—No es necesario que me dé explicaciones, vaya a su oficina, coja sus cosas y váyase de aquí. Queda despedida. —Victoria le clava la mirada con odio.
—Señorita Victoria, mi madre tuvo un accidente en la cocina y, sin darse cuenta, a los pocos minutos explotó un tanque de gas. —Pamela le responde con la cabeza agachada.
—Lo siento por usted y por su madre, pero eso no le exonera de haber incumplido las políticas de la compañía. Haga el favor de recoger sus cosas y váyase de aquí. —Victoria le exclama con voz fuerte.
— ¡No, señorita Victoria! Por amor de Dios, no me despida del trabajo, lo necesito para pagar las medicinas de mi madre y comprar algunas cosas que se han incinerado por el fuego. —Pamela junta las manos pidiendo misericordia.
—Ese no es mi problema. Haga el favor de retirarse, tengo muchas cosas que hacer. —Su rostro irradia una sonrisa macabra y malvada.
— ¡Le suplico que no me despida! Haré lo que sea con tal de no ser echada de aquí. Ella cae de rodillas al suelo, humillándose ante Victoria.
Al ver a Pamela humillada y derrotada, Victoria le da una respuesta inesperada.
—Está bien, Pamela, no la voy a echar, pero tendrá que trabajar limpiando los baños de todo el edificio. ¿Lo acepta? —Victoria muestra un rostro frío y sin misericordia.
En ese momento de desesperación, acepta el trabajo de limpiar baños. Victoria se ríe a carcajadas al vengarse de lo sucedido hace algunas semanas, cuando Miguel Ángel coqueteaba con Pamela.
«Pinche colombiana, ¿qué te has creído? Pensabas que por tu bonito rostro y tu acento seductor ibas a conquistar a mi querido Miguel. Ja, ja, ja. ¡Nunca! Naca de quinta, me voy a alegrar cada vez que te vea en los baños limpiando». Victoria pensaba para sus adentros.
A los pocos minutos, Miguel Ángel se cruza en el pasillo con Pamela, que está con lágrimas en los ojos. Él trata de detenerla, pero no puede.
¿Qué le habrá pasado a Pamela que ni siquiera me saludó? Y lo peor de todo es que tiene el rostro entristecido. —dice Miguel, sorprendido por la extraña actuación de Pamela.
—Mejor me voy a Recursos Humanos, donde Victoria me necesita.
—Hola, mi adorable «Adonis», ya era hora de que bajaras a Recursos Humanos. —le saluda Victoria al pasar su lengua por los labios.
— ¿Cómo te fue en Cancún, Victoria? —le pregunta Miguel mientras le besa apasionadamente.
—Casi a la perfección, excepto por un asunto que quedó pendiente para una próxima vez. —Su rostro se torna serio y reservado.
— ¿En qué estás metida? Tu rostro y tu mirada no son los de siempre. —le comenta.
—A su tiempo lo vas a saber, ja, ja, ja. —Risas burlonas y sarcásticas salen de su boca.
—A veces me das miedo con esa risa malvada que tienes, pero me encantas. A propósito, te invito esta noche a un bar que conozco y después haremos el amor como nunca. Miguel empieza a quitarle la blusa a Victoria.
—Aquí no, estamos en el área de Recursos Humanos. Esperemos para la noche. —le responde ella.
— ¿No te excita estar al máximo riesgo, mi «Afrodita»? Para mí hay más emoción cuando me encuentro en este tipo de situaciones. Miguel continúa sacando la blusa de Victoria y comienza a besar sus senos.
Un gemido suave sale de los labios de Victoria, pero ella se resiste.
—No, Miguel, no, por favor. Sé que me estás excitando, pero no...No...
Él no le hace caso y sigue dejándose llevar por la excitación del momento hasta que, de repente, Sara entra en el área de Recursos Humanos para dejar algunas carpetas a la directora.
Al ver a Victoria sin blusa y a Miguel Ángel haciendo de las suyas, deja caer varias hojas al suelo, de lo sorprendida que está. Sin decir nada, se da la vuelta y regresa a su oficina.
Miguel y Victoria se quedan mirándose las caras durante unos segundos hasta que uno de los dos comienza a hablar.
— ¿Importa si tu prima nos pilló de esa manera? —le pregunta Miguel en voz baja.
—Lo que diga esa pinche mujer poco o nada me importa. —Le responde Victoria tajantemente.
—Entonces continuemos. —le dice él.
—Es mejor no seguir, quizá algún directivo o mi tío vayan a sorprendernos como lo hizo la idiota de mi prima (refiriéndose a Sara).
—Solo por eso me voy a contener las ganas de hacer el amor contigo en este instante. —le sonríe, le sostiene la mejilla y la acaricia lentamente.
Por segunda vez, Sara les trinca a ambos en una situación que no le hace ninguna gracia. Sin embargo, no se asombra porque conoce la fama de mujeriego de Miguel Ángel.
Al regresar al área comercial, se acerca a Pamela para que le explique con más detalle lo sucedido en Recursos Humanos.
—Pamela, ¿para qué te han llamado a Recursos Humanos?
—Esa malvada mujer estuvo a punto de despedirme. Tuve que suplicarle para que no me obligara a dimitir. —Su voz es desgarrada e intensa, con mucho sentimiento.
— ¿De cuál malvada mujer me está hablando? Tengo entendido que en Recursos Humanos son personas amables. —Ella roza la nariz con los dedos, demostrando perplejidad.