La herencia maldita

Capítulo 3.

Paola.

- Ro! ¡Escóndeme rápido! - grité, entrando como histérica en el salón, donde trabajaba mi amiga.

- ¿Qué ha pasado? – preguntó ella asustada.

- Un loco me persigue. ¡Me quiere matar! - Traté de explicar la situación, que yo misma había provocado. Pero ya era demasiado tarde para pensar y analizar mi inexplicable comportamiento. Llevé al hombre a un estado de ira, golpeando sus bolas.

- ¡Siéntate! - Ro rápidamente me empujó a una silla, me cubrió con una capa negra con el logo del salón de belleza y me entregó una toalla. - Átala en tu cabeza.

Hice todo lo que me pidió, y luego, incluso yo, me sorprendí del magnífico ingenio y la compostura de mi amiga, cuando este psicópata irrumpió en la peluquería. Ro le preguntó tranquilamente qué había perdido aquí, untándome la cara con una especie de crema. Él trató de presionarla, pero mi amiga estaba inimitable y brillante. El teatro y el cine perdieron mucho al no ver sus talentos artísticos.

-Ahora explícame qué sucedió, porque este hombre guapo no parecía un loco en absoluto, - me preguntó, cuando el hombre se fue.

No tuve más remedio que contarle todo tal como fue.

- ¡Quien está loco, eres tú! ¡Te parece bien, por un pequeño insulto, golpear al hombre en las bolas! – exclamo ella.

- Sí, yo misma entiendo que me pasé un poco, pero cuando pienso que por su culpa ahora tengo que mudarme del apartamento y volver a mi antiguo trabajo, creo que todavía no lo he golpeado lo suficiente. - Intenté justificarme.

- ¿Por qué piensas tan radicalmente? Llama a esta empresa, cuenta una historia desgarradora y pídales que reprogramen tu entrevista para mañana. - me aconsejó.

Estando de acuerdo con ella, hice exactamente eso, llamé, dije que mi amada abuela se enfermó repentinamente y, en lugar de ir a la entrevista acordada, me vi obligada a ir urgentemente al hospital. De hecho, mi abuela murió hace tres años. Solo que nadie me escuchó. La secretaria dijo que necesitaban un empleado con urgencia, por lo que hoy elegirán un candidato adecuado de los que vinieron para la entrevista.

- De verdad Paola, eres tonta, habría que decir que tu gata o la perra ha parido. – sonrió Ro. - Los familiares que se enferman o muren repentinamente es un truco demasiado viejo y evidente.

- ¡No podías decirlo antes! - Exclamé indignada.

- Yo ni pensaba que no lo sabías eso, ¿qué vas a hacer ahora? – preguntó ella.

- No sé. No podré pagar el alquiler de un apartamento en el centro de París. Buscaré algo más económico y me pediré de rodillas a señor Balín para que me coge de regreso a mi antiguo trabajo, - dije con tristeza.

- ¿Vas a dejar que ese viejo bribón te explote de nuevo? – exclamó ella. - ¿Puedes encontrar algo más adecuado para tus cualidades?

- ¿Y de qué voy a vivir? Todos mis ahorros se fueron a pagar la deuda de Jonathan. Y otra vez no podré pedir dinero a mi madre, ella ya me torturó bastante con su "te lo dije", y si se entera del préstamo para ese bastardo, no me dará vida en absoluto.

- Así que déjame prestarte algo de dinero, - sugirió Ro.

- No. Tu estas ahorrando para tu boda. - Me negué, sabiendo perfectamente que Ro quería hacer dos celebraciones: una en Francia para amigos y familiares de Rafael y la otra en Barcelona para los suyos. Los dos tenían muchos familiares por dos lados, no como yo, que solo tenía mi madre y su marido de turno.

- ¡¿Quién sabe, si esta boda se celebrará un día?! Si Rafael no se disculpa y me pide perdón de rodillas, no habrá boda, - afirmó Ro con firmeza, pero de repente su rostro se iluminó con una sonrisa de oreja a oreja.

Me volví a la entrada y vi a Rafael en el umbral del local con un enorme ramo de rosas rojas, tan grande que no entraba por la puerta. Supe de inmediato que el perdón de mi amiga ya estaba ganado. En Francia, los hombres modernos regalan flores a las mujeres solo en dos ocasiones, al nacer y al morir. ¡Y aquí tenía un ramo precioso!

Mientras ellos arreglaban las cosas, yo quité la toalla de la cabeza, limpié la crema de la cara, me arreglé el traje y me despedí de ellos, porque entendí perfectamente que mi amiga tenía otro acompañante para el almuerzo. Ellos probablemente ni se dieron cuenta de mi ausencia y me fui a la parada del autobús. Tenía que arreglar los desastres de esta mañana.

Hoy no era viernes trece, ni maldito lunes, ni otras fechas desastrosas, pero he estado teniendo problemas todo el día desde la mañana. Mis sueños y esperanzas se derrumbaron como un castillo de naipes. Al principio me quedé dormida, luego este loco se había chocado conmigo y me obligó a rechazar la entrevista. Otro en mi lugar ya habría estallado en llanto, maldecido el destino, pero como yo era una persona bastante positiva y siempre pensaba que Dios aprieta, pero no ahoga, empecé a corregir la situación desde lo más necesario. Llamé a mi antiguo trabajo y pedí volver, pero me negaron, diciendo que ya habían encontrado a otra persona para ocupar mi puesto. Fue un golpe bajo, pero no me desesperé y envié mi currículum a varias gestorías más.

Después llamé a mi casero, suplicándolo para que me diera un mes a retrasar el pago de alquiler, explicando mi situación actual.

-Querida Paola, estaba encantado contigo específicamente porque pagabas religiosamente y te permitiera atrasar el pago del mes en otras circunstancias, pero estamos en la crisis económica y tú quedaste en paro, sin saber si encontraras un trabajo pronto. Pero como dije, eras una responsable inquilina durante seis años, por eso te doy dos semanas para encontrar otro piso y mudarte de este apartamiento, o pagar el mes.

- Gracias, señor Martin, - dije educadamente, pero pensé que ha sido un cabrón explotador.  

Al colgar el teléfono empecé a busca otro hogar para mí en internet. Pero era una tarea muy difícil. Encontrar un piso nuevo que me podía permitir era en aquellas zonas, donde vivir no era nada seguro, sobre todo para una chica. Y para lo que yo quería y me convenía los propietarios exigían no mucho menos, que yo pagaba por este.



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En el texto hay: humor, odio amor, finalfeliz

Editado: 15.05.2023

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