Paola.
Me agarró del codo y me llevó a la oficina. Aquí mi sistema nervioso falló.
- Felipe, dime todo lo que piensas de mí, que soy la cazadora desvergonzada por tu dinero, que no tengo ni una pizca de moral y ética, que soy tal y cual, y me dejas en paz, ¿eh?
- ¿De verdad crees que te librarás tan a la ligera de tu broma? - se rio.
- Lo siento, pero mi broma fue provocada por ti, de lo contrario no habría pensado en esto. Además, tú mismo entiendes, para qué necesito otro veinte por ciento de esta pesadilla.
- ¡Pero dijiste que sí! - Agitó un trozo de papel delante de mi nariz.
- Es tu propia culpa por obligarme. Además, siempre dijiste que no te atraía como mujer, que te gustan las formas grandes, pero yo no las tengo. Así que no entiendo el motivo de tu aspecto ofendido. Olvidémoslo y seguiremos como antes. - Traté de apelar a su mente.
- Paola, es muy tarde para cambiar algo, aceptaste mi propuesta, pusiste tus condiciones, yo hice trabajar al abogado toda la noche, entonces, tuviste que pensar antes de provocarme. - dijo mientras abría la puerta de la oficina.
- Oh, sí. Todos te provocan de esta manera, incluida mi amiga, pero cuando te presionan y te ofrecen convertirte en una mujer corrupta, ni siquiera prometes algo peor para obtener un respiro temporal para pensar en planes futuros. ¿Puedes decirme cómo deshacerme de tu atención? Dime, ¿qué puedo hacer para que me dejes en paz?
- No. Lee el contrato y firma.
- ¡Si, que es eso! ¿Por qué me necesitas? ¿Por qué lo necesitas? - lo miré suplicante y comencé alejarme del hombre que avanzaba hacia mí.
- ¿Porque preguntas? ¿Quieres que te explique?
Estaba a punto de escuchar al menos alguna explicación de su comportamiento inapropiado, cuando Felipe hizo un movimiento brusco, la puerta de la oficina se cerró de golpe y me encontré en su agarre de acero.
- Déjame ir, eso es suficiente, - pedí, respirando con dificultad, apenas audible.
- Solo cuando firmas el contrato. - dijo y cubrió mis labios con un beso exigente.
Al principio traté de liberarme, pero después de un tiempo me rendí. Bueno, ¿cómo no pude rendirme? Ya me ha envenenado con un veneno llamado Felipe Von Buol. No tenía fuerzas para resistir mi deseo por él, mis deseos calientes resultaron ser más fuertes que la razón fría.
-Es por eso, - escuché su voz apagada, como si fuera de lejos. - Te gusto, y me gustas.
Justo cuando estaba a punto de decir que era solo fisiología, me detuvo poniendo su dedo en mis labios.
- No discutas, no ayudará. Además, lucharé por nuestra felicidad, incluso contigo. Si tienes problemas psicológicos...
- Eres tú, quien tiene problemas mentales, si no entiendes que no voy a firmar nada, y más aún, no te voy a hacer el amor. - Dije y lo empujé lejos de mí.
- Bueno, bueno, sigue participando en el autoengaño. - Sonriendo, se dirigió a la salida, luego se detuvo y como si nada hubiera pasado: - Después de la fiesta, te invito a un lugar increíble.
- Dime, ¿eres normal? Te dije que no quiero tener nada contigo, y me invitas a algún lado.
- Sí, tal vez estoy loco, pero no estoy acostumbrado a retroceder ante las dificultades, al revés me encienden como un demonio.
- Entonces, ¿soy algo así como un interés deportivo para ti?
- No. ¿Eres la mujer que necesito y quiero lograr? – dijo fuertemente, incluso se inclinó hacia adelante con su cuerpo.
De sus palabras, inesperadamente, el calor se extendió por mi cuerpo, como quería sucumbir a la tentación y olvidarme de mí en sus cálidos y fuertes brazos. Pero, mirando de nuevo a Felipe, decidí que no tenía derecho a cometer otro gran error en mi vida y sucumbirme a su encanto. A él necesita una mujer distinta, una duquesa o modelo, por lo menos, pero no como yo.
- Lo siento, pero no veo en ti al hombre que necesito. ¡No me convienes, no me excitas! - Respondí con un desafío.
- ¡Cómo me enfurece tu pretensión! ¿No te estoy excitando? ¡Mentira descarada! Vi lo contrario en tu mirada codiciosa, ¿crees que no lo veo? Tu cuerpo responde a mi tacto, tiemblas en mis manos, esperando las carisias más ...
- ¡No hay necesidad de decir más! ¡Sí, entendí todo! - Grité. - Pero no quiero amarte, porque no podré parar, entonces cuando me dejes, esto es inevitable, no recogeré ni los pedazos de mi alma, arderá en las llamas de la desesperación y dolor, y no quedará un puñado de cenizas.
- Nunca te arrepientas de nada, Paola. Todo lo que fue, se convirtió en tus lecciones de vida, que trajeron indudable beneficio o daño, no importa, ¡porque todo pasa! No hay nada permanente, así como no hay un amor eterno y tranquilo. El mundo fluye y cambia. El amor también se transforma. – dijo en plan sabio.
- Bueno, respondiste mi propia pregunta. ¡No crees en el amor hasta la tumba!
- Tal vez, pero me estás volviendo loco, ni siquiera sabía que eso puedo sucederme.
Mis manos estaban sudorosas por la emoción, y mi corazón aceleró su ritmo. Parecía acelerarse con cada palabra que pronunciaba. Lo miré condenadamente, sabiendo que un momento me separaba de la catástrofe, mi infierno personal y el cielo paradisiaco, como las ofertas en el super dos por en uno, deliberadamente atormentaba mi alma. La mirada llena de determinación de Felipe, confirmó mi pensamiento: "Estoy acabada, estoy condenada".
Dio un paso hacia mí. El aire de la oficina se volvió como si estuviera electrificado, parecía que en cualquier segundo brillaría, reflejando nuestras emociones. Respiré hondo y dije en voz baja:
- Déjame en paz. Por favor no me hagas más difícil.
Después de mis palabras, Felipe pareció tropezar con una pared, mirándome intensamente. Tenía una esperanza fantasmal de que ahora se daría la vuelta y se iría. Pero…
- No lo esperes, - rechinó entre dientes, y con la velocidad del rayo estuvo cerca de la mesa, o eso me pareció debido a un sobreesfuerzo nervioso, - Ven aquí, mi hermosa hipócrita. - Se inclinó sobre la mesa, me agarró de la cintura, y sin tiempo de asustarme, me encontré en sus brazos.