La herencia maldita

Capítulo 42.

Paola.

- ¡¿Qué he hecho?! - exclamé, alcanzando a Ro cerca del balneario.

- No sé lo que has hecho, pero tu aspecto andrajoso expresa una completa alarma por el comienzo de la tercera guerra mundial. - dijo ella, mirándome por todos lados.

- ¡Peor! Exigí su parte de la cooperativa por la noche del sexo. ¿Qué pensará de mí ahora? - Me tapé la cara con las manos, porque hasta me daba vergüenza repetirlo.

- ¿Qué? - se sorprendió mi amiga. - ¿Cómo llegasteis a esto?

- No tengo idea de cómo llegamos a este punto. Al principio simplemente nos molestó el saber que ambos éramos herederos, luego nos impactó los hechos que se revelaron, luego nos unimos en la lucha contra las circunstancias y el deseo de salir de esta sin mucha pérdida. Pero, ¿no sé qué me pasó y no está claro por qué lo acusé de una trampa, cuando decidió ayudarme y ahorrarme impuestos por el castillo? Era como de repente me quedé ciega, sorda y tonta al mismo tiempo.

- Exactamente, son los primeros signos de amor. Su diagnóstico es claro sin rayos X. - se rio Ro.

- No, no puede ser. Yo no quiero amarlo.

- ¿Por qué no? Es guapo, bien educado, honesto y decente, lo cual no es tan común entre la gente de ahora.

- Sí, estoy de acuerdo, pero necesito descubrir cómo deshacerme de estos sentimientos que él despertó en mí, porque con cada encuentro se me hace más difícil luchar conmigo misma, y a partir de esto hago una estupidez tras otra.

- ¡Dios mío! ¿Por qué complicar tanto las cosas? Le gustas, te gusta. ¿Qué problemas? Disfruta de tu amor.

- No puedo. - En ese momento me di cuenta de que me había privado de un pedazo de felicidad.

- ¿Por qué?

- ¡Porque ahora definitivamente pensará que estoy con él por el dinero, es decir, su parte de la cooperativa! - exclamé, sintiendo lágrimas de autocompasión subir a mi garganta.

- Entonces, ¿Para qué pediste?

- No sé, tal vez pensé que se negaría, incluso pedí un contrato por escrito. - sollocé.

- ¿Y que dijo él?

- Dijo que le pediría a un abogado que lo redactara, - sollocé. - ¿Qué hago ahora?

- No sé, ya no quiero meterme en tu vida. Resuelve ese problema por ti sola, pero puedo darte un consejo. – respondió ella.

Estaba claro, que ella seguía enfadada conmigo, por lo que le dije antes.

- ¿Cual?

- Vete a él y dile lo que sientes, discúlpate por tu desconfianza, explícalo con enamoramiento y el miedo de no ser respondida, añade que tu comportamiento era un poco estúpido debido a la liberación de hormonas. - dijo con calma, acariciando mi espalda. - ¿Por qué tienes la ropa rota?

- Me caí del mirador, y Felipe me salvó de una caída peor. ¿Quizás ya se olvidó de lo que dije, o lo tomó a broma? - Pregunté esperanzada.

- Definitivamente, necesitas un psicólogo o ya un psiquiatra. – respondió Ro y me abrazó. - El destino te ha dado tal regalo, y lo único que haces es complicarlo todo.

- Tienes razón. Pero no voy a él.

- ¿Por qué?

- Porque no quiero otra vez recoger del suelo los trozos de mi corazón roto. Sabes, ¿por qué él se fijó en mí? Porque tiene que estar aquí a la fuerza por la cooperativa, pero cuando lo resuelve, volverá a su vida habitual y se olvidará de mí, y yo moriré del sufrimiento por amor a él, porque sé que será aún más duro que pasé después de Jonathan.

- ¡Puedes dejar de comparar a todos con ese bastardo! – exclamó Ro. - Felipe no es así en absoluto.

- No es eso, solo miro las cosas con seriedad. Es duque, tiene su propia empresa y yo soy la hija de una amante de su padre. No había nada entre nosotros, excepto dos besos, y me atraía como un imán, no tenía fuerzas para resistir y sentía tanta felicidad. - Traté de explicar mis miedos. - ¿Qué me pasará si no me contengo? Me quemaré. Creo que sería mejor no verlo para nada, yo me encargo del balneario, tal vez me olvide de él. Me quedaré aquí contigo. -  dije.

- Espera, si te da su parte de la cooperativa, ¿entonces no tendrá nada por qué quedarse aquí? – preguntó ella.

- Probablemente, pero no lo sé, todavía tiene el castillo, que necesito hacer algo con él. - Me encogí de hombros. - Pero, en cualquier caso, es mejor que no nos vemos mucho.

- Esta bien, si piensas que es lo que quieres, adelante.  Vamos a la habitación, necesitas una ducha, y luego iremos a lo de Bernard, sus gemelos me invitaron a cenar, prometieron algo increíble. – sugirió Ro.

- Iré a la ducha, pero no a Bernard, no quiero provocar a Felipe. Por alguna razón no le gusta, cuando hablo con hombres.

- Es comprensible, está celoso. – sonrió ella. - Noté que hay un problema específico con las mujeres hermosas.

- ¿De qué estoy hablando?  ¡Llamé su atención solo por esto!

- Está bien, haz lo que quieras, - dijo y abrió la puerta del balneario.

A la mañana siguiente me desperté temprano, porque no había dormido muy bien. Toda la noche recordaba nuestro beso, sus abrazos y luché con el creciente deseo que no me visitaba desde hacía dos años. De alguna manera me concentré en la sesión de fotos de hoy, en la fiesta en que íbamos probando el funcionamiento de las instalaciones, en reunirme con Vitteli y otras personas, justo en ese momento me di cuenta de que no tenía nada que ponerme.

- Ro, por favor ve al castillo y tráeme el vestido de mi madre, - desperté a mi amiga, quien regresó casi en la mañana.

- Paola, ¿no podrías pensar en eso antes?

- ¿Cuándo? No sabía que terminaría así. -  dije. - Iría yo misma, pero no quiero encontrarme con él.

- ¿Que no confíes en ti misma? - se rio, mientras se levantaba de la cama. - Está bien, ¿qué vestido te gustaría llevar? - ella finalmente estuvo de acuerdo.

- No sé, que él mismo elija, para que luego no diga que yo lo provoco.

- No, definitivamente, no eres amiga de tu cabeza. No quieres provocarlo con el vestido, pero pedir dinero por el sexo, eso sí, nada provocado. - refunfuñó, pero se vistió y se preparó para irse.



#689 en Otros
#218 en Humor
#1730 en Novela romántica

En el texto hay: humor, odio amor, finalfeliz

Editado: 15.05.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.