La herencia maldita

Capítulo 6.

Paola.

Después de recibir un poder notarial que estaba autorizada para representar a Mónica Monti y una copia de la carta de los abogados, miré la dirección de su oficina y me quedé sin aliento.

- ¡Este es el mismo edificio donde quería conseguir un trabajo hace una semana! – exclamé con susto.

- ¿Cuál es el problema? Hay alrededor de una docena de diferentes despachos e impresas, - dijo Ro con calma.

Pero a pesar de sus palabras, un mal presentimiento se apoderó de mí de inmediato.

- ¿Qué pasa, si de nuevo me encuentro con el loco que me atacó allí? Me moriré de miedo. -  dije.

- En primer lugar, él no te atacó, sino tú a él, en segundo lugar, no es necesario que te lo encontraras en este edificio, tal vez él no trabaja allí y simplemente vino por algún asunto en una de tantas oficinas, en tercer lugar, si lo ves, no morirás de miedo sino de vergüenza. - dijo mi amiga.

- Sí, ¿qué más da de qué morir? – Dije enfadada y me sonrojé, porque Ro tenía razón. Estaba avergonzada de mi comportamiento. – A lo mejor rechazar la petición de mi madre.

- ¡Por supuesto! Cómo pedirle dinero y vestidos de sus colecciones, no es en vano, pero cómo ayudar a tu propia madre, te da tanta vergüenza. – con ironía dijo Ro.

- En primer lugar, hace un año que no le pido dinero, y menos los vestidos, que ella misma me envía ellos, sobre todo porque es indecente salir a la calle con ellos, - objeté.

- No importa, estás aquí, en París, sin nada que hacer, pero ella tiene que dejar el trabajo y volar desde Milán. - Ro se mantuvo firme. - Hablando de vestidos. Y si te pones uno de ellos, te maquillo, te peino, como es debido, entonces tu propia madre no te reconocerá, porque tú últimamente andas como una monja.

- ¿Crees que esto ayudará? – pregunté, pensando, que lo mejor puede servir.

- Por supuesto que ayudará. Además, ese hombre no te recordaba particularmente, solo tu traje gris. ¿Cuándo tienes la reunión con los abogados?

- Mañana a las once. - Respondí.

- Entonces vendrás a mi salón un par de horas antes, - Dijo, y abriendo mi armario, comenzó a mirar los vestidos que mi madre me enviaba después de cada desfile de moda en Milán. - Ponte este rosa.

- ¡No! Nunca pondré este rosa. ¡Es con plumas! ¡Estaré como un avestruz! – exclamé negando con la cabeza y las manos.

- ¡Estarás genial! - Ro objetó, sacando el vestido del armario. - ¡Ponlo!

- Está bien, lo pongo, pero tú misma comprenderá que este no es una opción. – No quise discutir mas con Ro y me puse esa pesadilla rosa. - Además, no voy a ir por la calle así.

- ¡Maravilloso! Finalmente, te has vuelto como una mujer, no como una monja. ¡Esto es lo que necesitas! Nadie te reconocerá en esto. - aplaudió mi amiga. - Oh, si tuviera diez centímetros de más y unos kilos de menos, habría causado tal sensación con estos vestidos. Y tú, si no quieres andar por la calle con él, entonces llévatelo contigo y cambiarás en el salón.

Al día siguiente yo entraba en el edificio y no me parecía en nada a un oficinista, sino más bien a una estrella de Hollywood. Con un vestido rosa de la última colección de mi madre, tacones y dos horas en el salón de mi amiga, me veía muy brillante, solo me faltaba la alfombra roja y estatuilla de “Oscar” en la mano. Mientras cruzaba la calle, muchos giraron las cabezas, mirándome. No me gustó nada todas estas miradas, pero estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para que no me reconozcan, sobre todo ese hombre. Ro tenía razón, tenía miedo de volver a encontrarme con él no tanto por temor a represalias como por vergüenza de haberme comportado de una manera tan beligerante.

Pero mis temores no estaban justificados, llegué tranquilamente a la oficina de los abogados, quienes me recibieron justo en la recepción. Me llevaron a un despacho, me ofrecieron café y en general fueron muy amables. Uno de ellos leyó en voz alta el testamento de un tal Paul Von Buol, duque de Zermatt, y el otro trajo de otro habitáculo un cuadro grande, de un metro y medio aproximadamente, y lo puso sobre una silla.

- ¡Es simplemente increíble! ¡Usted se parece tanto a la chica de este lienzo! - exclamó.

Me di la vuelta y me vi representada en un claro rodeada de flores silvestres, "ligeramente" desnuda. Al principio no podía entender nada, pero luego me di cuenta de que no era yo, sino mi madre. Cuando era joven, trabajó como modelo de moda en la casa Valentino y, como se vio después, no solo allí.

- Entonces, - el segundo abogado me trajo de vuelta a la tierra. - Además de este cuadro, su madre se convierte en dueña de la mitad del castillo familiar en Zermatt de los duques de Von Buol.

- ¿Disculpa qué? ¿Qué castillo? - No entendí de qué estaba hablando, porque mi cerebro todavía estaba digiriendo la información del cuadro.

- Castillo en Zermatt.

- ¿Qué? ¿Es un castillo de verdad? - No podía creerlo.

- Sí. Este es el castillo ancestral de Von Buol, aunque ahora está muy deteriorado y su restauración requerirá gastos muy importantes, por eso el nuevo duque de Zermatt le ofrece a su madre comprar la mitad de ese castillo por un precio bastante alto. - explicó el abogado.

- Disculpe, pero no entiendo, ¿qué tiene en común mi madre con los duques de Zermatt?

- Esto no lo puedo saber, yo solo expongo la voluntad del difunto. Su último deseo fue así, y no debo saber las razones, desafortunadamente. - respondió con calma el abogado.

- Esta bien. Antes de firmar la herencia, debo contactar con mi madre. - dije.

- Una decisión muy correcta. Usted es tan inteligente como hermosa, - el abogado me dijo un cumplido y me llevó a una habitación separada por un cristal para llamar a mi madre.

Marqué su número varias veces, pero ella seguía colgando mi llamada. Mamá solía hacer esto, cuando estaba ocupada en el taller, así que llamé a su secretaria y le pedí que me conectara urgentemente con mi madre.



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En el texto hay: humor, odio amor, finalfeliz

Editado: 15.05.2023

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