La herencia maldita

Capítulo 11.

Paola.

- ¡Dios, mío! - exclamó el idiota. - Eres la segunda dueña de esta casa.

- ¡No! ¡Soy la primera dueña! Eres el segundo. Vine aquí primera. - Lo corregí.

- El hecho de que volaste aquí en una escoba antes que yo, no dice nada. Este es el castillo de mis antepasados.

- Ya que era tan importante para ti, ¿por qué lo dejaste caer, lo llevaste a un estado tan deplorable? - Recordé las palabras de Ro.

- Si no te gusta, entonces véndemelo a un precio razonable y yo mismo decidiré qué hacer con él.

No esperaba tal respuesta, o más bien la esperaba, pero no tan pronto. Todavía no sabía la cantidad real que se podía exigir, así que dije lo primero que me vino a la mente.

- ¿Qué te hace pensar que te lo voy a venderlo a ti? ¿Tal vez tengo otro comprador?

- Querida, - el idiota hizo una mueca, mirándome con evidente odio. - No leíste bien el testamento. Allí pone en claramente en negro sobre el blanco que las mitades del castillo no están sujetas a venta a otras personas que no sean herederos y sus descendientes. Solo nosotros dos o uno de nosotros puede ser dueño del castillo, siempre que el otro le venda o regala su mitad. Personalmente, no pretendo venderte nada y mucho menos regalarlo. Piénselo bien, si vale la pena rechazar mi oferta.

Tenía razón, mi madre me lo contó, cuando me hizo una donación, pero se me salió de la cabeza. Bien. Ya iba a vender mi parte, porque mis capacidades económicas no me permitían mantener tal propiedad, pero su tono descarado con el que se dirigió a mí, simplemente me enfureció.

- Yo tampoco te venderé nada. Acabo de llegar y todavía no he descubierto qué perspectivas hay en este sitio para la inversión.

- ¡Dios mío! ¿Qué inversión? ¡Sí, no tienes dinero ni para tus zapatos! – exclamó cabrón, mirando mi zapatilla atada. - Así que, querida, acepta mi oferta y sal de mi castillo. Vine aquí para pasar mis vacaciones y me gustaría hacerlo en un ambiente tranquilo.

¿Como él podría con tanta facilidad sacarme de mis casillas? Ahora mismo me llamó descaradamente una mendiga y casi echándome de mi casa, porque le molesta mi presencia.

- ¡Wow, qué coincidencia! - exclamé enfadada. - ¡Estoy aquí por lo mismo!

- ¡No! Para tus vacaciones, querida, busca otro lugar. ¡Estaré apretujado y molesto en la misma casa contigo!

- ¡Si estarás molesto, busca tú otro lugar! Porque yo contigo… - Apenas me contuve para no decirle cosas groseras. - ¡Eres un tipo pendenciero, mezquino, grosero e insolente!

- ¡¿Yo?! -  exclamó él. - ¡Eres tú! Eres tú loca histérica que lesiona la gente sin razón.

- Entonces, ¿quizás deberías sopesar todos los riesgos y no hacerme enojar? - hablé en mi corazón, me di la vuelta y fui al auto por mis cosas. ¡No saldré de aquí ni muerta!

"¿Qué debo hacer ahora? Estropee todo. ¿Por qué lo ataqué? Debería aceptar su propuesta ahora, luego calcularía rápidamente el costo total a ojo. Bueno, me equivocaría en varios miles, pero me sentaría en París, en un apartamento nuevo y con calma buscaría mejor trabajo. ¿Y ahora cómo? ¿Y si no quiere comprar mi parte ahora? Podría prepararme una trampa con la restauración forzada y obligarme pagar la mitad del costo. - Me regañé por la intemperancia y la codicia estúpida, especialmente cuando vi su auto caro estacionado al lado de mi viejo Ford.

-Él podría arruinarme con mucha tranquilidad. – pronuncie en voz alta.

Cuando regresé a la casa, el idiota se había ido. Tranquilamente comencé a ordenar mis cosas en la cocina y en el baño. Era demasiado tarde para rendirse ahora. Después de pensar un poco, decidí que la solución más segura a mi problema sería arruinar su vida aquí para que quisiera deshacerse de mí para siempre, pagarme dinero y enviarme al infierno.

Luego volví al auto para recoger otra caja con mis cosas y ropa para ocupar esa gran habitación para mí. Pero cuál fue mi sorpresa cuando, en lugar de camisetas y jeans, vi los vestidos creativos de mi madre.

- ¡Diablo! ¡Ro se equivocó de caja! - exclamé.

Incluso tenía lágrimas en los ojos por el resentimiento. No solo por ese hombre insolente con el que ahora tengo que hacer la guerra resultó ser el segundo heredero, sino que ahora no tenía nada que ponerme. ¡¿No iba a caminar por las ruinas con vestidos de plumas y tacones altos?! Gracias a Dios mi rabieta no duró mucho. Después de todo, no era el fin del mundo. Era posible tomar mi auto e ir a la ciudad, donde tranquilamente compraría todo lo que necesitaba.

Lavé mi cara de las lágrimas, tomé mi bolso y me dirigí al auto. Me senté, encendí el motor y con una sonrisa en el rostro, elaborando un plan para poner en forma al idiota, me dirigí a la ciudad. Pero me pasó algo impensable. En la misma intersección en la que me equivoqué ayer, la policía me detuvo. Uno de los agentes miró mi matricula francesa, escribió algo en su tablet y caminó hacia mi auto.

- Señorita, no puede circular en este coche por nuestra zona. - me dijo en francés.

- ¿Por qué? - Me sorprendí, porque todos los papeles del coche estaban en regla.

- Porque solo los coches eléctricos están permitidos para circular en Zermatt. Este es un parque natural. Su coche tiene motor a combustible fósil y contamina nuestra atmósfera ecológica. Además, nuestra base de datos muestra que usted ya fue multada por esto ayer.

- ¿Cuándo? – Exclamé aún más sorprendida, pero luego recordé, que cuando salí del edificio de la administración de la ciudad, había un papel en la luna delantera, que confundí con una hoja publicitaria, lo arrugué y lo tiré a la basura.

- Ayer a las diecisiete cincuenta y cinco, - me aclaró el policía.

- Está bien, pagaré la multa. - Estuve de acuerdo y saqué la cartera.

- No, señorita, esto no es suficiente. Tenemos que quitar su coche de la circulación y llevarlo a la incautación, porque ya ha violado nuestra ley dos veces por el mismo delito. - dijo con calma, rellenando algo en su tablet.



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En el texto hay: humor, odio amor, finalfeliz

Editado: 15.05.2023

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