Felipe.
Durante la comida, decidí castigar a mi madre y emborrachar a su invitada hasta la insensibilidad, por lo que constantemente le echaba vino en su vaso, que por cierto nunca rechazó. Por el camino, que transcurría la comida, yo hacía el papel de estar muy interesado en Sofia, teniendo una conversación informal, preguntándole sobre sus preferencias en comida, moda, etc. Era una idea estúpida, pero funcionó.
Mamá mirando como la chica bebió tranquilamente una botella y medio de vino casi en solitario, estaba enojada conmigo, pero no se atrevió a detenerme. Cuando Sofia alcanzó su condición optima de embriaguez y se quedó dormida en la mesa del comedor, mi madre me dijo:
- ¿Tienes conciencia? La emborrachaste especialmente. ¿Como esta pobre chica va mañana mirarme a los ojos?
- No era yo, ella misma se emborrachó, yo simplemente quería ser atento. – me reí.
- ¡No! Eres un sinvergüenza. – exclamó ella alejando los platos de la cabeza de Sofia.
- Eso era idea tuya. No la invité yo, sino tú, aunque tenías que saber antes que la chica es alcohólica. – dije con malicia.
- No lo sabía, pero tú lo hiciste adrede.
- No. En realidad, hoy quería hablarte en serio sobre el testamento de mi padre, pero has vuelto a tus andadas. No quiero una esposa que me escoges tú. Gracias a Dios no vivimos en los viejos tiempos, tengo derecho a elegirme una esposa a mi gusto y me importa un carajo, si ella no tendrá una gota de sangre azul. - Estaba indignado.
- ¡Para! ¿Cuáles son los problemas con el testamento? - me detuvo rápidamente.
- Mamá, tenemos grandes problemas, grandes. Vamos a la sala, deje allí una copia del testamento, y te explico todo.
- No entiendo, si yo misma lo leí unos años atrás
Pasamos a la sala, tomé la carpeta con los documentos, que dejé en la mesa cerca de la vinoteca, y le di la copia del testamento, que firmé esta mañana. Lo leyó rápidamente y exclamó:
- ¡El viejo idiota cambió la última parte! Han pasado tantos años, pero no la olvidó, cabrón.
- ¿A quién no olvidó? ¿A Mónica Monti? ¿Quién es? - Hice las preguntas que me habían atormentado todo el día.
- ¡Nadie! Una de las muchas putas de tu padre. - dijo bruscamente, y arrojó el papel sobre la mesa.
- ¿Pero por qué le dejó nuestro castillo a ella?
- ¡Porque en su vejez perdió completamente la cabeza!
- Mamá, te entiendo y tu enfado es comprensible, pero con calma puedes explicarme, ¿por qué papá dejo la mitad del castillo a ella y no a otra persona? Necesito saberlo para intentar comprarle parte de nuestro castillo. - Traté hablarle muy paulatinamente.
- Te lo vuelvo a repetir, no sé por qué se lo dejó a ella. Tenía miles de estas Mónicas, decía que eran modelos para sus cuadros, pero muchas las encontraba en su cama. Soporté tanto como pude, pero Dios sabe que estaba más allá de mis fuerzas, así que te tomé y fui a Ginebra con mi hermana. – dijo mamá enfadada.
No era un secreto para mí, que mi padre era un “Pichabrava”, a lo mejor por esto mi madre vigilaba tanto mis relaciones. Puede que tenía miedo, que su único hijo saldría igual que padre. De repente recordé una escena de mi infancia, cuando mi padre de rodias pidió a mi madre el divorcio.
- Entonces, ¿Por qué no te divorciaste de él? – pregunté.
- Porque no podía. Los duques de Zermatt no se divorcian. - Dijo mamá.
- Esta bien, pero si él escogió a esa Mónica, entonces ella significaba algo para él.
- No lo sé. ¡No la conocí y no quiero más hablar de ella! - dijo casi histérica.
Aunque mi mamá decía eso, no la creí, porque casi nunca ella se ponía así de nerviosa, entonces le dolía mucho recordar esa Mónica.
Volví a intentar convencer a mi madre de que hablara de Mónica, pero no por mucho tiempo. Algo cayó en el comedor con un sonido sordo: aparentemente era Sofia. Mi madre corrió allí con lamentaciones. La seguí.
En el comedor, la chica "buena" intentó volver a subirse a la silla, pero atrapó el mantel y todos los platos de mi madre se habrían caído al suelo, si no hubiera logrado atrapar a Sofia. De repente recobró el sentido y envolvió sus brazos alrededor de mi cuello y trató de besarme. Lo esquivé, buscando un lugar adecuado para aparcarla.
-Fil, tomemos otro trago y brindamos por el amor, - sugirió la chica con voz de borracha.
- Creo que has tenido hoy lo suficiente sin amor, - le dije, tratando de sentarla en un sillón grande junto a la ventana. Después de asegurarme de que la niña se calmara de nuevo acurrucada en el sillón y se durmiera, fui a la puerta.
- ¡¿Adónde vas?! ¿Qué voy a hacer con ella?
- ¿Y qué hago yo? Esta es tu invitada. - Me encogí de hombros.
- ¡No puedes hacerme esto! ¡Soy tu madre! - Ella siguió enojándose.
- Puedo, porque tus ideas sobre mi matrimonio no conducirán a nada bueno. Así que voy a mandar un hombre a Zermatt para hacer una tasación del castillo y ofrecerle un precio justo a Mónica. - dije.
- Escucha, ¿quizás no deberías comprarle nada? ¿No deberías encontrarte con esta zorra? No revuelvas el pasado. Después de todo, la última vez que estuvimos allí fue cuando solo tenías un año, pero incluso entonces era un montón de piedras. No tenemos suficiente dinero para restaurarlo.
- Mamá, ¿De qué hablas? Es nuestro castillo, tenemos que conservarlo, aunque sea solo en piedras.
- ¿Para qué? ¿Para tener más problemas? Deja esto, si ella quiere comprar tu mitad, véndela.
Esto es lo que no esperaba en absoluto de mi madre, que guardaba con tanto celo todo lo relacionado con nuestro ducado y la familia. Ahora se ofreció a dejar nuestro castillo familiar a una de las amantes de mi padre y no recordar el pasado. Esto era muy, muy raro.
Un descubrimiento aún más extraño me esperaba la semana siguiente, cuando mi amigo François y yo fuimos a Ginebra a vender el apartamento y la colección de pinturas de mi padre. Necesitaba dinero libre para comprarle a Mónica Monti su parte del castillo, que, incluso en un estado deplorable, se valorara en una suma muy elevada. Así que decidí deshacerme de mi propiedad innecesaria en Ginebra y de las obras de mi padre. Pero cuando verificamos la disponibilidad de pinturas para la próxima subasta, resultó que faltaba una. Llamé a mis abogados en París y les expliqué la pérdida.