Paola.
Por la mañana me despertó el mugido de una vaca y los gritos de un hombre en alemán. Me levanté de la cama y miré por la ventana. Un cuadro bastante divertido se abrió frente a mí.
En un jardín hermoso y limpio con árboles frutales una vaca comía manzanas caídas al suelo y el hombre, que me trajo ayer a esta casa, trataba de sacarla del jardín, pero aparentemente el animal tenía una opinión completamente diferente, así que se defendía su postura con cuatro patas y dos cuernos. Sonreí al ver esta escena, que me recordó un viejo dibujo animado.
Me vestí y me senté en la cama examinando mi zapato de deporte mordido por el perro ayer. "Por ahora, tengo que caminar así," - suspiré y até de alguna manera la suela con un cordón para que no se cayera totalmente. Miré a mi alrededor, pero no encontré ni un baño, ni siquiera un lavabo, ni siquiera un espejo, así que decidí dejar esta habitación y salir para la cocina.
Esa mujer no muy agradable, aunque ayer no me dejó morir de hambre y me ofreció una cama, ya estaba sentada allí tomando el café. Ella me miró, se levantó en silencio, sacó una taza y un plato con una especie de galletas de un antiguo armario de madera y lo puso sobre la mesa.
- ¡Buenos días! - dije, dándome cuenta de que tenía que ganármela de alguna manera. - No me presenté ayer. Mi nombre es Paola. ¿Y usted?
- Siéntate a desayunar mientras el café está caliente. - murmuró, señalándome una silla.
- Gracias. No podría imaginar, qué haría yo anoche sin vuestra ayuda. No tiene idea de lo agradecida que estoy con usted y su esposo por acogerme. - Empecé a hacerle la pelota, queriendo parecer una chica educada y agradecida.
En ese momento, su esposo entró en la cocina, se detuvo frente a la mujer y le preguntó algo en alemán con voz enojado. Una vez estudié ese idioma en la escuela, pero ahora no entendía nada en absoluto, excepto la palabra "Vaca", así que supuse que se trataba del incidente de la mañana, que vi desde la ventana. La mujer le decía algo animadamente, pero por su entonación me di cuenta de que no estaba poniendo excusas en absoluto, sino que lo estaba atacando. “Ro tenía razón, son muy peleones,” – pensé.
Estaba sentada como una idiota escuchando sus disputas, tratando de captar las palabras familiares. Podría haberles pedido que cambiaran a francés, pero sintiendo que yo no era una invitada bienvenida aquí, no me atreví a exigir algo, así que solo tomé un café, muy bueno por cierto y mastiqué unas galletas, esperando que ellos acaban de pelearse y recordaran a mí. Al final, el hombre hizo un gesto con la mano y se fue, dejándome a solas con la mujer.
-Gracias por el desayuno, todo estuvo delicioso. Pero me gustaría ver el castillo y los alrededores. Su esposo dijo ayer que usted me mostraría todo. - pregunté.
- ¿Él dijo eso? – sonrió ella con molestia. – Pero no hay mucho que ver, solo ruinas.
- Disculpa, pero ayer vi una especie de edificio, que me pareció bastante bien conservado. - Protesté, dándome cuenta de que ella obviamente no quería ayudarme, aunque no entendía la razón.
- Bien. Como desees. Vamos. - Respondió ella, recogiendo los platos de la mesa.
Salimos de la casa, caminamos alrededor de ella y finalmente vi mi castillo. Era más como una fortaleza con torres de vigilancia y muros de piedra parcialmente caídos. Por supuesto, su estado era muy deplorable. La torre central se derrumbó a la mitad, en la parte derecha no había techo ni ventanas, todas las construcciones internas quedaron convertidos por el tiempo en montones de piedra y tablas. Giré mi cabeza en todas direcciones hasta que encontré la misma casa que había visto anoche. Lo examiné por todos lados. Resultó que era el lado izquierdo de la torre central. Al acercarnos por el camino, que, a pesar de toda la destrucción, estaba bien cuidado, incluso tenía las flores, hasta una puerta alta pero algo estrecha.
La mujer sacó una llave de su delantal y quiso abrir la cerradura, pero la detuve.
- ¿Puedo abrirlo yo? – pregunté.
- Como quieras, - respondió ella y me entregó la misma llave que me dieron los abogados.
La inserté en el ojo de la cerradura, la giré y empujé la puerta para abrirla. Entré y tropecé con algo pesado.
- ¡Cuidado! Lo que me faltaba que te rompieras las piernas aquí, - se quejó la mujer y encendió la luz, en algún lugar del lado derecho.
Después de un corto pasillo, nos encontramos en un salón lleno de luz solar. No creí lo que veía. En el interior, parecía una casa bien arreglada con muebles antiguos de madera maciza, las paredes estaban decoradas con paneles tallados al estilo tradicional, en la parte opuesta había una enorme chimenea al estilo medieval y a dos lados había unas ventanas altas con cortinas blancas, que completaban el cuadro de una vivienda muy acogedora.
-Luego hay dos dormitorios, un baño completo con la ducha y una cocina, - dijo mi escolta mientras me conducía más adentro de la casa.
Increíblemente, desde el exterior, esta parte del castillo parecía más pequeña de lo que realmente era.
- No te aconsejo que enciendes la chimenea, porque el tiro no funciona, - dijo ella, notando mi interés en la chimenea. - Hay electricidad, el agua de la traída y agua caliente para la ducha. Hay una gran caldera en nuestra casa, así que da para todo. - explicó.
A pesar de humedad y fresco, que se sentía dentro, me enamoré de esta casa a primera vista. Estaba tan lejos de mis expectativas que simplemente aturdió mi psique no preparada. Incluso salieron lágrimas en mis ojos de emoción. Me senté en una de las enormes sillas y miré lentamente alrededor de mi nueva propiedad.
Nunca tuve mi propia casa. Cuando yo era pequeña, mi madre cambiaba constantemente de lugar de residencia por matrimonios fugaces y por motivos de trabajo, por lo que nunca nos quedábamos en un mismo lugar por mucho tiempo. Cuando crecí y fui a estudiar a París, era irreal y estúpido soñar con comprar un apartamento en la capital francesa. Pero ahora, de repente, me di cuenta de que este castillo en ruinas podría convertirse en mi hogar. Sólo mío.