a mi prima. —Victoria exclama a gran voz.

—No te sientas culpable, Victoria. Quizá Sarita al tratar de buscarte fue a pedir ayuda y al ver tanta gente en el bar y, al verse sola, se asustó y luego se desmayó.

—Es posible que a mi prima le haya pasado eso, al parecer no está acostumbrada a salir de farra por las noches, y menos aún en los bares de Cancún. —le comenta Victoria.

—Esperemos los resultados mañana y que mi hija se recupere. —El doctor Néstor pone cara de tristeza y aflicción.

—Vamos a la suite, tío, debes descansar, será lo mejor para ti. Ella le coge de los brazos y lo lleva al coche.

Sin embargo, el doctor Néstor no pudo pegar un ojo en toda la madrugada. Él sabe con certeza que si le llegara a pasar algo a su hija, no se lo perdonaría nunca.

Victoria, por su parte, estaba esperando la respuesta de los hombres que envió a la delegación para amenazar a los chicos para que no la delataran.

Para su suerte, recibió la llamada de respuesta afirmativa. Ella se fumó un cigarrillo sintiendo un profundo alivio en su interior.

A las siete de la mañana de ese mismo día, el doctor Néstor sale de inmediato de la suite para dirigirse al centro de salud donde se encuentra internada Sara. Al llegar, se encamina directamente al despacho del doctor.

—Doctor, doctor, ¿tiene los resultados? —le pregunta, esperando la respuesta con ansia.

—Buenos días, doctor Néstor. Al parecer, su hija ingirió algún tipo de sedante, por lo que quedó completamente inconsciente. Menos mal que no ha tenido mayores consecuencias.

— ¿Cómo es posible que haya sucedido tal desgracia? Mi hija estaba con mi sobrina y dos personas en un reconocido bar de Cancún. El rostro del doctor Néstor palidece al escuchar el diagnóstico.

—A propósito, doctor Néstor, ¿sabe que su hija estuvo a punto de ser víctima de una agresión sexual por parte de dos hombres depravados? —El semblante del médico se vuelve serio y reservado.

— ¿Qué me está diciendo, doctor? —Su voz se torna apagada, débil y floja.

—Es el informe que la policía acaba de entregar. Vendrán a las doce para hablar con usted sobre este delicado asunto. —le responde.

Al escuchar lo sucedido en la madrugada con su hija, el doctor Néstor se echa a llorar en los brazos del médico, lamentándose sin encontrar consuelo alguno.

« ¡Mi hija! ¡Mi niña! No puede ser... No puede ser... ¡No!

Al ver su reacción, el médico llama a una de las enfermeras para que le den un vaso de agua con un tranquilizante y luego le lleva a su despacho para calmarlo con alentadoras palabras.

Pasado el mediodía, Victoria es la primera en llegar al centro de salud y, detrás de ella, entran dos policías para hablar con el doctor Néstor.

Victoria se siente confiada al saber que todo está bajo control, si los oficiales le preguntan a ella por lo sucedido en la madrugada, sabe que responderles.

Los agentes se acercan para hablar con el doctor Néstor y, principalmente, con Victoria, ya que ella estaba con Sara en el bar antes de que ocurriera el incidente.

La policía recoge los datos del testimonio de Victoria, intenta indagar, pero no encuentra ninguna sospecha en sus palabras. El doctor Néstor, en cambio, está en una de las habitaciones del centro de salud donde trasladaron a su hija.

Sara permanece dormida; su padre, con lágrimas en los ojos, la contempla con amor. Sin embargo, siente un gran remordimiento porque su hija estuvo a punto de ser mancillada por aquellos jóvenes malintencionados.

Media hora después, Victoria entra a la habitación con sus lágrimas de cocodrilo montando un perfecto montaje al abrazar a su tío y prima.

Al sentir el abrazo de Victoria, Sara le dice:

—Prima, gracias a Dios y a aquellos oficiales no me ha pasado nada.




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